Bogotá: crimen, comunidad y cambio

En la agitada vida de una metrópoli como Bogotá, la seguridad se ha convertido en un tema de debate constante. La capital de Colombia no solo es el corazón político y económico de la nación, sino también un espejo de los desafíos en términos de seguridad del país. Colombia, según el índice global de crimen organizado 2023 elaborado por The Global Initiative Against Transnational Organized Crime, es el segundo país más afectado por el crimen en el mundo, solo superado por Birmania. Este dato nos da una idea de la magnitud del desafío que enfrenta Bogotá, la ciudad más grande del país y con una población de ocho millones de habitantes.

La capital ha experimentado un aumento en los delitos de alto impacto durante el 2023 y no se observa una mejoría en lo que va del 2024. En cuanto a hurtos en el 2023 se presentaron un total de 147.666 robos a personas de los 364.531 que ocurrieron en el país, el 41% de los casos se presentan en Bogotá. Otro dato preocupante es el incremento del 70% en las denuncias por extorsión durante el primer trimestre del 2024. Las autoridades locales han implementado estrategias para combatir la delincuencia, pero la ciudad aún enfrenta desafíos para frenar el crimen, especialmente en lo que respecta a los delitos callejeros y en mejorar la percepción de seguridad.

Es trascendental explorar las diversas facetas de la seguridad en Bogotá y establecer un punto de vista multifacético para plantear posibles estrategias de mejora en la seguridad en nuestra capital. Es preciso observar las buenas prácticas realizadas en Colombia y alrededor del mundo, para que brinden una orientación a las autoridades capitalinas sobre este crucial tema y que fomenten una discusión constructiva sobre cómo podemos hacer de Bogotá un lugar más seguro para todos sus habitantes. Este enfoque debe abordar tanto las causas subyacentes de la criminalidad como sus manifestaciones más visibles. A continuación, propongo varios ejemplos de acciones concretas que podría la actual administración poner en marcha.

Es necesario plantear estrategias de prevención del delito a través del diseño ambiental, lo que implica planear y gestionar el entorno construido de la ciudad para reducir la oportunidad de cometer delitos. Por ejemplo, aumentar las condiciones lumínicas en calles y parques disuade a los delincuentes, ya que unos signos visibles de deterioro y negligencia en el ámbito urbano fomenta la delincuencia y el desorden.

Fundamental en la ciudad, incrementar la inversión en educación,  proyectar más oportunidades de empleo y una mayor cobertura de los programas sociales, reducirá la probabilidad que los jóvenes se involucren en actividades delictivas, y además contribuirá al desarrollo económico y comunitario de la urbe, mediante una estrategia integral en donde debe participar en pleno el gobierno local y una rendición de cuentas permanente a la sociedad civil, lo que lograría un impacto positivo en múltiples aspectos de la vida en la capital.

La seguridad no es solo una cuestión de políticas y planes, sino también de cómo los ciudadanos interactúan entre sí y con su entorno. La educación, el respeto mutuo, la responsabilidad cívica y la participación activa de la comunidad son aspectos claves de una cultura ciudadana fuerte y duradera

Como también, es imprescindible el fortalecimiento de la policía metropolitana, más allá de un incremento en su pie de fuerza, se requiere priorizar el servicio de vigilancia urbano en la ciudad, liberando a la policía local de una serie de eventos burocráticos, administrativos y operativos que no deberían estar realizando, así como capacitar a los uniformados en ejecutar procedimientos basados en evidencia como un enfoque de la práctica policial que incorpora procesos científicos, análisis e investigación para guiar la toma de decisiones en las operaciones policiales.

Es fundamental invertir en tecnología para ayudar a la policía a responder eficazmente en la lucha contra los delitos, y no es solo instalar cámaras de vigilancia, se requiere dotar a la ciudad con sistemas robustos de análisis de datos y predicción del delito, para identificar patrones y tendencias en la criminalidad, lo que permitirá a la policía proyectar dónde y cuándo es más probable que ocurran delitos y le indicará a la policía como gestionar sus recursos de forma más óptima.

También se requiere establecer programas de intervención comunitaria, que deban ayudar a prevenir el delito al abordar problemas latentes en la comunidad, como la violencia doméstica, el abuso de sustancias y la falta de oportunidades para los jóvenes, con una transformación profunda de comportamientos que permitan una cooperación ciudadana, para fomentar la participación de los ciudadanos en la seguridad de su comunidad, incluyendo la creación de grupos cívicos en el barrio y la promoción de la denuncia de delitos.

Es conveniente recordar que Bogotá es única, con su propio conjunto de desafíos y oportunidades. Las estrategias que funcionan en una localidad pueden no ser efectivas en otra, y viceversa. Por lo tanto, cualquier enfoque para mejorar la seguridad debe ser adaptado a las necesidades y circunstancias específicas de cada zona de la capital, y es fundamental recalcar que se requieren procesos de cultura ciudadana lo cual es una premisa esencial de la convivencia. La seguridad no es solo una cuestión de políticas y planes, sino también de cómo los ciudadanos interactúan entre sí y con su entorno. La educación, el respeto mutuo, la responsabilidad cívica y la participación activa de la comunidad son aspectos claves de una cultura ciudadana fuerte y duradera.

Publicada en: https://www.kienyke.com/kien-opina/bogota-crimen-comunidad-y-cambio-columna-de-opinion-de-jimmy-bedoya

PorJimmy Bedoya

Coronel(r) con más de 30 años de experiencia en seguridad pública, liderazgo, capital humano y control interno.