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Autoridad multidimensional y orden público

Sobre la base del Estado Social de Derecho la seguridad es uno de los principales y más importantes bienes públicos y colectivos que todo gobierno debe proveer a sus habitantes. Es una de las garantías con más valor en la sociedad, y se requiere que el Estado asegure el orden público para que el ciudadano se sienta a salvo de cualquier daño que pueda ser causado por otros.

Es relevante comprender la naturaleza multidimensional de la seguridad, la cual está estrictamente ligada a diversos niveles del Estado como son las condiciones societales, políticas, económicas y ecológicas, las que al verse afectadas por factores externos vulneran la integridad de la población y su entorno. Al igual, se suma la percepción subjetiva de la seguridad, que hace relación al imaginario social sobre la valoración de las amenazas en el territorio.

En Colombia, la guerra de guerrillas que se vivió desde la mitad del siglo XX persistió por casi 60 años, fueron asesinadas más de 220 mil personas y desplazados más de 6.5 millones de habitantes. A pesar, que en el 2016 se firmó la paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en donde, tras su desmovilización se formaron nuevos grupos armados, y se fortalecieron los existentes en diversas regiones.

Dicha situación provocó el incremento de la violencia debido a la baja presencia de la institucionalidad estatal en los antiguos territorios de dominio de las FARC, y al fracaso de las administraciones anteriores para implementar el acuerdo de paz, y peor aún se produjo una falla gravísima ante la incapacidad del Estado para salvaguardar la totalidad de la vida de los combatientes desmovilizados. 

Esto implica que la seguridad ha regresado a ocupar las primeras preocupaciones de los colombianos, quienes consideran que se debe replantear el concepto, rediseñar la estrategia y abordar los vacíos legales para evitar empoderar al delincuente y seguir perdiendo el control de más zonas en el país, lo que ha causado una sensación generalizada de inseguridad en muchas ciudades. 

La política central de paz del gobierno ha sido denominada “paz total”, proyecto que le apunta a negociar con tantos grupos armados como sea posible con la esperanza de poner fin a la violencia en Colombia, negociaciones que no han servido para apaciguar el conflicto, y en las que todavía hay muchos cabos sueltos; situación que influye no solo en Colombia, sino también en sus vecinos y en el mundo.

Se requiere de manera urgente, que cada uno de los funcionarios responsables de la seguridad en Colombia, consoliden un mejor entendimiento de los fenómenos de violencia y criminalidad

Por ejemplo, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), una guerrilla marxista-leninista, con la cual los últimos gobiernos han mostrado su interés de negociar su desmovilización, intentos que en su totalidad han sido un fracaso. El ELN se presenta renuente en la mesa de diálogo y con posiciones tan radicales que desconciertan frente a su voluntad de finalizar la guerra contra el Estado.

Aunque, es valioso el impulso y la voluntad del gobierno por pacificar el país a través de conversaciones de paz con la guerrilla y los grupos criminales responsables de la reciente escalada de violencia en el país, y a pesar de que es difícil medir el éxito de dicha política a corto plazo, debe existir los mecanismos necesarios para que las acciones violentas no se incrementen y mucho menos se emplee el tiempo de negociación para fortalecer la maquinaria militar y las finanzas criminales.

Señores ministros de defensa, del interior y de justicia, la Constitución y las normas internas del país les otorgan herramientas para prever las disposiciones que se requieran y puedan anticiparse para restablecer el orden público turbado; es obligación de sus carteras aplicar y emplear, si es del caso, las medidas restrictivas que se necesiten en beneficio comunitario.

No teman instruir a sus comandantes de la Fuerza Pública para que junto con las autoridades judiciales implementen y desplieguen todas sus capacidades para enfrentar el crimen. Ministros, comandantes de las Fuerzas Militares y la Policía, la autoridad es para ejercerla, desde luego con respeto y ajustada a los DDHH. Cada vez que los ciudadanos observan la violación del principio de autoridad esta se pierde aún más.

