Las personas desde muy temprana edad poseen la concepción de lo que significa las bases morales y las normas de conducta. Lo que para muchos es bueno para otros puede ser malo, los principios y valores se acuerdan según los parámetros y necesidades de cada sociedad, pues estos se conciben de acuerdo con sus tradiciones y circunstancias.
En esta época de revolución de las tecnologías de la información y las comunicaciones, que han transformado la forma de vivir y de comunicarse entre los seres humanos, debemos hablar sobre la importancia de la implementación de pilares de ética y probidad en la vida de las personas, especialmente desde el seno de la familia.
Al transcurrir el tiempo, cada generación observa cómo los valores se pierden dentro de la sociedad. Olvidando el respeto por nuestros mayores, despreciando las instituciones y los códigos de convivencia, por ofrecer una mayor prioridad a los asuntos superficiales como la moda, la satisfacción de la vanidad mediante la admiración de los atributos propios, en un nivel de neurosis e histeria que se ha vuelto característico de esta sociedad del siglo XXI, cediendo a las tentaciones del culto al individuo y la búsqueda fanática del éxito personal y el dinero.
En nuestra cotidianeidad nos hará más humanistas, con valores como la honestidad, el honor y la lealtad que amplifican el sentido de responsabilidad social por el otro y el crecimiento del ser
Lo anterior se convierte en protagonista de la crisis social por la que se atraviesa en el mundo occidental y en especial en nuestro país, sirviendo como impulsor de los índices delincuenciales, disrupción familiar, embarazos precoces, niños, niñas y adolescentes abandonados a su suerte, tráfico de alucinógenos, prostitución, entre otros tantos males que nos agobian.
Ante este panorama es valioso considerar como una visión de vida “el bushido” -la senda del guerrero- de la cultura japonesa, como una aproximación a un código ético más que a un conjunto de normas y reglas orientadas únicamente a la lucha y a un aleccionamiento de guerreros.
Esa doctrina brinda herramientas para alcanzar un mayor conocimiento sobre nosotros mismos y un modo de encauzarnos en la vida para desarrollar templanza en pro de mantenernos con entereza ante las adversidades y las dificultades del vivir.
Como filosofía de vida implementada por antiguos combatientes, puede ser interiorizada para conducirnos a tener vidas honorables, con una gran paz mental y desarrollo físico y emocional.
En nuestra cotidianeidad nos hará más humanistas, con valores como la honestidad, el honor y la lealtad que amplifican el sentido de responsabilidad social por el otro y el crecimiento del ser. Sumado a la disciplina como centro de nuestros ideales, “el bushido” puede ser utilizado en la construcción de la sociedad al incorporarlo en el diario vivir para magnificar los valores y regirnos conscientemente siempre por estos.
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