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Desarrollo juvenil positivo

Año tras año se presenta un aumento en el número de jóvenes que infringen la ley penal, siendo los varones los que cometen la mayor cantidad de conductas punibles, principalmente entre los 14 y 18 años de edad. Por ejemplo, en 2018 tan solo en Bogotá se registraron 5.384 casos de delitos en los que participaron menores de edad y en donde se presentaron 2.809 aprehensiones.

Para enunciar un solo hecho en el primer semestre de 2019, un menor de 14 años asesinó a dos personas en Medellín, lo más inquietante del caso es que no era la primera vez que lo hacía, según la Fiscalía el niño ha participado en al menos 12 homicidios.

Hay que entender que la adolescencia es la etapa del ser humano que posee una mayor capacidad de maleabilidad, en donde el joven alcanza el desarrollo de todo su potencial siempre y cuando mantenga unas relaciones saludables con su entorno, por tal motivo es el ciclo vital que más interés debe suscitar entre las autoridades, los investigadores y los profesionales preocupados por la integración social de los jóvenes.

Se debe propender por eliminar los factores de riesgo y las condiciones ambientales que inciden en la probabilidad de un comportamiento delincuencial, así como incrementar los factores de protección de sus características individuales.

Para desarrollar todas sus potencialidades y que se conviertan en adultos competentes

El desarrollo juvenil positivo persigue el objetivo de promover la competencia personal, mediante un enfoque planeado y prosocial que involucra a los jóvenes dentro de sus comunidades, escuelas, organizaciones, grupos de iguales y sus familias de una forma productiva y constructiva; en donde reconoce, emplea y robustece las fortalezas de los jóvenes; brindándoles oportunidades y fomentando relaciones positivas que los orienta hacia la obtención de habilidades de liderazgo para que los adolescentes se conviertan en miembros de la sociedad que se respetan a sí mismos y a los demás.

Una de las primeras labores en la construcción del modelo de desarrollo juvenil positivo, es comprender que la intervención temprana es fundamental, para la generación de las aptitudes colectivas y la capacidad de adaptación de los jóvenes, que permitan conectarlos con experiencias prosociales preparándolos en el desarrollo de una vida adulta sana, feliz, útil e integrada en las actividades de sus grupos comunales y así prevenir el inicio del comportamiento delincuencial.

Académicamente, los tres agentes con responsabilidad en la formación de los muchachos son la familia, la escuela y la comunidad, quienes se deben encargar que los programas sean más efectivos cuando se trabajan en asociación con ellos, para desarrollar todas sus potencialidades y que se conviertan en adultos competentes involucrados en la solución del complejo mundo en el que tendrán que vivir.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/desarrollo-juvenil-positivo

Innovación disruptiva

Colombia después de doscientos años de independencia y en medio de los crecientes desafíos globales, ha mejorado sus indicadores en las dos primeras décadas de este siglo; sin embargo, se tienen grandes retos en el contexto social, económico, político, tecnológico y en la desarticulación del crimen. 

Por tal motivo, la Policía Nacional se ha venido preparando para definir la ruta estratégica de desarrollo operativo y organizacional para el fortalecimiento institucional a partir de un trabajo metodológico, que renueve el servicio público de policía en su rol constitucional de seguridad y convivencia ciudadana.

Ante este desafío, la Policía como entidad clave para orientar el orden, la convivencia pacífica y la seguridad ciudadana, implementó mediante la utilización de procesos de innovación disruptiva y planeación a futuro —corto, mediano y largo plazo—, el Plan Estratégico Institucional, PEI 2019-2022 “Colombia Bicentenaria, Seguridad con Legalidad”, para construir escenarios que en el contexto actual, mejoren las condiciones de vida a los ciudadanos con una prospectiva de país para ser más competitivo en el marco local e internacional.

Está diseñado con el soporte de su “Sistema de Gestión Integral” permitiéndole contar con métodos, sistemas, y herramientas modernas para identificar su propósito, sus retos y las brechas que la separan de sus metas. 