En Colombia sus mandatarios y su Fuerza Pública con aplicación de las normas tienen que evitar que se repita en el país, lo que sucedió después de las guerras civiles en los países centroamericanos en las décadas de 1980 y 1990, en donde la paz condujo a una exacerbación de la criminalidad, y es lo que se está presentando en todo el territorio en la actualidad; es necesario actuar con la fuerza suficiente frente a la delincuencia y ante las organizaciones que han desatendido el llamado al diálogo de paz.

Se requiere de manera urgente, que cada uno de los funcionarios responsables de la seguridad en Colombia, consoliden un mejor entendimiento de los fenómenos de violencia y criminalidad, así como proponer mayores consensos frente a las prioridades, las posibles soluciones y la necesidad de adaptar e innovar la respuesta institucional en lo local, comprendiendo que la seguridad es contención, prevención y represión, y que para el logro de las dos primeras acciones es indispensable la participación y el compromiso ciudadano, en tanto que la última es responsabilidad absoluta del Estado.

Como lo indicó ya hace 30 años Carlos Lemos Simmonds: “hay que devolverle la seguridad al país restableciendo el principio de autoridad”. En Colombia existen todos los poderes posibles y todo está escrito en normas, y hay muy poca autoridad, es trascendental que el gobierno sin temor alguno exija cumplir la ley.

Publicada en: https://www.kienyke.com/kien-opina/autoridad-multidimensional-y-orden-publico-columna-de-jimmy-bedoya

Confianza institucional: más calidad, un mejor valor público

Como ciudadanos debemos hacernos las siguientes preguntas, ¿qué necesitamos para confiar en el gobierno?, ¿qué es la generación de valor público?, ¿existe un método para medir la confianza y el valor público?, y ¿es imprescindible el valor público para el fortalecimiento de la confianza en las instituciones estatales? Las respuestas a estas inquietudes radican en la gestión eficiente del gobierno central, regional y local, a partir del fomento de lo público en las comunidades.

En 1995 el profesor Mark Moore creó el concepto de valor público, como una metodología en donde los gobiernos deben evaluar las políticas públicas y realizar un análisis de su costo y efectividad en relación con los objetivos formulados en sus planes estratégicos. Así mismo, Moore insiste en el cambio del enfoque tradicional de la gestión estatal por uno relacionado con la innovación disruptiva, abandonando los modelos en donde predominan la ausencia de liderazgo.

La propuesta central de Moore hace énfasis en que los recursos públicos deben ser utilizados para incrementar el valor, de la misma manera en que se crea utilidad en el sector privado. Teniendo en cuenta que el valor público debe suponer un enfoque superior con un impacto en la economía y que tiene que incluir beneficios sociales que satisfagan las necesidades del ciudadano.

No se genera valor público, por ejemplo, cuando el ciudadano al necesitar del Estado para acceder incluso a pequeños trámites: solicitar un registro civil de nacimiento, requerir los permisos para construir una propiedad, abrir una empresa, o acercarse a los servicios judiciales en caso de un hurto, los cuales, sino se hacen de forma rápida y efectiva logran desconectar a los ciudadanos con las instancias gubernamentales.

Lo anterior sucede en un Estado burocrático, paquidérmico y holgazán, en donde sus entidades, institutos, jefaturas, direcciones, ministerios, entre otros, no logran coordinarse entre sí, y tienen de manera repetitiva dificultades para proporcionar los servicios más básicos a sus ciudadanos, y se preocupan más en devolver favores electorales que los llevaron a ser elegidos que en atender las necesidades de todos los habitantes.

La efectiva gobernanza y correcta ejecución de los servicios del Estado, iniciando por las asistencias más primarias a los ciudadanos hasta los trámites más complejos, impactan positivamente sobre la forma de acceder al portafolio de atención de las entidades públicas. Pero en Colombia tener que adelantar un trámite ante una entidad pública o recibir un servicio que es de obligatorio derecho, es sinónimo de invertir mucho tiempo y llenarse de paciencia.

