Centauros indomables cruzaron el río Arauca un 4 de junio de 1819, en compañia del general Simón Bolívar dando inicio en los llanos de la Nueva Granada a la Gesta Libertadora. Llaneros que en travesía por espesos pantanos se encaminaron a desafiar los riscos del Páramo de Pisba, junto con cientos de voluntarios que se sumaron a la campaña definitiva de independencia de Colombia.
El ejército de Bolívar se unió en Tame con la tropa del general Santander, muchos de ellos desprovistos de armas de dotación y todavía más, de ropa y zapatos. Hombres a quienes durante su recorrido, el pueblo les ofreció alimento, caballos y lugares seguros para reponerse y avanzar hacia el triunfo que obtuvieron el 7 de agosto de 1819, para sellar por siempre la libertad de nuestro país del yugo español.
La historia analiza el pasado de la sociedad por intermedio de su evolución, para comprender el presente y el porqué de nuestra actualidad. Cómo hemos llegado a ser y lo que somos en el momento. Ahí, lo sustancial de la historia como componente fundamental de los pueblos por su desarrollo en el tiempo, marcando una huella indeleble en el acontecer de los grupos sociales.
La Campaña Libertadora engrandece nuestro patrimonio histórico-cultural. Es un deber darle la jerarquía que merece a los hechos que fortificaron la identidad patria y nos hacen sentir orgullosos de la condición de ser colombianos, por haber recibido la libertad de un puñado de lanceros anónimos.
No se necesita que se erijan nuevos monumentos, los pedestales a construir deben ser los principios que contribuyan a conjurar las infracciones al contrato social
Se cumplen 200 años de la Ruta Libertadora de la Nueva Granada. Ocasión propicia para evocar este momento histórico, para exaltar las acciones que con valentía y sacrificio empezaron a escribir hombres y mujeres, no solo en batallas militares, sino en afrentas cívicas y políticas.
Las cuales sellaron un proceso ciudadano, cultural y militar de edificación de una república independiente dispuesta a orientar los designios de sus habitantes. Forjándose las bases de un gobierno que deseaba otorgar la soberanía a su pueblo, consolidar la división de poderes, brindar la libertad civil de sus ciudadanos, abolir la esclavitud y abandonar el virreinato.
La conmemoración de este Bicentenario debe generar en la nueva sociedad, los planteamientos para visibilizar la generación del tercer centenario de la Gesta Libertadora. Con la construcción de valores auténticos, para encauzar la civilidad por senderos de convivencia, cimentada en la integración, el respeto y consideración entre la comunidad como una patria, libre y soberana.
No se necesita que se erijan nuevos monumentos, los pedestales a construir deben ser los principios que contribuyan a conjurar las infracciones al contrato social. Esta es la oportunidad para que se superen las diferencias irreconciliables presentadas por años.
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