Las ciudades con sus calles, plazas, zonas verdes y demás espacios públicos son propiedad de sus habitantes. Estos territorios congregan a miles de personas con usos y hábitos diversos. Por lo tanto, es prioritario construir un equilibrio para garantizar que cada uno de nosotros experimente en la ciudad el ambiente individual y colectivo apropiado en donde transcurra su vida, con pleno acceso a los beneficios de la vida urbana.
Comprender que la ciudad es un bien común permite enfocar los esfuerzos a trabajar por un urbanismo sostenible y una mejor calidad de vida para sus habitantes. Esto es un desafío que requiere la interacción entre gobiernos locales y la sociedad civil para preservar, fomentar y compartir la planificación urbana con un uso más cercano y centrado en los ciudadanos.
Es necesario crear modelos sostenibles de desarrollo humano en las ciudades de Colombia, a partir de la cultura y responsabilidad ciudadana, al arraigar en cada uno de nosotros el valor de lo público dentro de la noción de construcción de ciudad; a pesar de las dificultades por las cuales atraviesan nuestras capitales departamentales y grandes municipios, especialmente en asuntos relacionados con la educación y la convivencia, y otros programas de evolución social.
Por lo cual, proponer cambios en los comportamientos de los habitantes de la ciudad para fomentar la cultura ciudadana debe implicar comprender y transformar las usanzas políticas, sociales y culturales que reproducen la descomposición de la sociedad para así deconstruir al interior de las comunidades urbanas, y establecer una serie de costumbres óptimas que permitan generar sentido de pertenencia y faciliten la convivencia de los ciudadanos.
Señores mandatarios, con la nueva agenda urbana planeada están en el deber social de garantizar que nuestras ciudades sean diseñadas y operacionalizadas de forma sostenible para redituar la multidisciplinariedad de la ciudad
Cambios que se lograrán si nuestros mandatarios locales proponen una “arquitectura de lo cultural”, entendida como una innovación estratégica para obtener un mejoramiento en los comportamientos sociales, al emplear acciones pedagógicas de alto impacto y de largo aliento, obviamente, esta es una labor que implica años y es necesario, incluso, que transcurran generaciones enteras para crear una nueva visión de la sociedad, pero es el momento para iniciar estos procesos de ajuste y avanzar para desterrar conductas destructivas de la sana convivencia.
Propongo, que en este nuevo periodo de los alcaldes y gobernadores proyecten en sus planes de desarrollo para el cuatrienio de gobierno una “Propuesta de Ciudad con Futuro”, como un puente para el intercambio de opiniones y sugerencias entre la ciudadanía y los entes gubernamentales para fortalecer los hábitos de convivencia y las políticas públicas al respecto, tarea difícil, pero con voluntad política, participación ciudadana y rendición de cuentas se puede lograr.
Es urgente que los mandatarios de la ciudad conviertan a sus territorios en entornos sostenibles, como un espacio que escucha los requerimientos de todos sus habitantes, y adicionalmente sea una entidad que sabe actuar y responder a las necesidades y los intereses de sus comunidades, y sea el lugar en donde tengamos el derecho de aportar y de hablar sobre cómo podría ser mejor la ciudad desde las distintas perspectivas y áreas de competencia.
Los alcaldes en su periodo de mandato junto con sus equipos de trabajo tienen la oportunidad de edificar ciudades a la medida de sus habitantes con el cumplimiento de los requerimientos básicos, y ser armonizadas con planeación transformacional e implementar una legislación urbana acorde a sus necesidades, priorizando los proyectos que la comunidad exige y no los que beneficien a sus intereses particulares, y por supuesto siendo austeros y optimizar los recursos públicos.
Señores mandatarios, con la nueva agenda urbana planeada están en el deber social de garantizar que nuestras ciudades sean diseñadas y operacionalizadas de forma sostenible para redituar la multidisciplinariedad de la ciudad, y generar integración entre los sectores que coexisten en las metrópolis, como un espacio vital que escucha, que no da la espalda a ninguno de sus habitantes y comprende que la parte primordial de la riqueza de las urbes es la diversidad de sus ciudadanos.
Publicada en: https://www.kienyke.com/columnista/jimmy-bedoya