La experiencia nos indica que es difícil concretar la medición del concepto de valor público cuando no existe una sistematicidad en el modelo organizativo del Estado, en el mejor de los casos, se consigue una evaluación en el cumplimiento de la misionalidad particular de la entidad…

Para que la gerencia estatal prospere se necesita promover procesos disruptivos que construyan la confianza en sus instituciones, las cuales con un compromiso ético y en cumplimiento del mandato del servicio público, busquen edificar una nueva gestión administrativa de mayor calidad y eficiencia con procesos que permita resolver los distintos problemas sociales, con unos altos estándares de gestión administrativa.

Nuestros servidores públicos deben tener en cuenta que sus actuaciones tienen que estar soportadas en procesos de planificación regulados por políticas públicas, que definan estrategias y otorguen valor público a nivel gubernamental, como brújula en el mapa del Estado que permita trazar los vínculos entre instituciones, sectores, y actores estatales hacia la satisfacción de los derechos fundamentales y los mínimos vitales o de subsistencia.

El valor público experimentado como el costo que los ciudadanos le otorgamos a los bienes y servicios recibidos por parte del Estado, es efectivo cuando satisfacen sus necesidades esenciales, con calidad y oportunidad, y es al mismo tiempo un impulsor potente para avanzar hacia sociedades más sostenibles y resilientes. Siendo el valor público el centro de una gestión por resultados mediante un liderazgo colectivo, y deben ser evaluados no solo de forma interna sino por medio de actividades de rendición de cuentas a la sociedad.

Por lo tanto, en lo concerniente a la tendencia en las relaciones de confianza con el Estado en América Latina esta ha decrecido de manera sustancial durante las últimas décadas. Datos de la Corporación Latinobarómetro, encargada de investigar el desarrollo de la democracia, la economía y la sociedad en la región, indican que desde 2009 la confianza en las instituciones disminuyó ostensiblemente, alcanzando niveles tan solo del 20% en Latinoamérica. Es decir, solo 1 de cada 5 personas expresó confianza en sus gobiernos.

La experiencia nos indica que es difícil concretar la medición del concepto de valor público cuando no existe una sistematicidad en el modelo organizativo del Estado, en el mejor de los casos, se consigue una evaluación en el cumplimiento de la misionalidad particular de la entidad, por ende se requiere, que los procesos internos del Estado se renueven y valoren el papel de lo público desde un cambio a fondo en su misión, visión, estructura administrativa y de gestión, que implique a su vez un ajuste tanto en la forma de hacer política como en el rendimiento del sector público.

Publicada en: https://www.kienyke.com/kien-opina/confianza-institucional-mas-calidad-un-mejor-valor-publico-columna-de-opinion-de-jimmy

El placer de escuchar “En agosto nos vemos”

El 6 de marzo salió al público la novela póstuma de Gabriel García Márquez, fallecido hace ya 10 años, como un obsequio para sus millones de lectores alrededor del mundo; editada con la misma exquisitez y humildad con la que el autor narraba sus historias. El significado de esta publicación convierte a esta novela corta en una obra imprescindible en cualquier biblioteca.

Debemos agradecer la “traición” de sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, por ofrecernos esta píldora de su padre, ya que fue publicada en contra de los deseos del nobel colombiano. Esta historia rápida y controversial narra las aventuras eróticas de una mujer de mediana edad, Ana Magdalena Bach, quien cada 16 de agosto deja su ciudad durante 24 horas para visitar la tumba de su madre en una isla caribeña, donde ella eligió ser sepultada.

La protagonista viaja en ferry para poner flores en la tumba de su madre antes de regresar con su marido, y por una noche escoger un nuevo amante. Bajo un escenario de cielos tropicales, Ana Magdalena, viaja cada año al interior de su deseo y el miedo escondido en su corazón. Es un escrito con una profunda meditación sobre la libertad, el arrepentimiento, la autotransformación y los misterios del amor.

