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De pandillas, maras, cárceles y Bukele

En el año 2017, fui miembro de un grupo de integrantes de la Policía Nacional de Colombia que cumplió funciones de asesoría a la Policía de Honduras. Esa experiencia me permitió ser  testigo de excepción de la situación vivida en dicho país y en Centroamérica ocasionada por el desborde de las pandillas y maras, principales generadores de violencia en esa región. 

Por ejemplo, en Honduras el homicidio alcanzó un crecimiento de 181% entre 2004 y 2011. En 2004 su tasa de homicidio era de 30,7 por 100 mil habitantes y en 2011 de 86,5 por 100 mil habitantes; su tope más alto en los últimos años. En el año 2023 este delito se ubicó allí en una tasa de 35,1 por 100 mil habitantes.

En cuanto a El Salvador, décadas de ineficiencia política y de violencia delincuencial causada por las maras lo mantenía en el centro del radar de la violencia en la región. En 1994 la tasa de homicidio era de 134,8 asesinatos por cada 100 mil habitantes, cifras que han venido a la baja desde Nayib Bukele asumió la presidencia en 2019. Al finalizar el 2023 la tasa de homicidios fue de 2,4 por cada 100 mil habitantes, según datos oficiales de su ministerio de seguridad.

Solo para tener un punto de referencia, al inicio de la década de los 90, Colombia llegó a niveles de 86 asesinatos por cada 100 mil habitantes, y aunque la tasa de homicidios en el país ha experimentado una reducción significativa, al cierre del 2023, este índice se promedió en 25,36 por cada 100 mil habitantes, una cifra que comparada con el resto del globo es escandalosa. 

Se estima que El Salvador cuenta con un aproximado de 70 mil pandilleros, cifra fácilmente duplicable por el arraigo de la cultura pandillera en los sectores urbanos marginados. Las maras surgieron tras el cese de la guerra civil en 1992, y se fortalecieron con el marcado nivel de desigualdad vivida por muchos años y la incursión del narcotráfico en las actividades diarias del país. Las dos organizaciones pandilleras más reconocidas y violentas son la “Mara Salvatrucha” y la “Mara Barrio 18”.

Bukele desde su primer mandato, y reelegido al inicio del mes de febrero para cinco años más, ha sido tajante en la lucha contra las pandillas y las maras. En marzo de 2022 decretó el estado de emergencia tras una oleada de asesinatos cometidos por estos delincuentes, a los cuales los califica como terroristas. La estrategia ha debilitado las principales pandillas del país, y sus miembros detenidos purgan sus condenas en megacárceles de máxima seguridad.

…necesitamos políticos con vocación y preparación para asumir los retos de gobernar un país que transita en medio de la esperanza de un cambio que se queda corto, y la agonía de advertir perdidos los avances de décadas en materia de orden público.

La denominada “doctrina Bukele” ha dirigido las miradas a este país y en especial a su presidente. Su estrategia de mano fuerte muestra una férrea voluntad política de mejorar las condiciones de seguridad de su territorio, lo que causa ambivalencias en la región. Sin embargo,  sus resultados no pueden ocultarse, los indicadores demuestran una drástica reducción de los crímenes violentos en más del 90%. 

En cuanto a Colombia, la situación de seguridad es compleja al día de hoy. Los avances en materia de política criminal y de seguridad se han obstaculizado y mientras presenciamos el aumento de poder de un puñado de grupos criminales que han focalizado sus rentas criminales en el narcotráfico, la minería ilegal, el tráfico de armas, lavado de activos, el contrabando y la extorsión.

Hoy, se reporta por parte de Coordinadora Humanitaria más de mil violaciones del cese al fuego pactado con el ELN y las disidencias de las FARC. Los indicadores de seguridad consolidados al final del 2023 señalan un incremento de la violencia. Al igual, la lucha antinarcóticos en su proceso de erradicación disminuyó en un 71% y las hectáreas cultivadas con hoja de coca llegaron a las 300 mil en 2023. Asimismo, la Fuerza Pública se ve en apuros para atacar los réditos criminales de estas organizaciones delincuenciales.

