La sociedad y el sistema político moderno se han construido para controlar y protocolizar la responsabilidad del Estado como protector, vigilante e interventor en procura de garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución Política. Así, se facilita la participación de la sociedad en las decisiones que afectan la vida económica, política, administrativa y cultural de la nación.
Por lo tanto, el proceso actual de desarrollo de la sociedad colombiana ha experimentado en las últimas décadas problemáticas en lo relacionado con la seguridad ciudadana que obliga a articular respuestas con las instituciones responsables en este ámbito; mediante la adopción de estrategias y técnicas que logren romper las brechas existentes, con un modelo de intervención que transforme los retos y los modifique sobre las nuevas realidades.
Bajo estos parámetros, la Policía Nacional ante el incremento en la demanda social de seguridad ciudadana, relacionadas en el fenómeno de violencia y criminalidad. En donde el servicio público de policía es un elemento fundamental ligado a las capacidades del Estado para prevenir las afectaciones a la convivencia; la Institución emplea sus experiencias exitosas, además de nuevas estrategias, tácticas y técnicas policiales, dentro de este nuevo escenario como mecanismo de legitimación y reorientación de la función policial.
El uso interno de las buenas prácticas policiales y su difusión a nivel local, regional e incluso internacional, se ha empleado para solucionar efectivamente los factores de crimen y violencia, además en la administración de la Institución con resultados a menores costos y sostenibles en el tiempo; los cuales han sido merecedores de reconocimiento y replicados en otros contextos y en otras instituciones.
Dentro del conjunto de las buenas prácticas policiales se encuentra un catálogo amplio de experiencias exitosas: el Proceso de Transformación Integral; el servicio de investigación criminal; el servicio de inteligencia policial; el Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes; su doctrina institucional que enmarca sus políticas y su sistema de gestión integral; el uso de las nuevas tecnologías de la información; su proceso de incorporación y el sistema de educación policial, entre otras.
Una de las más exitosas prácticas policiales es la participación ciudadana. La Institución ha centrado la interrelación del saber policial con la articulación de respuestas a las prioridades de la sociedad. Esas acciones se han adaptado a las realidades de cada comunidad, al ser interpretadas por la Institución para establecer la estrategia de intervención que más le genere satisfacción y confianza a la población.
La evidencia empírica le ha demostrado a la Institución que más allá de acumular un banco de experiencias exitosas, las buenas prácticas han sido conceptuadas como soluciones eficaces a largo plazo, replicables y evaluadas en su alcance de forma permanente por la Policía Nacional. Lo que implica un intercambio de las mejores lecciones aprendidas como tendencia que enmarca el esfuerzo institucional para la construcción de la seguridad ciudadana.
Las buenas prácticas dependen de la metodología de trabajo y de las condiciones de implementación. El uso correcto de estas exige un diagnóstico de las causas del fenómeno a intervenir, con una focalización para controlar los factores de riesgo y sus móviles; así como la valoración del impacto que tienen estas en la construcción de una mejor Institución y un incremento en la credibilidad y confianza del servicio prestado.