Uno de los puntos más interesantes de leer “En agosto nos vemos” son las emociones impredecibles que genera la propia historia en sí mediante la música, desde las primeras páginas el autor menciona a un compositor, una pieza de jazz o de música clásica, una salsa, un vals, o un bolero, alimentando el texto con una gran procacidad musical. Como lectores podemos identificarnos con cada escenario en donde se desentraña la historia por la forma en que su musicalidad nos une con el relato, mientras escuchamos una banda sonora que nos llena de imágenes y sensaciones.

Esta novela corta es un texto pletórico de música, en un primer momento se escucha Claro de Luna de Debussy en un atrevido arreglo en piano como bolero, menciona grandes melodías de compositores de música clásica como Grieg, Mozart, Schubert, Dvorâk, Chaikovski, Brahms y Aaron Copland, y exalta el Danubio Azul del austriaco Johann Strauss, para alimentar los oídos de quienes nos adentramos en esta obra del nobel.

Es así, como en la lectura de esta novela se compendia toda la magia que descubriremos al sumergirnos en las páginas de su literatura, en este encontraremos el valor de enamorarnos de la palabra escrita como una compañera inseparable en el viaje de la vida…

Igualmente, el autor nos deja un delicioso mix con Celia Cruz, Elena Burke, Los Panchos, boleros del mexicano Agustín Lara e interpretaciones de música italiana gracias al saxofón de Fausto Papetti, y bellos momentos amenizados con un danzón cubano al modo de Rajmáninov y algunos arreglos para bolero al estilo de Chopin. Con la finalidad de internarnos a un mundo fascinante para lograr imaginar las escenas descritas, el rostro de los personajes, y que en cada línea nos emocionemos más.

La música se filtra en toda esta novela, así como narra Aristóteles en su libro “La Política”, la música es una invención primordial en la formación de la sociedad, afirmando que esta alivia las pasiones, y tiene una fuerte incidencia en la moral social. Sostiene Aristóteles, que construir el carácter social en la convivencia mediante la música es más que necesario, es trascendental, ya que la música imita las pasiones del hombre en sí mismo.

El nobel colombiano se deleitaba con la música clásica y en particular con la del húngaro Béla Bartók, como también sabemos era un amante del vallenato, lo que influyó en sus libros. Contaba con un gusto irrefrenable por el bolero, especialmente de Daniel Santos, así como por el son cubano, la ranchera e incluso algo de tango. En los últimos años de vida atesoró una amistad con Juan Peña, un cantautor flamenco conocido como “El Lebrijano”, quien le dedicó un disco entero a la obra de García Márquez.

En esta novela póstuma, los lectores lograremos percibir con éxtasis la profunda musicalidad que impregna el lenguaje de su relato, su estilo y su prosa los cuales son únicos del universo garciamarquiano, cualidad con la que contó hasta sus últimos años antes de perder la memoria.

Es así, como en la lectura de esta novela se compendia toda la magia que descubriremos al sumergirnos en las páginas de su literatura, en este encontraremos el valor de enamorarnos de la palabra escrita como una compañera inseparable en el viaje de la vida; y como en la banda sonora de esta obra, nos permitirá canalizar y expresar los sentimientos de miedo, alegría, y las emociones más profundas, y hacer que se nos aliviane las penas y nos eleve el espíritu más allá de lo terrenal y permita que alcancemos un estado de sosiego.

Adentrarnos en “En agosto nos vemos” es rendir un homenaje a García Márquez y su legado a través de los libros, como bien lo decía otro nobel de Literatura, el poeta bengalí, Rabindranath Tagore, -citado por Irene Vallejo en su libro “El infinito en un junco”- “un libro abierto es un cerebro que habla. Cerrado, un amigo que espera. Olvidado, un alma que perdona. Destruido, un corazón que llora”. Abramos, pues, los ojos, los oídos y el corazón a esta última voz del nobel de literatura colombiano.

