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El juez, el maestro y el policía

El respeto a la ley es un ejercicio de reflexión del ciudadano para alcanzar una tranquila convivencia en la vida cotidiana. Esto requiere buscar por medio de la capacidad de convivir en sociedad los mecanismos que permitan su construcción para que sus integrantes puedan ser capaces de ponerse de acuerdo alrededor de cómo vivir en “grupo”, estableciendo una base de valores mínimos determinados a partir de los máximos de cada uno.

El cumplimiento de los códigos de conducta se relaciona tanto con lo moral como con lo ético, los cuales suelen ser usados imperceptiblemente en el diario vivir y hacen referencia a las costumbres y el carácter humano. Las personas, a diferencia de los seres irracionales, poseen la capacidad de razonar sobre lo que es bueno o malo y decidirse por aquellas conductas que le son propias y le conducirían al logro de sus ideales y en esa medida a su felicidad. 

En la sociedad se han desarrollado normas y costumbres con pretensión de obligatoriedad que deben ser cumplidas y experimentadas como vinculantes, y que tienen por objeto regular en determinada organización la vida social, su ordenamiento jurídico y sus  valores morales. Sin embargo, el proyecto de sociedad moderna inicia cuando el ser humano busca elegir y apropiar sus preceptos y modelos de comportamiento para decidir cómo realizar y proyectar su vida. 

Esto conlleva a una reflexión en torno a los elementos establecidos en la sociedad como trípode en el que se sustenta una convivencia civilizada. Los componentes que conforman esta base representa la autoridad que junto a la fraterna corrección paternal aseguran el respeto de la ley. El juez, el maestro y el policía crean una tríada que al armonizarse contribuyen a satisfacer el objetivo en relación con lo que puede llegar a ser una sociedad mejor.

En conclusión, la tríada de la sociedad debe responder a las exigencias del mundo actual, en donde se requieren, ante todo, individuos que conduzcan a la sociedad por el sendero de la perfectibilidad humana.

En ese sentido, el papel del juez se puede entender como la necesidad que tiene la sociedad de contar con un agente que cumpla la función reguladora del derecho en medio de todos, para mantener a punto las tensiones generadas por los distintos actores que la conforman y reconocen en el derecho la herramienta unificadora de los diferentes contextos sociales. El objetivo del juez es obtener acuerdos entre las condiciones de la vida económica, social y política de la comunidad. 

Al igual, el maestro en la sociedad se distingue como el líder, el formador y el forjador de personas, potenciador de saberes y valores que contribuyen al desarrollo humano. No solo educa con información, sino que instruye con sus actitudes y ejemplo de vida. El maestro es aquel ser integral en donde se conjugan las virtudes intelectuales y los valores éticos, el sentido humanista, la visión prospectiva, la defensa de la verdad y la vida, y la edificación innovadora de la cultura con el compromiso permanente de ilustrar para la libertad.

De la misma forma, el concepto de la misión de la mujer y el hombre policía está pensada como un servicio público de carácter permanente al beneficio del ciudadano y en estrecho contacto con este; su función primordial es la prevención y la represión de la criminalidad, la violencia y el miedo, de manera que se faciliten las condiciones necesarias en el ejercicio de los derechos y libertades públicas para asegurar la paz ciudadana. El uniformado de policía se convierte en el garante del orden.

En conclusión, la tríada de la sociedad debe responder a las exigencias del mundo actual, en donde se requieren, ante todo, individuos que conduzcan a la sociedad por el sendero de la perfectibilidad humana. Es ahí, en lo cual radica la misión constructiva de la tríada; la educación, el ejemplo y el orden lo que fortalece las libertades individuales que encenderán la antorcha que ha de alumbrar el camino de la convivencia en sociedad. 

Cuidar al protector

Para la Policía Nacional una de sus prioridades es la de proteger la vida de las personas a las que sirve y de cada uno de sus integrantes. La institución comprende que el servicio ofrecido a la sociedad conlleva un sacrificio personal; sus uniformados identifican los riesgos de la profesión los cuales confrontan día tras día. Sin embargo, cada servidor policial siempre se encuentra presto para atender la llamada de la comunidad.

Los problemas que enfrenta la Policía Nacional relacionados con la seguridad ciudadana son circunstancias de peso. La labor policial es considerada una profesión de alto riesgo y estrés, ya que sus miembros están expuestos a vivencias agresivas y de mucha exigencia. Con condiciones de tensión constantes el policía combate habitualmente con los peores ejemplos del comportamiento humano; frente a los cuales se le exige al uniformado responder de manera respetuosa, cordial y solidaria, incluso cuando se encuentren con provocaciones severas.

