Sin dudarlo una de las mejores épocas del año es la Navidad, en donde el mundo católico celebra el nacimiento de su Redentor, es un momento especial en que podemos manifestar el amor al prójimo, reunirnos en familia y con los amigos, preparar deliciosos alimentos y compartir muchos obsequios, tal como los Reyes Magos trajeron regalos al Niño Jesús. ¡Ya está aquí la Navidad!, estas fechas son de paz, alegría y de reflexión, pero nos vemos sumergidos en un ambiente de prisas para realizar miles de compras a última hora.
Ahora bien, hemos sido educados en escribir cartas al Niño Dios, en las que se incluyen listas de deseos interminables y solicitudes de objetos materiales, las cuales se centran en juguetes, equipos tecnológicos, videojuegos, entre otros. En donde estamos citados a autorregularnos y a educar en la misma vía a nuestros hijos. Cuando se obsequia de más, fomentamos que en nuestra personalidad se interpongan primero sentimientos caprichosos y consumistas.
¿Cuál es el número ideal de obsequios que deberían entregarse a los seres amados en Navidad? Se debe emplear la “norma de los cuatro regalos”: el primer presente para ellos debe ser uno para vestir; otro para leer; un tercero de cualquier índole que realmente se necesite, y un cuarto que se desee con anhelo. Finalmente este es el que alimentaría por completo el sueño de estas fiestas.
En un momento la navidad se convierte en transcurrir eternidades en los centros comerciales y pagar por un regalo que se supone hará felices a nuestros seres queridos, ¿y si en lugar de pasar esas horas de compras para hacernos con el presente de Navidad, dedicásemos el mismo tiempo a compartir con nuestros seres amados momentos juntos? ¡Sin duda sería el mejor obsequio que podemos hacerles a ellos!
No nos dejemos llevar por el consumismo y el estrés de estas fechas. Detengámonos a observar a todos aquellos que amamos y a entender qué es lo que realmente les entusiasma. Compartir un buen momento juntos, salir de paseo y disfrutar de la naturaleza, o simplemente reunidos rezando la novena de aguinaldos y cantando villancicos, será seguramente un regalo que nunca olvidarán. El tiempo es de lejos más valioso que el dinero, porque el tiempo es insustituible.
Con el transcurrir de los años nuestros seres más cercanos no recordarán lo que recibieron en Navidad de parte nuestra, seguramente olvidarán cuanto dinero se invirtió en los presentes dados, lo que sí se perpetuará es la forma en que disfrutaban de los momentos de reunión familiar y de amistad, y cómo se compartía el tiempo en estos días de vacaciones navideñas. Aprovechemos en invertir más tiempo con todos nuestros seres amados aquí y ahora, pues es el único regalo que nunca tendrá precio y no se podrá repetir.
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