La vida evoluciona mediante la realización de ciclos. Lo que nos indica que los procesos vitales: comienzan, se desarrollan y finalizan, aunque en la práctica la gran mayoría de nuestros proyectos nunca terminan realmente, se transforman. Por tal motivo, es conveniente el cierre y la evaluación de las etapas vividas, ya que incide de manera directa en lo que se hará en un futuro.
Es necesario después de comprender lo anterior, realizar los correspondientes balances, como una valoración de las vivencias propositivas y también adversas, que se presentaron en determinado periodo. Concluyendo, ¿qué se aprendió y qué no?, ¿qué aportó a nuestro crecimiento y cómo contribuyó al diario vivir?
Es así, que estas festividades decembrinas, representan el nacimiento y la terminación de un ciclo. Primero, el Año Viejo, es el final de un periodo que necesitamos dejar atrás (imágenes, percepciones, conductas y posiciones) para permitir los cambios que deseamos cultivar en nosotros y en nuestro entorno.
Segundo, el Año Nuevo, es entonces el inicio de una fase en la vida, siendo el momento en el cual debemos aprovechar para elaborar una evaluación del año que termina, diseñar los propósitos y las metas a lograr en la etapa venidera e incluso en los años siguientes.
A modo de colofón, debemos hacernos varias preguntas: ¿cuáles fueron los objetivos que me planteé al comienzo del año?, ¿se cumplieron a cabalidad?, y otras como ¿he influido en los demás positivamente? ¿he invertido en mi desarrollo personal? Y desde luego la pregunta final ¿cuáles son mis metas para el Año Nuevo?
Abracemos el cambio y los nuevos proyectos como a un nuevo amigo
Igualmente, la invitación es tomarnos el tiempo necesario para agradecer a todas las personas que confiaron en nosotros durante todo este año, reconocer el trabajo de aquellos que se encuentran a nuestro lado construyendo un proyecto de vida, quienes en ningún momento se desanimaron y con pasión vencieron las dificultades y disfrutaron el cumplimiento de la tarea.
Es momento de emprender nuevos proyectos, el principal objetivo de cerrar fases es colocarnos en paz con el pasado inmediato, logrando que las adversidades no nos afecten y con la obligación de alejarlas de nuestro presente. Todo al final se resume en un comienzo, el cual debe tener toda nuestra atención y máximo interés.
Las nuevas experiencias no tienen por qué asustarnos, es común que implique un desencuentro inicial, pero con el avance de su puesta en marcha se comenzará a revelar sus bondades. Salir de la zona de confort siempre debe poseer un toque de aventura y suponer aprendizajes, sorpresas y, por supuesto, adaptaciones.
Abracemos el cambio y los nuevos proyectos como a un nuevo amigo. Los ciclos que se iniciarán son oportunidades para poner en práctica lo aprendido y para ampliar nuestro conocimiento de la vida.
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