Publicada en: https://www.kienyke.com/kien-opina/el-placer-de-escuchar-en-agosto-nos-vemos-de-jimmy-bedoya

 

Milei, sírvanos de ejemplo

Javier Milei ha conmocionado no solamente a Argentina, sino a la región desde que asumió la presidencia de esa república. Este economista, quien fue candidato por el partido La Libertad Avanza, está desarrollando un plan de gobierno que combina dos elementos principales: el antisistema y el liberalismo clásico.

¿Por qué han impactado tanto los planteamientos de Milei? ¿Acaso su discurso será suficiente para cumplir las promesas de campaña? En primer lugar, un antecedente en Argentina, los políticos han defraudado de forma constante las arcas del país con sus políticas públicas y un excesivo intervencionismo estatal. 

Tras haber jurado como presidente, se dirigió a la ciudadanía para explicar la situación del país que recibió del gobierno anterior, -bancarrota- afirmó. De manera perentoria dio algunas definiciones sobre las medidas a tomar durante su mandato. Modificó el organigrama del Estado. Los ministerios pasarán de 18 a 9 y las secretarías serán tres, para reducir la burocracia del Estado al máximo.

Además, ordenó revisar los contratos de los empleados públicos en búsqueda de irregularidades, el 18% del empleo del país lo representa el sector estatal, exigiendo el 100% de presencialidad en los lugares de trabajo de la administración pública. Igualmente, anunció una voluntad política de devolver a las fuerzas de seguridad del Estado esa “autoridad moral” y una aplicación estricta de las leyes en las calles, entre otras medidas importantes. 

Entre tanto en Colombia, la hoja de ruta diseñada por el presidente Gustavo Petro se encuentra fundamentada en un eslogan publicitario que más parece una frase de campaña: “Colombia, potencia mundial de la vida”, propuesta con la que no ha logrado inspirar a la ciudadanía. Incluso, lo visto hasta el momento en materia de violencia y criminalidad es desesperanzador y muy poco optimista.

Invito al presidente para que tome como modelo las buenas prácticas en política de la región y ratifique los lineamientos de cambio por los cuales fue elegido, que asuma las riendas del liderazgo del Estado

Su logro más notorio hasta el momento fue captar el sentir nacional en su diálogo social. Su candidatura y posterior elección simbolizaba las ansias de cambio a raíz del estallido social, y las altas perspectivas que generó en lugar de ayudar a aliviar la confianza al interior de Colombia, ha contribuido a engrandecer la brecha de la división.

Otro factor que incide en el desempeño del gobierno es su escaso liderazgo y  direccionamiento político, no comprende uno si en verdad desea solucionar los problemas más críticos o, por lo contrario, está consolidando nuevas dificultades. En cada oportunidad es más evidente la crisis de gobernabilidad del presidente, en donde culpa a sus colaboradores más cercanos, ministros, altos directivos y asesores de las fallas presentadas.

Un buen líder no debe hacer notar su jerarquía sobre quienes dirige, no impone sus ideas por la fuerza, todo lo contrario debe construir un puente entre la coherencia y su autoridad. Presidente debe usted motivar a todos los colombianos siendo un ejemplo, este es el mayor legado que nos puede entregar.

Invito al presidente para que tome como modelo las buenas prácticas en política de la región y ratifique los lineamientos por los cuales fue elegido, que asuma las riendas del liderazgo del Estado y que con una visión diferente haga una “refundación de su cambio” en tono conciliador y no beligerante, en donde mediante el reconocimiento de sus debilidades sepa rodearse de expertos para atender los asuntos prioritarios para la nación, e igualmente aprender a escuchar, a comprender y a tomar en cuenta los buenos consejos para gobernar.

Publicada en: https://www.kienyke.com/kien-opina/milei-sirvanos-de-ejemplo-columna-de-opinion-de-jimmy-bedoya

Regénesis en la ciudad, seguridad y resiliencia

Regénesis es un concepto creado por el autor británico George Monbiot, activista ambiental, social y político; el cual se refiere a la transformación de nuestra relación con el entorno, y nos invita a plantear un nuevo futuro para la humanidad con el objetivo de evolucionar sin destruirnos y sin aniquilar al planeta. 