El “PEI” se convierte en la hoja de ruta institucional, en la construcción de coexistencia y seguridad ciudadana

La Policía está preparada para afrontar las incertidumbres encontradas, agrupadas en tres ejes, primero, la complejidad social, la migración y la gestión en el territorio; segundo, los delitos transnacionales y los actores criminales, y tercero, la tecnología, la economía y las alianzas estratégicas.

De igual manera, al tomar mejor sus decisiones y de enfrentar el cambio, conocer las amenazas y los riesgos, le permite definir iniciativas anticipativas con el fin de focalizar los asuntos prioritarios para la entrega de valor a los grupos sociales objetivo, optimizando el uso de las capacidades propias para alcanzar altos niveles de excelencia e innovación. Acciones que generarán un compromiso social y contribuirán al desarrollo del país.

El “PEI” se convierte en la hoja de ruta institucional, en la construcción de coexistencia y seguridad ciudadana; con el despliegue de cuatro horizontes institucionales: la convivencia, la disrupción y reducción del delito, la participación cívica y la cooperación internacional, lo que potencializará las capacidades de prevención, control e intervención contra el crimen.

Haciendo parte de la consolidación del proceso de modernización y transformación institucional, que busca entregarle al país policías más humanos, más efectivos en su gestión y cercanos al ciudadano, para obtener como resultado la consolidación de la confianza social.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/innovacin-disruptiva

Graffiti: voz y sentimiento

El hombre siempre ha tenido la necesidad de expresar sus vivencias como muestra de su existir. Es así, que el grafear trazos tiene años de antigüedad y variados ejemplos, desde las pinturas rupestres a los muros de la cultura egipcia o las columnas romanas.

Posteriormente en el mundo contemporáneo, el graffiti se consolida gracias al fenómeno cultural de Nueva York y Filadelfia en los años 60, sumado a las protestas de mayo de 1968 en París, convirtiéndose en una de las revoluciones artísticas más grandes de finales del siglo XX.

Esta corriente llega a Colombia en los 70, donde el graffiti era un método de comunicación casi exclusivo de la actividad política de las organizaciones civiles y del movimiento estudiantil.

Actualmente, el graffiti es considerado como arte urbano y para los graffiteros es su forma de expresión, aunque en el imaginario de la mayoría esta actividad es interpretada en el marco de la ilegalidad y el vandalismo. El ejercicio del graffiti se realiza en cualquier rincón del mundo, pero es más común apreciar este arte callejero principalmente en ciudades cosmopólitas.

En Colombia no ha existido una prohibición explícita hacia el graffiti y hoy se le considera como una práctica cultural

Siendo esta manera de comunicarse una de las más características del concepto de ciudad, que igual a toda práctica humana, ha evolucionado prevaleciendo en el fondo su carácter reivindicativo y de rebeldía, especialmente con las desigualdades sociales.

Por su significado social, el graffiti difícilmente será erradicado de la ciudad. Por el contrario, se debe buscar un punto de apoyo para que el potencial comunicativo que lo acompaña, se acondicione a las normas establecidas y cohabite entre lo público y lo privado.

Respetando la noción de espacio público que evoca el orden social y lo que le pertenece a toda la comunidad; como una idea de la concepción del “ágora”, en donde los griegos trataban los asuntos de la vida política, económica y religiosa de la “polis”.

Espacios en que los graffiteros se lanzaron a la búsqueda de aceptación, para perder el estigma de ilegalidad y la connotación vandálica. 

En Colombia no ha existido una prohibición explícita hacia el graffiti y hoy se le considera como una práctica cultural. El cual ha transformado nuestro territorio y por lo tanto se debe reflexionar sobre su uso irregular que lo convierte en una manera no adecuada de acercarse a la preservación del espacio público.

Por eso las ciudades han decidido entregar espacios públicos a los graffiteros para cambiarlos y hacerlos más llamativos; Bogotá y Medellín ya cuentan con un “grafitour” entre sus atractivos turísticos, mientras que Cali ya realizó un primer Congreso mundial de graffitis.