Por otra parte, la coyuntura en las cárceles del país es absurda, y en este periodo de gobierno no se observa el planteamiento de medidas para salir de esta debacle histórica. Los centros penitenciarios están sobrepoblados casi un 55%, desbordados por la corrupción y las economías delincuenciales; un tercio de los internos aún no han sido condenados, y la totalidad de la población carcelaria está en lamentables condiciones sanitarias.

El reto de Colombia en materia de seguridad pública requiere la atención de todos los niveles del Estado para su intervención y de un profundo trabajo interinstitucional para romper la mezcla de crimen transnacional, bandas locales y nuestros problemas tradicionales de seguridad. Aunque el modelo Bukele de cierta manera funciona en territorio salvadoreño, no es necesario dar tal poder o tal posibilidad al actual gobierno que incluso ya piensa que securitizando la seguridad va a lograr resultados de fondo.

Entre tanto, necesitamos políticos con vocación y preparación para asumir los retos de gobernar un país que transita en medio de la esperanza de un cambio que se queda corto, y la agonía de advertir perdidos los avances de décadas en materia de orden público. Entonces, la disyuntiva se centra en cómo abordar de forma articulada la seguridad proveniente del accionar de la Fuerza Pública que contrarresta la criminalidad y la seguridad derivada del enfoque social (educación, empleo y salud) de manera que se rompa el ciclo vicioso de los fenómenos perpetuadores de la violencia. Un país es viable cuando ambos tipos de seguridad son focalizados a través de la construcción e implementación de políticas públicas que los valoren por igual.  

Publicada en: https://www.kienyke.com/columnista/jimmy-bedoya

Descuadre social y la IA

La mayoría de personas consideran que la inteligencia artificial (IA) es una innovación reciente, sin embargo, el término fue acuñado en 1956. Y su desarrollo ha evolucionado a partir de la propuesta de Alan Turin cuando en 1950 afirmó que las máquinas podrían llegar a pensar. Turin fue un matemático que logró descifrar el “Código Enigma” de los Nazis, una contribución esencial para dar fin a la Segunda Guerra Mundial.

La IA ha madurado desde esa primera exploración. Hoy los científicos la consideran como una tecnología necesaria para ser usada en cada ámbito de nuestra sociedad. Sin lugar a dudas, la IA aporta en mejorar la calidad de vida y ayuda a superar las brechas globales como el cambio climático o las crisis sanitarias, un ejemplo claro fue su uso en la pasada pandemia.

Así, los algoritmos que produce la IA están transformando nuestra existencia. Desde influir en las relaciones sociales y sentimentales con un sinnúmero de aplicaciones para citas; ayuda en la administración eficiente del hogar al aportar sugerencias en las compras cotidianas; recomienda las opciones del entretenimiento que consumimos (música, películas, series); hasta se involucra en el debate público y estimula la polaridad en la sociedad, entre otras actividades comunes.

Hace una semana, Sam Altman, director general de Open AI, agencia creadora del ChatGPT, se manifestó al respecto del riesgo asociado a la IA, el cual le tiene alarmado al describirlo como un “descuadre social muy sutil”. Desde luego, no hizo alusión a películas de ciencia ficción con robots que dominan el mundo. Su inquietud radicó en la experimentación de cambios inadvertidos en la implementación y avance de esta tecnología que descarrilarían su propósito principal: facilitar la vida humana.

Turin fue un matemático que logró descifrar el “Código Enigma” de los Nazis, una contribución esencial para dar fin a la Segunda Guerra Mundial

Las naciones y las grandes organizaciones están destinando enormes volúmenes de dinero para el desarrollo de los sistemas de IA, y quienes aún no invierten deberían considerarlo por su aporte en la transformación inevitable para la sociedad moderna y su entorno. Pero, de forma directamente proporcional al expandirse el uso de la IA, crece la preocupación con respecto a los efectos negativos de la IA al aumentar el declive de valores esenciales como la equidad, la libertad, la privacidad, la seguridad y la responsabilidad.

Entonces para afrontar estos temores debemos plantearnos varios interrogantes ¿es concebible actuar éticamente sin conciencia y sin conocimiento por medio de la IA?, y, ¿cómo podemos desarrollar una IA que le sirva a las personas y no que las perjudique? Estos no son cuestionamientos novedosos en sí mismos, cada vez que se implementa una nueva tecnología la humanidad se ha enfrentado a los cambios que conlleva; sin embargo, la globalización y la dependencia en los sistemas informáticos produciría un efecto en cadena nocivo.  