Una búsqueda en contravía frente a los arraigados pensamientos que sostienen el imaginario de la supervivencia humana; en primer lugar, sin importarle incluso la afectación a las demás especies. Pareciera que el hombre cuando se ve en la necesidad de contrarrestar una adversidad hace todo lo que está en sus manos para comprometer su subsistencia. 

Recordemos la locución latina “Homo homini lupus” que significa “el hombre es el lobo del hombre”, popularizada por Thomas Hobbes, usada para el referenciar las atrocidades del hombre, y en especial la ignominia de autodestruirse.

La supervivencia en el planeta depende exclusivamente de las decisiones individuales y colectivas, aunque nos alentamos diciendo que no es tan grave la situación o incluso que no está ocurriendo, que si fuera realmente serio alguien nos detendría o que ya llegarán otros a solucionarlo, o peor aún dejamos las crisis sociales en un comentario banal en las charlas cotidianas.

Entre tanto, nuestras ciudades son territorios en expansión permanente en donde se sacrifica la naturaleza social para que crezca la modernidad y la población. Según la Organización de las Naciones Unidas, para el año 2050 el 68% de las personas del globo vivirá en alguna ciudad del mundo. Un ambiente propicio para la continuidad de los ciclos de deterioro del tejido social.

Las ciudades, además de ser las protagonistas en las crisis sociales, son los territorios en los cuales convergen el desarrollo de las sociedades modernas, mercantiles, industrializadas y tecnológicas junto con las variadas formas de violencia gracias a las dinámicas urbanas. Esto implica la necesidad de un análisis de la ciudad como escenario de la violencia y sus efectos al ser el centro del crimen.

Una consideración final, con unos planteamientos adecuados que permitan no caer en el mismo juego de roles de siempre, se debe comprender que, con adecuadas políticas urbanas se puede lograr un avance en la perspectiva de “des-seguritizar”…

Requerimos una regénesis que logre asegurar la concreción de los planes estratégicos propuestos, a partir de una arquitectura de la civilidad ecosocial, económica, sustentable, solidaria, como un modelo de urbanismo interdisciplinar para el ordenamiento del territorio evitando el colapso del sistema social, factor coyuntural para la actividad delictiva, así como la depreciación de la vida.

Observemos, por ejemplo, la situación vivida en Bogotá en medio de una realidad marcada por límites ambientales, socioeconómicos, culturales y criminológicos que urgen de formas de acción y planificación innovadoras y realistas. Una tarea a contrarreloj para sus mandatarios con el fin de restablecer el equilibrio del territorio urbano mediante el diseño de sistemas que le permitan adaptarse y transformarse. 

Profundicemos así, en el concepto de ciudad mediante un proceso de regénesis que construya modelos que aprovechen al máximo las limitadas capacidades existentes en el ambiente urbano, con opciones basadas en la innovación y la participación ciudadana que logren que el territorio se adecúe a los actuales y futuros escenarios y desafíos. 

Hoy, igualmente el debate por la criminalidad, la violencia y la seguridad ciudadana debemos ubicarlo en la posibilidad de alejarlo de la brecha formada por el unilateralismo y las visiones hegemónicas de la actual política colombiana. Los gobernantes de las ciudades al final de múltiples esfuerzos terminan con resultados insuficientes en el ámbito de la seguridad de sus ciudadanos, y ante el crecimiento del delito solo se propone criminalizar las políticas urbanas tradicionales, sin lograr una ciudad circular, sostenible, resiliente, próspera, tranquila e inclusiva, que incide en el fortalecimiento de un medio ambiente corroído en donde prolifera la violencia.

Una consideración final, con unos planteamientos adecuados que permitan no caer en el mismo juego de roles de siempre, se debe comprender que, con adecuadas políticas urbanas se puede lograr un avance en la perspectiva de “des-seguritizar”, y con una regénesis se mejorarán las relaciones interpersonales con el entorno y se fomentará la satisfacción en las libertades públicas e individuales, así, se deconstruirán unas ciudades con población resiliente sintonizada con su responsabilidad en la protección del concepto de sociedad en el territorio urbano.