Frente a este escenario en donde el centro de la actividad policial es hacer cumplir las leyes, mantener el orden y garantizar la seguridad de las personas, la institución forma a sus integrantes física y emocionalmente hacia el ejercicio de la autoridad, la asertividad, el profesionalismo, la eficiencia, y el relacionamiento con la ciudadanía. Lo que conlleva a que los uniformados orienten sus experiencias policiales en procura de hacer respetar los códigos de conducta y al mismo tiempo las ponga en práctica en su servicio a la comunidad.

Por lo tanto, este enfoque integral actúa como factor motivacional para profundizar el compromiso emocional a quien la Institución debe proteger, de manera que con dichas estrategias se contribuya a la conciliación entre la vida laboral con la vida personal y familiar…

Lo anterior implica que prestar su misión requiere un cuerpo altamente profesional, integrado, armónico y organizado; soportado especialmente en el modelo de gestión humana de la Institución para gerenciar sus miembros dentro de su marco conceptual de valores y principios. El clima laboral, las competencias individuales, la comunicación, el direccionamiento estratégico, el estilo de dirección, el liderazgo y el trabajo en equipo garantizan el mejoramiento en la calidad de vida de sus integrantes y el incremento en la efectividad de su servicio.

Es por eso por lo que la institución ha establecido una serie de programas de salud y bienestar para abordar los problemas y dificultades de sus integrantes. Un componente clave de este compromiso son las estrategias de salud mental preventiva y de mejoramiento de la calidad de vida que busca impactar las dimensiones del ser -física, mental, espiritual y afectiva-, la cual sirve como columna vertebral de las actividades para apoyar el bienestar de los policías.

Estas estrategias son fundamentales para la institución, que desea involucrarse en el bienestar de su personal como primer paso hacia una evolución de la cultura interna. Es así, que se estableció como elemento principal el componente de desarrollo del modelo de gestión del talento humano, con unas líneas de acción para desplegar actividades relacionadas en el fortalecimiento de la calidad de vida de los funcionarios con el propósito de maximizar el clima laboral y alcanzar el mejoramiento de la actividad de policía.

Por lo tanto, este enfoque integral actúa como factor motivacional para profundizar el compromiso emocional a quien la Institución debe proteger, de manera que con dichas estrategias se contribuya a la conciliación entre la vida laboral con la vida personal y familiar, para mejorar el vínculo de sus uniformados con la Policía Nacional, esto aumentará la efectividad en sus labores diarias y la prestación de un servicio cercano y empático con los ciudadanos, y aportará un valor agregado en la consecución de los objetivos y metas institucionales.

¡Valor y calma frente el peligro!

La sensación de miedo nunca descansa a lo largo de nuestra existencia y en esta época de crisis incrementa su constante acoso. Miedos que mutan en función de la cultura y de los tiempos, sirviendo para crear protección y ayudándonos a sobrevivir ante las adversidades que presenta el entorno. Hemos sufrido como especie en el proceso de la evolución el ataque de especies animales, catástrofes naturales e incluso la violencia de nuestros congéneres.

Aprender a interactuar con los peligros presentados es una fortaleza, para entender que no hay nada en la vida a lo que se le deba temer, es la oportunidad de sentir menos miedo a los cambios estructurales que se originan en la vida.

El historiador francés Jean Delumeau, nos orienta sobre la esencia para comprender los miedos actuales, a través de su libro “El miedo en Occidente”, en donde cita ejemplos acerca de la perfidia con la que el hombre ha usado esta emoción. Temores que van desde el miedo a seres demoniacos, a las plagas mortales y a las mismas pandemias, incluso a las catástrofes naturales y a la percepción de hostigamiento por la desconfianza, el temor o el repudio a las personas desconocidas. El miedo en el ser humano crea división, expresa lo peor de los individuos, por que busca lo que nos diferencia e ignora lo que nos une.

Parafraseando la carta de Maquiavelo a Francisco Vettori, reflexionamos sobre la profesión del uniformado de policía, quien después de su labor, en la oscuridad regresa tarde a casa, se despoja de su armadura verde oliva, cubierta de polvo y se cobija con el ropaje de sus seres amados.

Por esa razón, los integrantes de la Policía Nacional dejan atrás los miedos, llevan a Colombia en sus venas. Es el amigo que olvida el dolor, el frío, la soledad, la indiferencia; convencidos que en la vida lo más sublime es la oportunidad de servir con alegría y solidaridad, para proteger a todos aquellos que desde su silencio lo anhelan.

Ser policía es como lo reza el Código de Ética Policial, tener “valor y calma frente al peligro”, para poseer la serenidad y refugiarnos en la mirada de cada ciudadano, vislumbrando que en ningún momento será en vano exaltar la grandeza de ser policía mediante el sacrificio supremo, dar la vida por el Otro. No tememos al dolor, porque en el andar firme de la Institución: la guía es Dios y el servicio es para la Patria.

