57 frases de “Cien años de soledad”

El 5 de junio de 1967 se dio a conocer en Buenos Aires una de las obras más significativas de la literatura en español: “Cien años de soledad“. Esta creación del escritor colombiano Gabriel García Márquez, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1982, cruzó fronteras desde su publicación y, con el tiempo, ha dejado una huella profunda en innumerables generaciones, transformándose en una novela de referencia para millones de lectores y en un clásico esencial de la literatura.

El inmenso legado de “Cien años de soledad” se evidencia en los más de 37 millones de ejemplares vendidos hasta la fecha y en sus traducciones a más de 35 idiomas. La narrativa de la familia Buendía cautiva al lector desde el inicio, y a partir de ahí, Márquez despliega un lenguaje exquisito con frases que han perdurado en el tiempo.

Gabriel García Márquez está intrínsecamente vinculado al realismo mágico, siendo “Cien años de soledad” una obra emblemática de este movimiento literario. Otros títulos destacados del autor, igualmente imprescindibles, son “Crónica de una muerte anunciada” (1981) y “El amor en los tiempos del cólera” (1985).

Para rendir homenaje a Gabriel García Márquez y a su obra maestra, repaso en 57 frases esenciales esta novela icónica. Un recorrido por el pueblo de Macondo para honrar la memoria de su autor y recordar los 57 años de publicación de esta gran obra literaria:

  1. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
  2. Está comprobado que el demonio tiene propiedades sulfúricas, y esto no es más que un poco de solimán.
  3. Lo esencial es no perder la orientación. Siempre pendiente de la brújula, siguió guiando a sus hombres hacia el norte invisible, hasta que lograron salir de la región encantada.
  4. Todavía no tenemos un muerto. Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra.
  5. Era una buena noche de junio, fresca y con luna, y estuvieron despiertos y retozando en la cama hasta el amanecer, indiferentes al viento que pasaba por el dormitorio, cargado con el llanto de los parientes de Prudencio Aguilar.
  6. Preguntó qué ciudad era aquella, y le contestaron con un nombre que nunca había oído, que no tenía significado alguno, pero que tuvo en el sueño una resonancia sobrenatural: Macondo.
  7. Le prometió seguirla hasta el fin del mundo, pero más tarde, cuando arreglara sus asuntos, y ella se había cansado de esperarlo identificándolo siempre con los hombres altos y bajos, rubios y morenos…
  8. Estaba entre la multitud que presenciaba el triste espectáculo del hombre que se convirtió en víbora por desobedecer a sus padres.
  9. Fascinado por una realidad inmediata que entonces le resultó más fantástica que el vasto universo de su imaginación, perdió todo interés por el laboratorio de alquimia…
  10. La adolescencia le había quitado la dulzura de la voz y le había vuelto silencioso y definitivamente solitario, pero en cambio le había restituido la expresión intensa que tuvo en los años al nacer.
  11. En todas las casas se habían escrito claves para memorizar los objetos y sentimientos. Pero el sistema exigía tanta vigilancia y fortaleza moral, que muchos sucumbieron al hechizo de una realidad imaginaria…
  12. El tiempo aplacó su propósito atolondrado, pero agravó su sentimiento de frustración.
  13. Entonces sacó el dinero acumulado en largos años de dura labor, adquirió compromisos con sus clientes, y emprendió la ampliación de la casa.
  14. De eso vivía. Le había dado sesenta y cinco veces la vuelta al mundo, enrolado en una tripulación de marineros apátridas.
  15. La impresionó tanto su enorme desnudez tarabiscoteada que sintió el impulso de retroceder.
  16. Se disparó un tiro de pistola en el pecho y el proyectil le salió por la espalda sin lastimar ningún centro vital. Lo único que quedó de todo eso fue una calle con su nombre en Macondo.
  17. Eran imágenes de enamorados en parques solitarios, con viñetas de corazones flechados y cintas doradas sostenidas por palomas.
  18. La guerra, que hasta entonces no había sido más que una palabra para designar una circunstancia vaga y remota, se concertó en una realidad dramática.
  19. En realidad no le importaba la muerte, sino la vida, y por eso la sensación que experimentó cuando pronunciaron la sentencia no fue una sensación de miedo sino de nostalgia.
  20. Entonces desapareció el resplandor de aluminio del amanecer, y volvió a verse a sí mismo, muy niño, con pantalones cortos y un lazo en el cuello, y vio a su padre en una tarde espléndida conduciéndolo al interior de la carpa, y vio el hielo.
  21. Se prometían establecer un criadero de animales magníficos, no tanto por disfrutar de unas victorias que entonces no les harían falta, sino por tener algo con qué distraerse en los tediosos domingos de la muerte.
  22. Tantas flores cayeron del cielo, que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro.
  23. Su cabeza, ahora con entradas profundas, parecía horneada a fuego lento. Su rostro cuarteado por la sal del Caribe había adquirido una dureza metálica. Estaba preservado contra la vejez inminente por una vitalidad que tenía algo que ver con la frialdad de las entrañas.
  24. Pero no olviden que mientras Dios nos dé vida, nosotras seguiremos siendo madres, y por muy revolucionarios que sean tenemos derecho de bajarles los pantalones y darles una cueriza a la primera falta de respeto.
  25. Cuando salió el aire azul de neblina, el rostro se le humedeció como en otro amanecer del pasado, y sólo entonces comprendió por qué había dispuesto que la sentencia se cumpliera en el patio, y no en el muro del cementerio.
  26. Terminó por perder todo contacto con la guerra. Lo que en otro tiempo fue una actividad real, una pasión irresistible de su juventud, se convirtió para él en una referencia remota: un vacío.
  27. Sólo él sabía entonces que su aturdido corazón estaba condenado para siempre a la incertidumbre.
  28. La embriaguez del poder empezó a descomponerse en ráfagas de desazón.
  29. Pero cuando se conoció la proximidad del armisticio y se pensó que él regresaba otra vez convertido en un ser humano, rescatado por fin para el corazón de los suyos, los afectos familiares aletargados por tanto tiempo renacieron con más fuerza que nunca.
  30. En un instante descubrió los arañazos, los verdugones, las mataduras, las úlceras y cicatrices que había dejado en ella más de medio siglo de vida cotidiana, y comprobó que esos estragos no suscitaban en él ni siquiera un sentimiento de piedad. Hizo entonces un último esfuerzo para buscar en su corazón el sitio donde se le había podrido los afectos, y no pudo encontrarlo.
  31. Poco después, cuando su médico personal acabó de extirparle los glondrinos, él le preguntó sin demostrar interés particular cuál era el sitio exacto del corazón. El médico lo auscultó y le pintó luego un círculo en el pecho con un algodón sucio de yodo.
  32. Aunque después de tantos años de guerra debían parecerle familiares, esta vez experimentó el mismo desaliento en las rodillas, y el mismo cabrilleo de la piel que había experimentado en su juventud en presencia de una mujer desnuda.
  33. Lo que pasa es que el mundo se va acabando poco a poco y ya no vienen esas cosas.
  34. Nadie debe conocer su sentido mientras no hayan cumplido cien años.
  35. Como todas las cosas buenas que les ocurrieron en su larga vida, aquella fortuna desmandada tuvo origen en la casualidad.
  36. Le exasperaban sus tazones de café a las cinco, el desorden de su taller, su manta deshilachada y su costumbre de sentarse en la puerta de la calle al atardecer.
  37. Demasiado tarde me convenzo que te habría hecho un gran favor si te hubiera dejado fusilar.
  38. El inocente tren amarillo que tantas incertidumbres y evidencias, y tantos halagos y desventuras, y tantos cambios, calamidades y nostalgias había de llevar a Macondo.
  39. Lo asombroso de su instinto simplificador era que mientras más se desembarazaba de la moda buscando la comodidad, más perturbadora resultaba su belleza increíble y más provocador su comportamiento con los hombres.
  40. Abre bien los ojos. Con cualquiera de ellos, los hijos te saldrán con cola de puerco.
  41. La única diferencia actual entre liberales y conservadores, es que los liberales van a misa de cinco y los conservadores van a misa de ocho.
  42. Fue entonces cuando se le ocurrió que su torpeza no era la primera victoria de la decrepitud y la oscuridad, sino una falla del tiempo.
  43. El prestigio de su desmandada voracidad, de su inmensa capacidad de despilfarro, de su hospitalidad sin precedente, rebasó los límites de la ciénaga y atrajo a los glotones mejor calificados del litoral.
  44. La vida se le iba en bordar el sudario. Se hubiera dicho que bordaba durante el día y desbordaba en la noche, y no con esperanza de derrotar en esa forma la soledad, sino todo lo contrario, para sustentarla.
  45. Elaboró el plan con tanto odio que la estremeció la idea de que lo habría hecho de igual modo si hubiera sido con amor, pero no se dejó aturdir por la confusión, sino que siguió perfeccionando los detalles tan minuciosamente que llegó a ser más que una especialista, una virtuosa en los ritos de la muerte.
  46. El mundo se redujo en la superficie de su piel, y el interior quedó a salvo de toda amargura.
  47. Llovió cuatro años, once meses y dos días. Hubo épocas de llovizna en que todo el mundo se puso sus ropas de pontifical y se compuso una cara de convaleciente para celebrar la escampada, pero pronto se acostumbraron a interpretar las pausas como anuncios de recrudecimiento.
  48. Los chorros de agua triste que caían sobre el ataúd iban ensopando la bandera que le habían puesto encima, y que era en realidad la bandera sucia de sangre y de pólvora, y manchada todavía por el sudor del héroe que había muerto por ella.
  49. Los rayos y los truenos pasaban como un vértigo por el cielo negro, y las ventiscas de pavor hacían gemir los aleros de zinc y levantaban de cuajo los tejados y derribaban los muros y descuadernaban las puertas de hierro y las ventanas de la tempestad.
  50. El río se volvió una ciénaga de aguas cenagosas que se tragaron las nieves de la sierra, y en los barrizales alzados por las tormentas brotaron juncos y helechos y mariscos, y una vegetación gelatinosa de tallos retorcidos y un aire impregnado de excrementos, de orines, de sangre derramada en riñas, de cadáveres de animales podridos y fermentados.
  51. En sus manos descubrió las miasmas de la ciénaga de donde había salido: el mismo dolor en los riñones y en las muñecas que su padre padeció mientras levantaba los peldaños de la escalera.
  52. En una noche turbia de marzo, la señorita le dio a entender a Aureliano José que había llegado la hora de dormir, y lo abrazó en la cama, y después apagó la lámpara de la mesita de noche. Aureliano José escuchó el jadeo de su madre en la penumbra.
  53. En la desolación del patio, donde no había nada más que un canario en una jaula, donde no había una sola flor ni una hierba verde que aliviara el despecho de los meses ardientes.
  54. Aureliano Segundo, asombrado de su buena estrella, se sintió menos desesperado por no haber dado una vuelta de más en el carrusel.
  55. Siguió empinando y atragantándose, con la garganta abrasada y los intestinos inflados por el vapor de la bebida.
  56. Lo sintió debajo de la túnica como un viento helado que le llegaba desde el mundo fantástico de los recuerdos.
  57. La nostalgia que se estaba pudriendo en su corazón, y que lo asfixiaba desde hacía tantos años, se desbordó como un río invernal.

