Hoy comparto una vivencia que he tenido gracias a mi profesión como oficial de la Policía Nacional en el departamento del Guainía. Esta región del país y su capital -Inírida- hacen parte de esos lugares maravillosos por conocer, en donde muy pocos atinan a acertar su ubicación geográfica.
Allí se ofrecen oportunidades extraordinarias en ecoturismo por su biodiversidad, y de igual manera, la práctica del etnoturismo como otra alternativa para los interesados en aprender sobre las culturas indígenas de este territorio, enclavada entre la Orinoquía y la Amazonía colombianas.
En los últimos años el Guainía ha iniciado a ser más visitado gracias al cineasta colombiano Ciro Guerra, quien empleó varios de sus paisajes como escenario para su película “El abrazo de la serpiente”.
Especialmente el lugar denominado los cerros de Mavecure, tres enormes tepuyes de piedra de la era precámbrica que surgen a modo de altares en medio del río Inírida, en cuya cumbre se puede apreciar el esplendor del bosque guainiano, conformado por los igapós y várzeas de tierras inundables, las palmas de chiqui chiqui, milpesillo y moriche, y de lianas de igüanito, plantas que son adornadas por la flor de Inírida, conocida como la “flor eterna”, la cual luego de secarse se inmortaliza y es utilizada como artesanía.
Como en toda Colombia, en el Guainía uno de sus principales atractivos es su gente, su población está compuesta mayoritariamente por indígenas
Guainía es conocido como la “tierra de muchas aguas”, posee además atardeceres mágicos, multiculturalidad aborigen y colona, sabanas de arena blanca, playas fluviales y raudales de vértigo, escenarios que definen un entorno difícil de igualar en el país.
En el departamento se encuentra la “Estrella Fluvial del Inírida”, en donde confluyen los ríos Inírida, Atabapo y Guaviare, que dan origen al río Orinoco, uno de los más largos del continente y el tercero más caudaloso del mundo.
Un punto que el naturalista Alexander von Humboldt conoció a comienzos del s. XIX, y en 2014 por sus 253.000 hectáreas, se consolidó como el sexto sitio Ramsar de Colombia y el primero en la zona transicional Orinoco-Amazonas de Suramérica.
Como en toda Colombia, en el Guainía uno de sus principales atractivos es su gente, su población está compuesta mayoritariamente por indígenas, procedentes de las casi 30 comunidades que hay en el departamento.
Generaciones de aborígenes que han conservado intactas las raíces de su cultura, que componen su patrimonio material e inmaterial y que pese al choque con la civilización, todavía basan su economía en actividades como la agricultura, la pesca y la minería, viven en malocas, e incluso no han perdido sus dialectos tradicionales.
Es un privilegio conocer este paraíso colombiano, en donde el principal enemigo para que más viajeros lleguen a esta zona por explorar, no ha sido la guerra, sino la ignorancia que existe sobre la región.
Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/magia-por-descubrir