En la vida es necesario exaltar aquellos episodios que marcan un antes y un después, los cuales por su importancia se convierten en un punto de inflexión y construyen nuestra historia.
El 18 de enero de 1993 un grupo de 386 jóvenes hombres y mujeres, atraídos por el resplandor de los alamares y convencidos de su sed de servicio y con un profundo compromiso con la excelsa causa de entregarse a la comunidad, ingresaron al campus de la Escuela de Cadetes de Policía General “Francisco de Paula Santander”, para formarse como oficiales de esta laureada Institución, en pro de construir un horizonte en la vida.
En una Colombia, para ese entonces perturbada por la creciente violencia del narcotráfico y el terrorismo de grupos subversivos, además con manifestaciones de delincuencia común y organizada, se vivía una situación diferente a la actual.
En esos primeros días de trasegar institucional colmados de dificultades y muchas contradicciones, se aprendió a conocer una Institución fundida con la historia y las entrañas del país, que nunca ha conocido el cómodo escaño de los observadores, ya que asume como los grandes líderes los retos que se le presentan, siempre junto a la bandera de la patria y acompañada con coraje e impregnada de serenidad y discreción.
Un “In Memoriam”, para evocar su presencia y cubrir espiritualmente el vacío dejado por quienes en cumplimiento de los designios, nos precedieron en la partida y hoy son residentes en el infinito azul
Cómo no añorar aquellos años de Escuela, etapa de grandes sueños entre avenidas y pinos, rodeado de jardines irisados y en medio de edificios clásicos.
Hoy ese campus de otrora, es una institución universitaria con un lugar propio en el entorno de la educación superior, conquistado gracias a su tesón y su perseverancia. Asumiendo con decisión y entusiasmo las inmensas lides de formar para la Policía Nacional y el país las generaciones del cambio que vestirán los atuendos de Gilibert -su primer director-, hacia la consolidación del orden y el sosiego y en acatamiento a la consigna cincelada en el escudo de la Institución “Dios y Patria”.
Fieles al juramento de aquel tres de noviembre de 1995 y con un inquebrantable legado constitucional, por la lucha contra los fenómenos que soslayan esta sociedad y han corrompido el país, los integrantes de la promoción de oficiales de la Policía Nacional de todos los colombianos “Teniente Coronel José Luis Ramírez Ceballos”, han tenido también que aportar la más alta cuota, inmolando la vida de valerosos de sus abanderados.
Un “In Memoriam”, para evocar su presencia y cubrir espiritualmente el vacío dejado por quienes en cumplimiento de los designios, nos precedieron en la partida y hoy son residentes en el infinito azul.
Ratificamos ante el país completo, la responsabilidad de guardar celosamente los principios de la ética policial, buscando que las normas y leyes se apliquen a todos por igual, con rectitud e imparcialidad, con firmeza y probidad.
Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/un-18-de-enero