Finalmente, debemos redundar en la protección del entorno de todos e igualmente establecer las zonas adecuadas para exaltar la voz interna del graffitero.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/graffiti-voz-y-sentimiento

De placa en el pecho

Es imposible hablar de la historia del país, sin mencionar a la Policía Nacional. Institución que desde su creación y a través de los años se ha convertido en bastión para el desarrollo social e impulso de la organización democrática y política de la república.

Su crecimiento institucional ha sido influenciado por nuestra ascendencia rural y multiétnica, y en las últimas décadas ha entregado miles de héroes por su lucha contra las guerrillas, la delincuencia y el narcotráfico.

Acontecimientos dolorosos que le han exigido todo su compromiso para afrontar nuevos retos, no solo a nivel local, sino en todo el territorio nacional.Su primer director y organizador fue el comisario especial Juan María Marcelino Gilibert, de nacionalidad francesa.

Logró que la Institución iniciara sus labores después de varios preparativos, y tras su creación con la expedición del decreto 1.000 del 5 de noviembre de 1891, el 10 de enero de 1892 sus primeros 450 integrantes desfilaron en la plaza de Bolívar, haciendo presentación oficial como los nuevos garantes del orden.

De forma simbólica ordenó a sus agentes portar en el pecho sobre el corazón, la placa que los identifica como miembros de la Policía, como muestra de su amor y vocación con el servicio. Hoy, es un cuerpo policial con más de 170.000 hombres y mujeres a disposición de todos los colombianos.

La Institución es el resultado de sus vivencias, especialmente las del amor por servir a la comunidad

La Policía Nacional consciente del gran reto que posee, actualiza sus procesos para adaptarse a los lineamientos del Gobierno Nacional y especialmente a las necesidades de la comunidad en general. Actualmente no es solo un gran equipo de hombres y mujeres, sino una organización que de la mano de la tecnología y un talento humano más capacitado, se proyecta hacia el futuro con una visión clara para atender los desafíos que se plantea el país, en búsqueda de la convivencia pacífica y la seguridad ciudadana.

La grandeza de la Policía y su posicionamiento no han dependido exclusivamente de sus resultados operacionales contra el crimen, sino también de la transparencia, la rectitud y el comportamiento ético de quienes la conforman.

Los policías son símbolos permanentes de solidaridad, legalidad y justicia. Ante esta gran responsabilidad, la Institución ha reafirmado la Política Integral de Transparencia Policial, con el fin de direccionar y monitorear la conducta de todos sus integrantes.

La adopción de valores éticos universales, le ha permitido a la Policía afrontar las principales amenazas contra el Estado Social de Derecho, como son la corrupción, la irracionalidad, la ineficiencia y la indiferencia social. La Institución es el resultado de sus vivencias, especialmente las del amor por servir a la comunidad en estos 128 años de historia en la vida de Colombia.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/de-placa-en-el-pecho

Documento estratégico

Hoy finaliza el calendario electoral en Colombia, con la votación para elegir las autoridades político-administrativas de las entidades territoriales. Uno de los mayores retos que enfrentarán es realizar procesos de planeación asertivos, que aborden integralmente los problemas públicos que afectan a la comunidad.

Es así, que la Policía Nacional como actividad previa al inicio de labores de los nuevos gobernadores y alcaldes, ha participado activamente en su capacitación en temas relacionados con la gestión territorial de la seguridad, para que en sus programas de gobierno se incorporen líneas de acción que sean consecuentes con la convivencia y seguridad ciudadana.

Construir un país seguro no es una labor que necesite adoptar medidas reactivas y aisladas. Se requiere el desarrollo de procesos de planeación basados en diagnósticos que se constituyan en verdaderos análisis de las realidades que se viven en cada territorio y, por supuesto, en programas y acciones que permitan acercarse desde diferentes dimensiones, a las manifestaciones de los fenómenos y hechos que afectan la convivencia y la seguridad.

El documento estratégico para esta tarea es el Plan Integral de Seguridad y Convivencia Ciudadana -PISCC-, como la herramienta a través de la cual es posible materializar el enfoque y los lineamientos de la Política de Defensa y Seguridad del Estado.

