En pleno siglo XXI, en donde se viven múltiples formas de desigualdad social, política y económica, las cuales se convierten con el tiempo en criminalidad, corrupción y un sinnúmero de conflictos, es necesario que los valores que sostienen la sociedad y las instituciones no se pierdan.
Por lo tanto, es propicio aprovechar estas fechas patrias para recordar ejemplos de ciudadanos cuyo legado ha trascendido para asegurar la transparencia, la verdad y la idoneidad de las entidades y quienes protegen estos mismos baluartes.
Terminaba la tarde sobre el campo de batalla y aún retumbaba el alboroto de la huida del ejército realista, los soldados patriotas con las últimas descargas de fusilería sellaban el final de la Batalla de Boyacá, cuando aconteció un hecho que pasaría al terreno de la leyenda.
El negro José y Pedro Pascasio Martínez, niños soldados del Ejército Libertador, a quienes se les otorgó la misión de cuidar la caballería de los patriotas, se precipitaron lanza en ristre sobre dos oficiales realistas que se escondían tras unos peñascos: el comandante del ejército español José María Barreiro y otro de sus oficiales.
Desde el ciudadano más modesto y con pequeñas acciones, sí se puede derrotar la corrupción
José neutralizó al oficial y Pascasio apuntó su lanza hacía el cuerpo de Barreiro, cuando el general se vio perdido le ofreció al joven una faja con monedas de oro a cambio de su libertad. El niño rechazó la oferta y le empuñó de nuevo la lanza, lo tomó prisionero y se lo entregó a Bolívar. Así el humilde campesino se convirtió en un ejemplo de honradez, ética y lealtad.
Como es bien sabido la corrupción limita el desarrollo económico y social de una nación, afecta la inversión, disminuye la eficacia de los programas sociales e incrementa la desigualdad, un costo que en Colombia se aproxima a los 50 billones de pesos al año; como prueba de lo anterior en el Índice de Percepción de Corrupción elaborado por Transparencia Internacional para el año 2017, se obtuvo una calificación de 37/100 y se ocupó el puesto 96 de 180 países.
El ejemplo de Pedro Pascasio debe convertirse en un modelo iluminante y aleccionador para recordar al país aquella historia del recluta impúber que rechazó la incitación del oro, quien no se dejó comprar, cumpliendo con su deber y dando el golpe final para lograr el objetivo de los patriotas, capturando al comandante de las tropas enemigas.
Un ejemplo de tan alta importancia debe convertirse en la mejor lección para los ciudadanos de hoy. La enseñanza aprendida es la de entender que desde el ciudadano más modesto y con pequeñas acciones sí se puede derrotar la corrupción, es posible resistir los cantos de sirena y que el mejor camino hacia el progreso es el comportamiento ético y el respeto de la ley.
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