Uno de los principales riesgos en el manejo de la IA es delegar más actividades a esta, y proporcionarle cada vez una autonomía mayor y funciones para que controle el curso de nuestras vidas e incluso nuestro albedrío, lo que nos convertiría en seres complacientes y dominables, permitiendo usurpar nuestro pensamiento y la toma de decisiones humanas.

Es necesario considerar que al hablar de los peligros de la IA, aunque se advierte un descuadre social, está muy lejos de causar un caos colectivo, todo lo contrario, somos los seres humanos los que sin un nivel civilizatorio adecuado se generará lo que todos tememos, un escenario en donde gracias a nuestra condición humana destructiva se hable de un “apocalipsis”.

PUblicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/descuadre-social-y-la-ia

 Colombia en un escenario BANI

BANI es un acrónimo compuesto por las palabras “brittle, anxious, nonlinear e incomprehensible”, traducidas al español “frágil, ansioso, no lineal e incomprensible”, términos que explican un escenario a punto de desmoronarse. 

Este concepto fue creado por el antropólogo estadounidense Jamais Cascio, investigador del Institute for the Future, organización sin ánimo de lucro enfocada en el análisis de los comportamientos y componentes socioeconómicos de las naciones u organizaciones a fin de pronosticar las consecuencias a largo plazo de su accionar.

El momento por el cual atraviesa el país puede identificarse como un escenario BANI. Al finalizar el año 2023 se evidenciaron situaciones adversas en un ambiente enrarecido, que ha permitido confirmar que Colombia está dando un giro inesperado, y en el inicio del año 2024 se ha encapsulado en la esencia de su existencia moderna, lo que parecía ser robusto hoy se torna frágil y puede romperse con facilidad.

Por ejemplo, circunstancias distópicas como que, en año y medio de ejercicio el ejecutivo ha denunciado supuestas conspiraciones de la oposición para desestabilizar su gobierno, sin ninguna prueba, y ahora insiste en la tesis de una “ruptura institucional” para desalojar a la izquierda del poder. 

En consecuencia, la inteligencia del Estado está verificando la autenticidad de unos documentos que señalan un aparente plan para golpear el gobierno del presidente Gustavo Petro. La noticia ha generado un clima de incertidumbre sobre la estabilidad política del país, se espera que las investigaciones aclaren la veracidad y alcance de las advertencias.

Un hecho que ha impactado en la última semana, son las imágenes de la Corte Suprema de Justicia rodeada por manifestantes exigiendo a los magistrados la elección de la nueva fiscal general, situación que no le convenía ni al gobierno ni al país, que comparada con la toma del Palacio de Justicia de 1985 trae al imaginario, recuerdos lamentables.

La desidia gubernamental motiva una dinámica de zozobra que convive en cada ciudadano día tras día, el ejercicio de la autoridad en el territorio se debilita y esto afecta a los pobladores. La erosión del Estado Social de Derecho destruye la ingeniería de la gerencia pública en Colombia.

…el gobierno requiere un ajuste rápido a sus estrategias, perspectivas y acciones, es fundamental planear con prospectiva y desarrollar el factor humano motivándolo a enfrentarse a nuevos retos a partir de las lecciones aprendidas…

En perspectiva, el país se encuentra en un escenario BANI, en donde las acciones van y vienen sucesivamente sin un patrón predecible, los hechos se rigen de forma no lineal. Así mismo, lo incomprensible de la situación ocasiona un aumento en la sintomatología ansiosa y depresiva en la población obligada a tomar decisiones en esta distopía, denotando una sensación generalizada de malestar y aprehensión.

Sin embargo, los sujetos o sociedades inmersas en escenarios BANI son capaces de revertir el deterioro causado. La contemporaneidad permite, como nunca antes, el acceso a herramientas para cambiar aquello con lo que se está en desacuerdo y edificar futuros deseables para todos. Como la única opción es seguir adelante, depende de cada individuo prepararse para asumir la imprevisibilidad que se avecina.

Para doblegar este mundo BANI se requiere un mayor nivel de agilidad, empatía e iniciativa. Navegar por esta nueva realidad requiere abrazar la incertidumbre, incentivar la resiliencia y cultivar una mentalidad de aprendizaje continuo, y otorgar un mayor énfasis al desarrollo de estrategias proactivas, disminuyendo y descartando las respuestas reactivas.  