Parafraseando la carta de Maquiavelo a Francisco Vettori, reflexionamos sobre la profesión del uniformado de policía, quien después de su labor, en la oscuridad regresa tarde a casa, se despoja de su armadura verde oliva, cubierta de polvo y se cobija con el ropaje de sus seres amados. En el seno del hogar se nutre del alimento del amor, por el cual ha nacido y por el cual muere.

Se prepara para la siguiente jornada con generosidad olvidando todos los problemas, sin lamentarse por las dificultades, sin temor a la muerte y con ansias de entregarse por completo. Acrecentándose en el altruismo, la compasión y las acciones para el bien común. Al final, siempre existirá esperanza que esta vicisitud conducirá a un país mejor.

80º Aniversario

El 16 de mayo es el aniversario del “Alma Mater” de la oficialidad de la Policía Nacional de todos los colombianos, la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander”, campus universitario que en epónima relación con el prócer, enmarca su nombre en letras de oro incrustadas en el altar de la eternidad, después de lograr el torreón de la gloria en las mejores páginas históricas de la nación.

Se engalana en pleno s. XXI la imagen del General Santander, como figura que permanece en la memoria nacional en la más extraordinaria reunión de glorias humanas, quien como forjador de la independencia de Colombia se le debe la formación educativa y cultural del país.

El año de 1940 fue el inicio del trasegar institucional de la universidad policial, cuna de la cultura y la ciencia de policía, sembrada en los cimientos conceptuales necesarios para levantar el augusto edificio del imperio del derecho y la legalidad, timonel del caminar profesional y del respeto por los Derechos Humanos y la convivencia pacífica de la ciudadanía.

Son 80 años de la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander”, que con el valor de la educación ha forjado con su verbo, con su temple y el compromiso sin la menor reserva de sus graduados, la causa de la libertad del país y el ordenamiento del territorio, para poseer un Estado digno de consagrarse y perpetuarse en el tiempo.

Concluyo con estas palabras de Don Gabriel González, Director General de la Policía Nacional (1911-1914) “La fuerza debe estar al servicio del derecho, el derecho al servicio de los hombres, los hombres al servicio de la patria y la patria entera a los pies de Dios”.

La Escuela de Cadetes de Policía, con su estilo victoriano ha formado en sus amplias logias de arcos ojivales y su cromatismo terracota, a los oficiales que necesita la Institución para los cargos de dirección, comando y administración del servicio de policía de acuerdo con la misión que le otorga la Carta Magna.

Graduandos que han entendido la Policía no solo como cuerpo armado vigilante del orden social de los desmanes públicos; sino como la Institución que es el elemento humano, espiritual, cognitivo, que por su vínculo directo y constante con la sociedad, y gracias a la autoridad que les reviste el Estado son maestros de civismo, para enseñar a cumplir las normas de disciplina necesarias para una mejor convivencia social.

Cada vez que un graduado de la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander”, transita su avenida principal en donde se erige la estoica estatua del “Fundador civil de la República”, le embarga un sentimiento de respeto y admiración por su labor realizada y por la perseverancia y la pasión que tenía por toda Colombia.

Concluyo con estas palabras de Don Gabriel González, Director General de la Policía Nacional (1911-1914) “La fuerza debe estar al servicio del derecho, el derecho al servicio de los hombres, los hombres al servicio de la patria y la patria entera a los pies de Dios”. Así, fieles a los principios del claustro universitario rendimos tributo a su excelencia educativa como constructora de la patria.

Convivencia y la ciudad tras la pandemia

¿Cómo se adaptará la ciudad a las nuevas formas de convivir, trabajar, estudiar y hacer ocio? En el mundo actual existen numerosos ejemplos de proyectos de ciudad y de gestión de su espacio público. El urbanismo se debe pensar como un modelo de planeación colaborativo, en donde la sociedad se compromete con las intervenciones de infraestructura para que estas se adapten a la ciudad, generando un impacto en las comunidades y al dinamismo de su cotidianeidad, con el común denominador de buscar mejorar la experiencia en el espacio público.

Los primeros procesos de ordenamiento urbanístico a lo largo de la historia, surgen principalmente por los brotes de enfermedades que obligaron a la creación de nuevas innovaciones en el diseño urbano. Los arquitectos se basaron más en conceptos médicos que en la teoría de la arquitectura, lo que provocó cambios en la forma de edificar.

Hoy, las regulaciones a la conducta social establecidas después de la declaración de la pandemia mundial por parte de la OMS, han transformado nuestra manera de interactuar con las personas y en especial con la ciudad.

Tras la pandemia se fundamentarán los pilares de la nueva ciudad y su convivencia, centrando la atención en una “ciudad verde” para mitigar la enfermedad. Se rediseñarán desde los cubículos laborales hasta los lugares abiertos, el espacio público tendrá que adaptarse a la distancia social para frenar el contagio.

