Las nuevas dinámicas delincuenciales en América Latina y el Caribe enfrentan grandes retos para atender la seguridad de su población. De acuerdo con el más reciente Informe Regional de Desarrollo Humano, somos el único territorio del mundo en donde el homicidio es la principal causa externa de muerte; en la primera década del siglo XXI se presentó un millón de asesinatos. Obteniendo la denominación como la región más violenta del planeta.
Adicionalmente fenómenos como el hurto con el empleo de violencia se ha multiplicado en diferentes paises de la región. La presencia del tráfico local de estupefacientes, ha transformado las ciudades hasta convertir el consumo de drogas en una epidemia.
Las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones y el “internet de las cosas” ha sofisticado la forma tradicional de robar dinero.
Ante esta situación, el gobierno de la ciudad debe dedicar valiosos recursos humanos y financieros para combatir la delincuencia, con estrategias diferenciales ya que el delito no es casual y no se presenta en todo el territorio y sus características pueden acrecentar o prevenir la criminalidad.
En el estudio sobre crimen en el Caribe “Restaurando el Paraíso en el Caribe: Combatiendo la Violencia con Números”, encontramos que los delitos ocurren principalmente dentro del barrio de las víctimas, cerca de un 66% de los casos.
El gobierno de la ciudad debe dedicar valiosos recursos humanos y financieros para combatir la delincuencia
Se debe entonces preguntar cuáles son las características de estos barrios y no es sorpresa descubrir que en ellos se carece de un plan de ordenamiento territorial con un crecimiento desbordado sumado a la acumulación de desechos, vandalismo a lo público e infraestructuras abandonadas.
Igualmente, el hecho delictivo se encuentra concentrado en determinados segmentos de vía o puntos calientes dentro de los barrios. El análisis de las cifras estadísticas, nos indica que el 50% de los crímenes ocurren en el 4% al 7% de los segmentos de vía.
¿Cómo se debe actuar? Generando iniciativas de control y prevención en áreas específicas donde el crimen ocurre, adicionalmente en espacios con baja integración y alta indisciplina social. Emplear los sistemas de información geográfica para recrear mapas de calor y aplicando vigilancia policial en los puntos críticos donde el delito está concentrado mediante el incremento de acciones focalizadas, así como el despliegue de programas de participación ciudadana orientados a atender la problemática social.
Las autoridades locales deben identificar las áreas donde hay un déficit de cooperación social, para diseñar intervenciones que intensifiquen la voluntad de los vecinos de aportar a la construcción de soluciones en respuesta a los problemas sociales para mejorar la confianza, el sentido de responsabilidad y solidaridad de la comunidad.
Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/barrios-seguros