En el inicio del siglo XXI el 40% de la población del mundo habitaba en zonas urbanas, hoy lo hace el 54% de la población, y se estima que esa tendencia continúe aumentando al doble de la velocidad del crecimiento demográfico. En 2050, el total de habitantes en centros urbanos llegará al 66% de la población del planeta. La ONU señala que se ha pasado de 10 megaciudades en 1990 a 31 en 2016, con más de 10 millones de habitantes. De esas ciudades, cinco están en Latinoamérica.
El mundo enfrenta a una amenaza muy peligrosa. A raíz del desarrollo y la manipulación del medio ambiente por parte de los seres humanos, las altas tasas de natalidad y la llegada masiva de ciudadanos del campo; sumado a la urbanización sin planificación de las ciudades, estimulada por una industrialización que ha acelerado los efectos del cambio climático, y causado impactos negativos sin precedentes en la calidad de vida de las personas, perjudicando el tejido social y la estabilidad económica de las ciudades.
Efectos que superan los riesgos presentados por el cambio climático, como el aumento del nivel del mar y eventos climatológicos extremos. Las ciudades van a enfrentar dificultades para suministrar los servicios básicos a sus pobladores; dificultándose desde el abastecimiento de agua potable, el tratamiento de aguas residenciales y la eliminación de sus residuos, y presentando escenarios de racionamiento de energía eléctrica en ciudades cada vez más extensas, con mala infraestructura y con malos sistemas de interconexión vial.
El mundo enfrenta a una amenaza muy peligrosa. A raíz del desarrollo y la manipulación del medio ambiente por parte de los seres humanos
Ante lo cual existe la urgencia de integrar políticas ambientales desde lo local, en donde el tema central sea la calidad del entorno urbano, articulando las capacidades de gobierno para recuperar la gestión de la ciudad mediante la planificación, el diseño, y la acción; en el que se integren los diferentes actores: la sociedad, los sectores económicos y las autoridades; para desarrollar un concepto de “Ciudad Verde” (ecópolis) como espacios ambientalmente más amigables, privilegiando el bien comunal sobre la base del interés privado.
Para el reverdecimiento de la ciudad se debe conformar una simbiosis entre el verde del medio ambiente y la ciudad para aportar a la salud pública, la cohesión social, la seguridad y la calidad del aire. Por lo tanto, se debe contar con una red de espacios verdes y agricultura local, crear un nuevo concepto de planificación urbana, motivar para generar cada vez menos dióxido de carbono, emplear energía renovable, usar eficientemente el agua y reciclar los residuos.
Si desde los gobiernos locales se prevé mejores opciones en la calidad de vida para sus ciudadanos, se logrará que las ciudades sean más habitables y sostenibles.
Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/ecpolis