Publicada en: https://www.kienyke.com/columnista/jimmy-bedoya

Liderazgo: Lincoln y Chespirito

Hoy el liderazgo es de esos conceptos al que de tanto nombrarlos con ignorancia o pedantería le estamos restando profundidad. Cada uno de nosotros es conocedor de su relevancia, pero su sentido final se ha perdido en el rumbo diario. En la angustia de posar como “el líder” caemos en la distorsión de la realidad en una espiral autorreferencial embelesándonos con nuestra propia imagen.

Hace unos días circulaba por las redes sociales y los chats de mensajería instantánea una carta de un profesor que relataba su cansancio provocado por el comportamiento de sus jóvenes estudiantes, abducidos por sus teléfonos inteligentes, y manifestaba que iba a renunciar. En la nebulosa producida por el agotamiento el docente olvidó que el liderazgo desde cualquier punto de vista es un propósito y una forma de vida. No se evade ser líder, se asume la responsabilidad y las consecuencias. La misión consiste en transformar el liderazgo y así apoyar el de los demás.

Liderar no es el objetivo final, es un estilo de vida, una especie de ministerio sacerdotal. Una conducta que exige ser de largo aliento. Necesita de esfuerzo, sacrificio, resiliencia, dedicación y sobre todo responsabilidad. Es una labor inacabada centrada en el ensayo y en el error, rodeada principalmente por el aprendizaje.

Ahora tomemos como ejemplo un ícono de la cultura popular latinoamericana, Roberto Gómez Bolaños, conocido como Chespirito, él creó varios personajes con un tono inspiracional, y nos idealiza el carácter deseable de quien busca convertirse en líder.

Chespirito decía que contrario a los superhéroes del cómic y el cine, uno de sus personajes, el Chapulín Colorado, era un héroe real. “Los otros son todopoderosos, no sienten miedo porque son prácticamente invencibles. El Chapulín se muere de miedo, es torpe y débil, pero igual se enfrenta al problema. El heroísmo no consiste en carecer del miedo, sino en superarlo”. 

…en esencia, a la suma de una serie de habilidades que van desde la oportunidad de inspirar una visión compartida hasta la de cultivar en los demás la capacidad de adaptarse a entornos complejos…

Es exactamente lo mismo que sucede con el liderazgo, el líder comprometido se enfrenta a sus temores más allá de sus propias limitaciones. El Chapulín Colorado nos exhorta a gestionar la intrepidez, cuando existe una responsabilidad con las personas, se actúa, se vive, se piensa, se canalizan nuestras experiencias para acompañar, guiar e inspirar al otro.

Los líderes reales y con una alta dosis de humanismo ejercen su guía de forma respetuosa con las capacidades y habilidades de los otros; además, son conscientes de la trascendencia de sus acciones. De igual manera, innumerables personajes en la historia han influido sobre la sociedad, otro de esos líderes “globales”, fue el 16º presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln. De quien podemos extraer varias lecciones de liderazgo.

El presidente Lincoln fue consciente de la necesidad de comunicar y conectar con los demás, desde el principio de su gestión se esmeró por obtener el respeto de los ciudadanos estadounidenses. Lincoln no contaba con gran experiencia dirigiendo equipos, sin embargo, se dedicó a trabajar sus habilidades directivas y con una gran inteligencia emocional se propuso contagiar la pasión por sus proyectos, el más ambicioso, la abolición de la esclavitud en el sur de los Estados Unidos. 

Por consiguiente, un estilo de liderazgo sin efectuar una transformación no es en realidad, liderazgo, y menos aún equivale al simple direccionamiento de equipos. Corresponde, en esencia, a la suma de una serie de habilidades que van desde la oportunidad de inspirar una visión compartida hasta la de cultivar en los demás la capacidad de adaptarse a entornos complejos, y siempre desde una búsqueda del beneficio colectivo. 

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/liderazgo-lincoln-y-chespirito