5 lecciones clave de “Cien años de soledad

Valorar la cultura local: la obra celebra la cultura rural colombiana, mostrando cómo los personajes valoran y celebran su entorno a pesar de las dificultades.

El transcurrir del tiempo es necesario: “Cien años de soledad” narra el devenir de varias generaciones de la familia Buendía y el pueblo de Macondo. El tiempo avanza de manera inexorable, aunque los personajes intenten resistirse a su transcurso a través de sus recuerdos.

La importancia de la memoria: la memoria juega un papel crucial en la novela, evidenciado por la repetición de nombres y la persistencia de recuerdos en los personajes, incluso después de la muerte.

La realidad supera la ficción: la novela fusiona la realidad mágica con la vida cotidiana, mostrando cómo los personajes experimentan y exploran la magia presente en su mundo.

Es necesario el humor para afrontar la vida: los personajes de la familia Buendía enfrentan la adversidad con humor, utilizando esta forma de resistencia para sobrellevar el dolor.

Título“Cien años de soledad”.
Autor: Gabriel García Márquez.
Género: novela.
Año de publicación: 1967.
Páginas: 609.
Temas: Ficción, realismo mágico, literatura, clásico.
Calificación en Goodreads: 4.11

PorJimmy Bedoya

Coronel(r) con más de 30 años de experiencia en seguridad pública, liderazgo, capital humano y control interno.