Por esta razón, se necesitan líderes realmente capacitados, con el interés de abordar las complejidades de esta Colombia bajo estado BANI, que promuevan el abandono de las etiquetas sociales (políticas, generacionales, culturales) y centren su liderazgo con una visión estratégica que posea iteraciones constantes, con foco, soluciones disruptivas y mejora continua como garantes del valor público de los servicios del Estado.

La clave para afrontar este tipo de entornos es construir sistemas con base en un liderazgo colectivo, al analizar sus procesos y que le permita al Estado la identificación, evaluación y gestión de los diferentes tipos de riesgos los cuales tienen el potencial de obstaculizar el cumplimiento de los objetivos estatales. Gestionar de forma efectiva un entorno BANI implica comprender que los cambios y rupturas de paradigmas seguirán acelerándose y si no se atienden pueden llegar a ser imparables. 

Para esto, el gobierno requiere un ajuste rápido a sus estrategias, perspectivas y acciones, es fundamental planear con prospectiva y desarrollar el factor humano motivándolo a enfrentarse a nuevos retos a partir de las lecciones aprendidas y transitar del actual modelo de administración a una nueva gerencia pública integral y flexible.

Publicada en: https://www.kienyke.com/columnista/jimmy-bedoya

Nuevo modelo: liderazgo colectivo

El liderazgo practicado en cada una de las actividades del ser humano se está transformando. Así como en la evolución de cualquier especie en donde esta debe ser capaz de sobrevivir, el liderazgo se adapta a las nuevas condiciones y a su razón de ser.

En un estilo de liderazgo colectivo todos los integrantes del equipo deben estar empoderados para cumplir los objetivos con un alto desempeño. De tal forma, que solo al estar debidamente coordinados alcancen el triunfo como un logro grupal, con total independencia de quien ostente el mando dentro de la unidad.

Generalmente, en las organizaciones se ha pensado que el liderazgo debe ser ejercido por el individuo con mayor rango o cargo y con unas habilidades específicas para conseguir el éxito de la organización, y de paso alcanzar que los demás le sigan. Sin lugar a dudas en el ejercicio y práctica del liderazgo sucede así, no obstante cabe la posibilidad de explorar otros métodos.

Por ejemplo, en un conjunto deportivo no debería existir un líder o un capitán único durante el tiempo completo del encuentro; al aplicar el concepto de liderazgo colectivo quien tiene el balón en su poder lidera en ese momento, y por supuesto, cada jugador se obliga a comprender que durante el juego no podría hacer nada sin el apoyo de sus demás compañeros.

En este caso, las organizaciones no están en la necesidad de contar o confiar en un solo líder como el encargado de orientar a su equipo hacia el cumplimiento de los objetivos. Aunque la mayoría de colectivos lo hacen, dejar la responsabilidad en manos de una sola persona es altamente riesgoso.

La transición de un liderazgo individual a uno colectivo no requiere afán. Realizarlo improvisadamente y de forma azarosa es contraproducente

En ciertas circunstancias de la vida se requiere y es necesario un líder en particular o natural, si bien solo aplica para situaciones específicas en las organizaciones, y para aquellos individuos que posean el don o se hayan entrenado para liderar y lograr mantener su orientación en el largo plazo  hasta alcanzar el éxito.

¿Qué ocurriría si falla? ¿Qué pasaría si perdiera el apoyo del conglomerado? ¿Qué sucedería si determinara desatender la misión? Las respuestas son múltiples y válidas. En estos escenarios son evidentes las diferencias entre el liderazgo individual y el colectivo, el primero es jerárquico y los líderes pautan los objetivos a seguir, mientras que en el liderazgo colectivo el grupo desarrolla el objetivo en un ambiente de responsabilidad compartida sin jerarquías.

Además, en el liderazgo individual no se prioriza de ninguna forma el bien común, se premia el individualismo contrario a lo que se practica en el liderazgo colectivo. En el individual existe una clara delimitación del poder entre líderes y seguidores, en el liderazgo colectivo la línea se desvanece. En el colectivo se estimula la formación de líderes y es prioridad el diálogo y el trabajo a puertas abiertas.

