¡Síganme los buenos!
A casi dos décadas del atentado de las Torres Gemelas en Estados Unidos, la humanidad ya no es la misma, se ha originado en Occidente una obsesión con el miedo, especialmente el que genera el otro, el sujeto desconocido, el de otra cultura e incluso de una raza o nacionalidad diferente a la nuestra. Miedo que al inquistarse en la sociedad logra producir un mayor daño del que se pretende evitar, generando polarización entre la mayoría de personas.
De este concepto y con mucha frecuencia, surge la falacia de desear juzgar a los demás, teniendo la claridad que en el planeta no debemos establecernos como un tribunal ético que dictamine la escala de valores, evalúe las conductas y juzgue a las personas.
Significa esto que la sociedad en la que nos encontramos es víctima de una minoría dañina y que existe una mayoría que debe reaccionar, para no continuar siendo lacerada por las acciones de pequeños grupos de personas de características tóxicas.
Individuos que utilizan la mentira, la hipocresía y la falsedad para hacerla circular por diferentes medios dentro de la sociedad, causando estragos en el comportamiento de los ciudadanos.
Estas actividades que permanecen en el tiempo provocan violencia y divisiones en la sociedad, siendo aprovechadas por líderes codiciosos con la ambición de obtener beneficios por los conflictos creados.
Es perentorio como buenos ciudadanos amar profundamente al país que nos vio nacer, identificarnos con la cultura de nuestra tierra y no anhelar la que no es afín a la nuestra…
Es ahí, cuando la sociedad debe reaccionar con una invitación como la de “¡síganme los buenos!”, frase acuñada por “El Chapulín Colorado” uno de los personajes más conocidos del comediante mexicano, Roberto Gómez Bolaños ‘Chespirito’, quien como un ser sensible e imperfecto resolvía de forma ingeniosa y divertida las adversidades que se le presentaban y nos invitaba a la movilización ciudadana, mediante la suma de esfuerzos que promueven el trabajo para la integración social, el fomento de la convivencia pacífica y la relación amena entre iguales en la comunidad.
Es perentorio como buenos ciudadanos amar profundamente al país que nos vio nacer, identificarnos con la cultura de nuestra tierra y no anhelar la que no es afín a la nuestra, hay que demostrar siempre ese amor por nuestros congéneres.
Planificar cómo podemos ser cada día más útiles, cómo podemos servir adecuadamente al país, siempre con el compromiso de dar lo mejor de cada uno de nosotros, y entre otras responsabilidades formarnos en la profesión, la labor o la tarea que más nos guste, en la que seamos más felices y podamos ayudar positivamente.
Debemos siempre dejar la piel por Colombia, esta es la mejor forma de servir y de aportar a la construcción de la nación. Para salir de la crisis es hora de dejar de creer en actos caídos del cielo o de magia, solo sirven las propuestas y acciones bien encaminadas para plantear un pacto social por un nuevo país.
Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/sganme-los-buenos