El año 2024 será recordado como un periodo decisivo en la historia de la seguridad ciudadana y la convivencia en Colombia. Las demandas crecientes de los ciudadanos por espacios más seguros y armoniosos se confrontaron con desafíos estructurales, incluyendo el aumento en la percepción de inseguridad y las altas tasas de victimización en varias regiones del país. Sin embargo, también fue un año marcado por el esfuerzo independiente de la Fuerza Pública y de algunos mandatarios locales para contrarrestar la criminalidad y la violencia, así como la participación activa de algunas comunidades y del sector empresarial del país.
La percepción de inseguridad en Colombia continúa siendo alarmante. Al mes de noviembre la Policía Nacional reportaba 10.902 homicidios en el país, y según la encuesta de Invamer para el mismo mes informa que el 68% de los colombianos se siente inseguros en su entorno, y considera que la seguridad va por el camino equivocado, lo que refleja una aprehensión generalizada de inseguridad en el país. Además, en ciudades principales como Bogotá y Cali se han reportado altos índices de robos y niveles de violencia, contribuyendo a esta sensación negativa.
Es necesario adoptar para el año 2025 un enfoque más proactivo que considere las dinámicas sociales y territoriales del país. Por ejemplo, debemos tomar las enseñanzas de Barry Buzan en su libro “Security: A New Framework for Analysis”, en donde plantea que la seguridad debe entenderse desde una perspectiva multidimensional, que abarque no solo la protección frente a amenazas físicas, sino también la percepción psicológica de estabilidad. En este sentido, los retos de Colombia para la próxima anualidad tienen que trascender de lo material y exigen una redefinición de las estrategias gubernamentales para abordar la seguridad desde ángulos económicos, sociales y culturales.
De cara al 2025 es imperativo que Colombia se anticipe a los desafíos emergentes, y las autoridades se inspiren en las ideas de Gabriele Rizzo y Anthony Masys en “Handbook of Foresight, Strategy, and Futures Studies for Defense and Security,” para que planteen una hoja de ruta enfocada en la importancia de integrar la prospectiva estratégica en la formulación de políticas de defensa y seguridad, al promover un enfoque que reaccione más allá de las amenazas actuales y prevea futuros escenarios y desafíos, al permitirle a las instituciones adaptarse proactivamente a un entorno en constante cambio.
Como sociedad, debemos entender que la seguridad es un esfuerzo colectivo que requiere compromiso, innovación y colaboración constante. Solo así podremos transformar el 2025 en un año de mayor estabilidad y esperanza para todos los colombianos.
Para lo cual propongo las siguientes iniciativas en tres frentes a explorar, primero, la creación de centros de “Foresight en seguridad”, liderados por equipos interdisciplinarios que por medio de herramientas de Inteligencia Artificial y Big Dataanalicen tendencias criminales y prevean riesgos. Esta metodología permitiría diseñar políticas públicas más adaptativas y proactivas.
Segundo, integrar las comunidades en el diseño de políticas, la participación ciudadana no tiene que limitarse a encuestas de percepción. En cambio, se debe crear “mesas de seguridad” donde líderes comunitarios trabajen directamente con autoridades administrativas para co-crear soluciones mediante políticas públicas acordes al territorio y no al capricho de los mandatarios locales.
Tercero, es crucial incrementar la educación en cultura de seguridad y convivencia, mediante la implementación de programas educativos que promuevan valores como el respeto y la resolución pacífica de conflictos. Este proyecto debe iniciarse en escuelas y extenderse a campañas de sensibilización pública, con procesos claros y rendición de cuentas continua para hacer seguimiento a los avances de la iniciativa.
El balance de 2024 en seguridad ciudadana y convivencia nos muestra que hay mucho por hacer. A las autoridades les compete priorizar el uso de tecnologías avanzadas y metodologías prospectivas para anticiparse a los retos del futuro. Por su parte, la ciudadanía debe asumir un rol activo, al participar en la construcción de entornos más seguros. Como sociedad, debemos entender que la seguridad es un esfuerzo colectivo que requiere compromiso, innovación y colaboración constante. Solo así podremos transformar el 2025 en un año de mayor estabilidad y esperanza para todos los colombianos.
Publicada en: https://www.kienyke.com/columnista/jimmy-bedoya