En cada organización se debe ir cocinando a fuego lento un estilo propio de liderazgo y arraigarlo a su cultura organizacional como el conjunto de comportamientos que les permitirá producir los resultados que les indica su misionalidad.

La transición de un liderazgo individual a uno colectivo no requiere afán. Realizarlo improvisadamente y de forma azarosa es contraproducente. Lo imprescindible es encontrar el punto de “identidad creativa propia” que hará que la organización empiece a incrementar el nivel de su liderazgo compartido.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/nuevo-modelo-liderazgo-colectivo

La coevolución del hombre: biología y cultura

En el primer mes del año, los incendios forestales en Colombia arrasaron con más de 7.400 hectáreas. Antes de finalizar enero, 977 de los 1.102 municipios colombianos estaban en uno de los tres niveles de alerta por conflagraciones. Más de la mitad del país permanecía en alerta roja, y desde el anuncio el pasado noviembre del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) que se presentaría en el país el fenómeno de El Niño, se han registrado 360 incendios forestales, 278 tan solo en enero. 

Aunque el fenómeno de El Niño se caracteriza por el incremento de las temperaturas y escasas precipitaciones, otros fenómenos meteorológicos están provocando lluvias en el corto plazo.  Esta es tan solo una evidencia que la modificación de la temperatura y demás variables del clima están sucediendo a una velocidad sin precedentes en la historia del planeta Tierra. El cambio climático es una consecuencia de la evolución del hombre, y está ocurriendo alrededor del mundo con secuelas devastadoras.

Hoy, el llamado es a recordar nuestra responsabilidad como seres humanos miembros de la actual modernidad y actores fundamentales en la transformación del entorno que habitamos. Como individuos somos la combinación de la coevolución entre la biología y la cultura, la cual ha permitido nuestra adaptación a las adversidades en millones de años de evolución y que hacen un papel determinante en la prolongación de nuestra supervivencia. 

Uno de los aspectos imprescindibles en la evolución de la sociedad, es que vivamos razonablemente felices, con la satisfacción de las necesidades básicas cubiertas y también con la capacidad de desarrollar libremente iniciativas de expansión del conocimiento y de tecnología, pero sin poner en peligro la sostenibilidad de la sociedad y el entorno natural, lo cual es precisamente lo contrario a la forma en que nos relacionamos con el planeta.

Así, es preciso comprender el concepto de coevolución como la interacción que existe entre dos o más especies que se influyen en su transformación mutua. Por ejemplo, un cambio en la morfología de una planta afecta la manera en que un herbívoro se alimenta de esta, el herbívoro sufre una transformación y esto a su vez provoca un nuevo cambio a la planta en un ciclo indefinido de coevolución. 

Lo que afianzará nuestra esperanza en un futuro común ecológicamente armonizado y socialmente equitativo, con unas relaciones hombre-naturaleza renovadas dejando a un lado el concepto que el hombre es la cumbre de la evolución…

La pirámide de la complejidad de la evolución del planeta se construyó desde las edades geológicas y cada elemento que conforman este punto del universo son fruto de una larga historia de destrucciones y creaciones, lo que debe entenderse desde el concepto de la coevolución y su carácter histórico. 

Entonces, ante las evidencias de transformación climática es válido que hoy nos detengamos a cuestionarnos ¿cuál es la forma correcta de coexistir con el entorno? ¿Qué acciones pueden considerarse moralmente aceptables? ¿Cuál es el impacto de las actuaciones individuales? ¿Esperamos que sean otros los que se ocupen de mi responsabilidad? Las respuestas están en las reflexiones originadas bajo el reconocimiento de nuestro desenvolvimiento en el ecosistema actual y dentro de los grupos sociales con los cuales compartimos el compromiso de salvaguardar el hábitat que ocupamos.

Una gran parte de la solución está en nuestras manos, desde lo individual, esperar hasta que los gobiernos asuman con altura la emergencia climática es un riesgo para nuestro planeta y su futuro. Una de las primeras acciones a ejecutar es analizar cómo funciona la atmósfera y cuál es nuestro rol en los balances naturales en la geósfera, la hidrósfera, la atmósfera y la biósfera, y cómo las actividades humanas modifican el albedrío de la dinámica planetaria.

