Durante la primera semana de enero he finalizado 31 años de servicio prestados a la Policía Nacional, los cuales iniciaron en la convulsionada Colombia de 1993, bajo una naciente Constitución Política y una recién reformada institución policial.
El 18 de enero de 1993 fue el inicio de esta aventura, atraído por una inmensa sed de servicio y el compromiso con la excelsa causa de entregarse a la comunidad. En el campus de la Escuela de Cadetes “General Santander”, me formé junto con mis compañeros como oficial de esta laureada Institución, en pro de construir un mejor país.
Hicimos parte de una Policía Nacional, erigida hace 132 años con un espíritu renovador, que le permitió al Presidente Carlos Holguín, su fundador, romper el modelo mental de la sociedad colombiana de la época e insertarla en la modernidad, la concordia y la paz, pilares que se demuestran en el actual s. XXI.
Desde el momento en que inicié mi formación policial, el país, la Institución, mi familia, e incluso yo mismo, hemos pasado por transformaciones profundas que nos han orientado a tomar nuevas rutas y desafíos, algunos de ellos impensables 30 años atrás.
Estos años institucionales han sido un tiempo de intenso aprendizaje, sin embargo, los ciclos se cumplen y es necesario partir, es inútil remar contra el flujo del albedrío externo. Aun así cada experiencia vivida es inmejorable, y he logrado convertirlas en lecciones de vida para afianzar mi vocación de servicio.
Quiero agradecer a la Institución que me permitió prestar mis servicios en esta loable labor de servir a la sociedad, de igual forma reconozco el compromiso de los policías con quienes compartí el deber de dar cumplimiento al mandato constitucional, así, comprendí que los logros no se obtienen de manera individual, se materializan gracias al concurso de múltiples voluntades.
La dedicación de mis compañeros de misión y nuestro permanente esfuerzo, sin lugar a dudas, hace posible que hoy hagamos una impecable rendición de cuentas sobre la tarea encomendada.
Un reconocimiento especial a mis compañeros los coroneles Édgar Cárdenas, Didier Estrada, Rafael Miranda, Livio Castillo y la coronel Alba Lancheros, amigos eternos
Igualmente, invito a los uniformados a mirar el futuro con fe, no permitan que estos tiempos convulsos sumados a la rutina, el conformismo o la desmotivación entren en el diario vivir, sino, por el contrario, luchen por mantener el espíritu de innovación y el entusiasmo que los caracteriza y que ha sido el impulso de los peldaños alcanzados.
Su actuación dentro de la consolidación de la convivencia y seguridad ciudadana es trascendental, sean autónomos en el compromiso de brindar su servicio al fomentar y consolidar los principios y valores policiales, siempre con optimismo y manteniendo el amor por Colombia.
Finalmente, quiero agradecer a mi familia, a mis padres, a mi equipo de trabajo, a mis amigos quienes me han acompañado y han sido un apoyo fundamental, gracias por su entusiasmo, por sus aportes y por secundarme en proyectos que hoy vemos realizados y que espero sirvan como base para el fortalecimiento de la Institución. Continúo mi camino con la frente en alto.
Un reconocimiento especial a mis compañeros los coroneles Édgar Cárdenas, Didier Estrada, Rafael Miranda, Livio Castillo y la coronel Alba Lancheros, amigos eternos.
Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/31-anos