Construir un país seguro no es una labor que necesite adoptar medidas reactivas y aisladas

Como se observa el PISCC es la hoja de ruta de acuerdo con las competencias, funciones y atribuciones que la Constitución Política y la ley les ha otorgado a las autoridades territoriales, en relación con el manejo del orden público y la materialización de dos fines esenciales del Estado: la convivencia pacífica y la seguridad ciudadana.

Este plan debe implementarse dentro de sus primeros seis meses de gobierno, convirtiéndose en la política pública de planeación estratégica para la seguridad y convivencia ciudadana, con proyectos que deben ser financiados con los recursos de los Fondos Territoriales de Seguridad y Convivencia Ciudadana, creados en sus administraciones.

El PISCC debe estar alineado con los planes de desarrollo tanto departamentales y municipales, por lo cual es necesario que posean una estructuración clara en cuanto a todos los aspectos de seguridad pública y convivencia, a partir de los cuales se desprenderán todos los proyectos en este asunto, que deben atender la problemática de criminalidad.

En este sentido, recuerdo a las autoridades político-administrativas, su obligación de velar por la tranquilidad en sus regiones, las condiciones de seguridad, la promoción de la convivencia pacífica y la cultura de la legalidad que son fundamentales para garantizar una mejor calidad de vida de los ciudadanos y así alcanzar un desarrollo humano sostenible.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/documento-estratgico

Reinserción social

La prisión debe considerarse como la última fase del proceso de justicia penal, que inicia con la comisión del delito, prosigue con la instrucción del caso, el arresto de los sospechosos, su aseguramiento, el juicio y la sentencia judicial.

En esta encontramos la función de reinserción social la cual es obligatoria en el sistema penal, para que el condenado se readapte a vivir en comunidad, abandone la conducta delictiva y se convierta en agente útil de la sociedad, obteniendo como resultado el reducir los comportamientos criminales en la misma.

En Colombia, las cárceles enfrentan una situación crítica en materia de hacinamiento y sobrepoblación, llegando a un 153% de su capacidad. Adicionalmente cerca del 35% de sus reclusos se encuentran en prisión preventiva y no han sido presentados a juicio, lo que provoca saturación en los servicios que se deben brindar a los reclusos, dificultando la reintegración del condenado a la sociedad.

Nuestras cárceles no cuentan con los servicios adecuados en aspectos de tratamiento psicológico, alejando el objetivo de la reinserción social de la meta del sistema penitenciario y carcelario interno, sin duda un alto porcentaje de las personas condenadas que recuperan la libertad, seguirán delinquiendo.

Es un asunto de todos y no debe ocupar tan solo un lugar tangencial en el debate público

Es necesario para dinamizar la reinserción social de los condenados en Colombia, incluir terapias psicológicas en su tratamiento, no solo para garantizar un trato más humano en el sistema penitenciario, sino para plantear programas orientados hacia la disminución de la conducta típica penal y al aumento de conductas deseadas o pro-sociales, buscando eliminar la reincidencia y la peligrosidad.

Disminuyendo los costos asociados al crimen, la experiencia nos indica que “prevenir es mejor que curar”, así reducimos el sufrimiento ocasionado por las pérdidas personales y materiales.

El primer paso para ser exitosos en la resocialización de los condenados, es que cada colombiano abandone el trato indiferente a las personas privadas de la libertad, se cree en el imaginario que las vicisitudes acontecidas en el presidio, es una justa retribución por los daños causados a la sociedad. Mientras esto no cambie, ayudará a que la crisis estructural de las prisiones continúe, debemos proponer un modelo de sistema penal que no se reduzca al castigo, sino que tenga como fin evitar la probabilidad que la población penal vuelva a delinquir.

No obstante, en una sociedad que se precie de respetar unos mínimos estándares de dignidad para todos los seres humanos, que un individuo sea considerado delincuente no justifica, bajo ningún punto de vista, que sea despojado de su humanidad. Este es un asunto de todos y no debe ocupar tan solo un lugar tangencial en el debate público.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/reinsercin-social