Para que coevolucionemos debemos aparejar nuevas visiones, enfoques, teorías, métodos y  percepciones que den lugar a cambios de paradigmas, de modo que comprendamos que nuestra coevolución radica en la forma de enlazar los sistemas humanos, desde lo económico, social, político, tecnológico es decir nuestra cultura, con el sistema ambiental para alcanzar una eficiencia biológica en un estado beneficioso en el que se establezcan las condiciones para el éxito de la subsistencia de todas las especies del planeta.

Lo que afianzará nuestra esperanza en un futuro común ecológicamente armonizado y socialmente equitativo, con unas relaciones hombre-naturaleza renovadas dejando a un lado el concepto que el hombre es la cumbre de la evolución, para enfocarnos en la construcción y puesta en marcha de un contrato social planetario, una “coevolución humana” en la era de la unidad esencial del hombre con la naturaleza.

Publicada en: https://www.kienyke.com/columnista/jimmy-bedoya

El peligro de deshumanizar

En los actuales tiempos se han desbordado los mensajes con un profundo sentimiento de odio, hechos que se materializan con violencia en la vida cotidiana como en la virtualidad y en el anonimato de las redes sociales. En la web se ha vuelto cotidiano difundir noticias falsas, que refuerzan las tensiones sociales.

En Colombia, es preocupante cuando esto sucede desde el establecimiento del gobierno y sus instituciones. Este tipo de prácticas genera controversia, y se acentúa el problema con el uso inadecuado de las redes sociales, y por desgracia gana mayor terreno en la sociedad. Esta es una situación absurda, ya que el gobierno está en la obligación de actuar como un ser social para generar lazos fraternos y de comunicación clara y eficiente entre los ciudadanos.

El ejemplo dado desde el ejecutivo lo que hace es promover el discurso de odio en forma de xenofobia, racismo, antisemitismo, entre otros, que causan gran daño al colectivo social atacando personalmente a los individuos y deshumanizándolos, al punto de convertirse en uno de los métodos más frecuentes para difundir retóricas e ideologías divisorias a escala nacional.

Pronunciamientos que causan decepción al referirse de manera peyorativa en contra de ciertos integrantes de la sociedad, por su condición política, cargo, estrato social o intereses particulares, y de la misma forma se siente tristeza y lo creo desafortunado cuando maltratan a un integrante del gobierno por su origen, raza o forma de pensar.

…el gobierno debe apartarse de discusiones políticas y enfrentamientos ideológicos insulsos que no tendrán ningún resultado positivo

Situación que al ser tan repetitiva se ha vuelto casi normal, el escuchar arengas con un alto contenido de odio, racismo y discriminación conlleva que los argumentos se usen como medios para emitir mensajes de irrespeto; lo que nos devuelve a tiempos pasados de violencia vividos en Colombia.

El Estado tiene la obligación de proteger a todos los residentes del territorio colombiano, así, lo expresa el artículo 13 de nuestra Constitución, todos debemos recibir la misma protección y trato de las autoridades y gozar de los mismos derechos, libertades y oportunidades; y de la misma forma, se debe cumplir con el mandato del artículo 95 de la Carta Magna, al respecto de nuestros deberes y obligaciones como ciudadanos. 

Se debe hacer frente a la intolerancia, al desasosiego en el convivir, la falta de hermandad y la insolidaridad en la que se vive, trabajando para atacar el odio que se extiende como una línea de pólvora en todos los niveles de la sociedad.

Un consejo para el gobierno, para erradicar el odio es necesario mejorar las condiciones sociales porque es uno de los motivos por el cual proliferan en la sociedad estos discursos. No más resentimiento, rencor y maltrato, lo anterior nos ha conducido al sitial en donde nos encontramos, respetemos nuestras diferencias y cumplamos lo consagrado en nuestra Constitución.

La lucha contra el discurso de odio, la discriminación, el racismo y la desigualdad, debe ser una prioridad y compromiso como integrantes de la sociedad para mitigar los escenarios en donde se exacerba y el gobierno debe apartarse de discusiones políticas y enfrentamientos ideológicos insulsos que no tendrán ningún resultado positivo.

Debemos combatir el odio comprendiendo el fenómeno desde su análisis para así conocer su dinámica, para movilizar a la sociedad en su conjunto con un enfoque holístico y reducir la expansión de la retórica del odio, lo que si no se contrarresta es un aviso inicial de violencia.

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