En este inicio de año escolar se encuentran matriculados en los diferentes colegios del país más de 6 millones de estudiantes y aún incluso siguen disponibles 4 millones de cupos en las instituciones educativas del territorio nacional.
Un cuerpo estudiantil que busca en la educación la motivación para trabajar en pro de la construcción de una Colombia que soportada en la excelencia académica desea surgir con equidad, fortaleciendo sus conocimientos y sus habilidades, como poderosa herramienta para lograr mejores oportunidades y una amplia movilidad social.
Sin embargo, en la vida diaria encontramos un sinnúmero de conflictos, los cuales han transformado la interacción con las personas generando las condiciones para llegar a la violencia y en el ambiente académico especialmente, emergen agresiones entre iguales con evidencia de una expansión a más territorios y en distintas edades, masificadas en la actualidad por los medios de comunicación y las redes sociales.
La definición del acoso psicológico o acoso escolar y hoy día conocido como bullying se ha venido construyendo durante los últimos treinta años para incluirlo dentro de una gama amplia de conductas de victimización y variadas prácticas de abusos escolares.
Desde el hogar es necesario generar en los niños herramientas mediante el afecto y el reconocimiento de sus conductas positivas para que posean una alta autoestima
Regularmente los victimarios se originan en ambientes familiares con serias dificultades para educar a sus hijos en el respeto, los límites y el cumplimiento de normas. Habitualmente estas familias combinan una permisividad excesiva en torno a conductas inadecuadas y antisociales, con el uso del castigo físico y el maltrato emocional para afirmar la autoridad familiar.
Lo anterior crea menores que no desarrollan sentimientos de empatía, sumado a la ausencia de altruismo, compasión, niños con una baja autoestima y con pérdida de tolerancia hacia las diferencias con el otro, causando en ellos comportamientos hostiles y agresivos con su medio y sus compañeros.
El mejor tratamiento es la prevención. Desde el hogar es necesario generar en los niños herramientas mediante el afecto y el reconocimiento de sus conductas positivas para que posean una alta autoestima, sean asertivos y aprendan a solucionar de una manera prosocial el conflicto, lo que les permitirá cuestionarlo y denunciarlo en el momento de presentarse la acción.
Igualmente es un derecho de los alumnos estar seguros en los colegios, por lo tanto, es su deber velar por la seguridad de la comunidad estudiantil vinculando incluso a los padres. La política institucional de cada centro educativo, las autoridades responsables y la familia debe ser sin duda la “tolerancia cero” y tiene que estar presente de forma explícita en las normas escolares e interacciones sociales.
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