Finalmente, los conceptos de urbanismo, seguridad y convivencia se terminan uniendo, porque establecen una relación estrecha en la conducta social incidiendo en la actitud de los conglomerados, un entorno organizado inhibe el delito y mejora el comportamiento del individuo.

Se establecerá un modelo de “ciudad de polígonos cortos”, en donde se limita el tráfico en el transporte público, dando prioridad al peatón y al ciclista. Las TIC´s se encargarán de acciones que en algún momento fueron controladas por otras personas, las aplicaciones por voz liderarán el cambio. El urbanismo y la pandemia abrirán a nuestro paso un mundo más individual y digital.

Como en los conflictos, la pandemia crea un “shock social”, la resiliencia urbana ofrece oportunidades para contar con ciudades más maduras, aunque el futuro aún es incierto, no hay duda que una nueva vida nos espera al final del confinamiento. El tiempo tras la pandemia apunta a una nueva experiencia de lo urbano.

Implica entonces un compromiso de las autoridades locales y los ciudadanos, el implementar un nuevo espacio público para mejorar la convivencia de las personas, construyendo lugares diferenciales para la vida, con proyectos en medio del cambio y la crisis, de esto depende la seguridad, la convivencia y el desarrollo de toda una sociedad.

Durante los días de pandemia, el delito ha mutado según las restricciones sociales, por lo cual la Policía Nacional de todos los colombianos, ha implementado estrategias de seguridad para adaptarse más rápido que la delincuencia, focalizando el servicio de policía apoyado en el análisis de datos.

Finalmente, los conceptos de urbanismo, seguridad y convivencia se terminan uniendo, porque establecen una relación estrecha en la conducta social incidiendo en la actitud de los conglomerados, un entorno organizado inhibe el delito y mejora el comportamiento del individuo. La ciudad es una expresión social y desde luego la obra maestra del hombre.

Una Policía de liderazgo evolutivo

En época de crisis, la naturaleza humana nos conduce a tener miedos, sensación de impotencia y de victimización. Situaciones adversas y difíciles de predecir, para lo cual no nos hemos podido preparar totalmente, existiendo la necesidad de tomar decisiones sobre el avance de las circunstancias vividas y a la vez de una forma rápida.

La evolución humana, exige líderes con la capacidad de ser reconocidos como modelo para todos, con una serie de habilidades y conocimientos que influyan en el desarrollo de la humanidad. Cualidades que permiten que el liderazgo direccione los procesos encaminados al aumento de la productividad y la competitividad de la sociedad, con las acciones necesarias que permitan potencializarlas para facilitar así el mejoramiento de la calidad de vida.

Hoy, la misión de las instituciones y sus líderes es atender las necesidades de la sociedad, para mitigar la propagación de la enfermedad y ayudar a mejorar la economía con el desarrollo de un modelo sustentable, a través de una visión integral. Por lo cual su comportamiento y su forma de actuar durante la crisis, establecerán su reconocimiento como buenos o malos líderes.

El policía de hoy posee una forma de pensar y sentir que le permite desempeñarse con hidalguía en lo profesional, en lo particular y en la vida en general.

La Policía Nacional de todos los colombianos, con todas sus capacidades y la experiencia acumulada en 128 años de servicio a Colombia, asumió un nuevo liderazgo teniendo en cuenta que el país exigía una Institución fortalecida en sus valores y principios. Por intermedio de un liderazgo evolutivo presta su servicio en atención a la emergencia sanitaria, con el propósito de generar un cambio sustancial en la forma de servir a la población y de impulsar la coordinación y la cooperación entre las comunidades y las instituciones, para consolidar la confianza social, con un servicio de policía más efectivo y cercano al ciudadano.

El reto actual de la Policía Nacional como líder, es el de conducir no solo a la ciudadanía sino a las grandes instituciones, a trabajar de forma holística para contribuir al diseño e implementación de buenas y mejores prácticas. Logrando con efectividad el cumplimiento de las normas en días de aislamiento preventivo obligatorio, respondiendo a los lineamientos institucionales y comprometidos a contrarrestar las nuevas afugias de seguridad y convivencia del país.

Bajo este concepto, la Policía Nacional de todos los colombianos se continúa preparando para liderar todas las estrategias que, en materia de seguridad, dicta el Gobierno Nacional para aportar en el mejoramiento de la salud de todos los colombianos. El policía de hoy posee una forma de pensar y sentir que le permite desempeñarse con hidalguía en lo profesional, en lo particular y en la vida en general. Gracias a todos por permitirnos servirlos, con el apoyo de toda la ciudadanía y las instituciones, salvaremos millones de vidas de colombianos. Somos uno, somos todos.