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Carabineros de Colombia

En Bogotá el 16 de febrero de 1971, la Policía Nacional dispuso un grupo de policías montados para atender una serie de disturbios. En medio de la refriega, un caballo de la unidad de nombre Comején, sale herido y golpeado por los manifestantes, a pesar de ello, este heroico animal a punto de morir, abriéndose paso dentro la multitud furiosa, salva la vida de su jinete, el teniente Mazulán Martínez. En un acto humanitario, él decide terminar con el sufrimiento del valiente, dándole paz eterna. Este hecho en la historia de los carabineros selló por siempre el amor por los sementales.

En un sueño más del comisario francés Marcelino Gilibert, por engrandecer la Institución, en 1893 se cristalizó el plan de organizar un cuerpo de caballería en la naciente Policía, con un destacamento de cincuenta agentes que vigilaban las zonas rurales de la sabana de Bogotá. Pioneros de levita y pantalón negro, que contrastaba su vestimenta con guantes y cinturón blanco, en cabalgaduras engalanadas con sillas cuatro barras, jáquima con pisador y polainas. Deslumbrando en su marcha por el campo, para vigilar día y noche el reposo de los ciudadanos honrados.

Colombia es un país donde el conflicto y la violencia se han vivido de forma predominante en las áreas rurales y los campesinos han sido tradicionalmente, los más afectados por el mismo. Por las condiciones actuales de seguridad del país y atendiendo sus requerimientos, la Policía Nacional por intermedio de la Dirección de Carabineros y Seguridad Rural, mantiene a su cargo el restablecimiento del control estatal en regiones de alta conflictividad, el cubrimiento de las zonas de desmovilización y presencia de los grupos al margen de la ley; luchando contra actividades delincuenciales como el narcotráfico y la minería ilegal, entre otros.

Es así, como el escenario principal de acción de los carabineros es el campo colombiano, concibiéndose una estrategia dirigida a consolidar el servicio de policía en las zonas rurales; a través de la configuración de un Sistema Integrado de Seguridad Rural, que permitirá garantizar la cobertura, permanencia y trabajo articulado con la comunidad, en aras de atender los problemas de convivencia en estas regiones, con lo cual se asegura el control social y territorial que permite contrarrestar los factores de desestabilización y la reaparición de amenazas en el país. Con la operacionalización de este sistema se busca igualmente desplegar todas las capacidades institucionales de carácter investigativo y operativo, para neutralizar el accionar delincuencial.

Los carabineros con 124 años de servicio, serán fundamentales en esta nueva etapa de la historia de Colombia, continuarán evolucionando acorde a los adelantos del momento. Aunque las nuevas tecnologías y las máquinas han desplazado al noble caballo como herramienta, sus cascos seguirán resonando mesuradamente llenando de melodía los campos colombianos, haciendo presencia a lo largo y ancho de la geografía nacional; y el repicar de las espuelas del carabinero acompañará el lema que clama cada piedra del camino, ¡Carabineros de Colombia: compañerismo, integridad, bravura!

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Presidente Holguí­n: el fundador

La historia se ocupa en señalar las condiciones excepcionales de hombres públicos que han marcado el devenir de los pueblos, y en nuestro país, pocos que reúnan la precocidad, el virtuosismo y la agudeza intelectual de Carlos Holguín Mallarino. No puede pasar inadvertido, este próximo 11 de julio cuando se conmemora 185 años del nacimiento del estadista, político, jurista, orador, literato y visionario colombiano.

Graduado del Colegio de San Bartolomé como doctor en derecho y ciencias políticas en 1851. Escribió en las columnas de varias publicaciones y no perdió oportunidad para la crítica, la precisión y la polémica, exponiendo sus ideas acerca de la conducción del Estado y problemas del momento. Políglota distinguido y erudito consumado. Fue miembro ilustre de distintas sociedades intelectuales. Se desempeñó como militar, fiscal, congresista y diplomático en Europa. En 1887 ministro de relaciones exteriores y al año siguiente ministro de gobierno del presidente Núñez. En calidad de designado, fue presidente de Colombia entre 1888 y 1892, sustituyendo a Rafael Núñez, quien se había retirado.

Su mandato presidencial tuvo énfasis en la realización de obras públicas y la modernización del país. Estableció los primeros servicios de teléfono y amplió el alumbrado eléctrico en la capital de la república. Por su iniciativa, se organizó una policía a imagen y semejanza de los servicios de policía europeos. En el País desde el s. XVIII tan solo se contaba con un cuerpo de serenos en Bogotá y luego algunas unidades de policía departamentales y municipales. Estos eran organismos sin ninguna preparación profesional, carentes de uniformes y armamentos adecuados.

Como presidente de la república, sancionó la Ley 90 del 7 de noviembre de 1888, mediante la cual se creó un cuerpo de gendarmería destinado a prestar los servicios de alta policía a nivel nacional. Así mismo, sancionó la Ley 23 de octubre de 1890, norma que permitió contratar en Francia los servicios del comisario Marcelino Gilibert, organizador y primer director general de la Institución.

Posteriormente, el Gobierno Nacional dicta el decreto 1.000 del 5 de noviembre de 1891, por el cual se creaba un cuerpo de Policía Nacional; el decreto implementó la nueva Institución y eliminó las policías departamentales, municipales y el cuerpo de serenos.

Carlos Holguín, cumplió con su intención indeclinable de ver una Institución garante de las libertades y del orden constitucional, dedicada por entero al servicio del pueblo colombiano; como integrante de la Policía Nacional y consecuente con los pilares de su nacimiento y desarrollo, rindo un tributo de admiración a su fundador, para recordar siempre y por los siglos a este hombre visionario y romántico que, con cariño y devoción policial, nos permitió nacer a la vida jurídica y a la historia de nuestra amada patria.

Serán 126 años de fundada y desde la institucionalidad, de manera cohesionada con las comunidades y las autoridades, continuaremos en pro del mejoramiento de las condiciones de seguridad y convivencia de todos. Presidente Carlos Holguín Mallarino, ¡muchas gracias! Por ese gran legado.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/presidente-holgun-el-fundador

Canis familiaris

Teddy, un canino de raza pastor alemán, campeón nacional de adiestramiento y uno de los primeros canes al servicio de la Policía Nacional, se había caracterizado por ser un gran detector de sustancias ilícitas. En 1964 por envidias y rivalidades fue envenenado con cianuro. Esta historia marcó trascendentalmente el trabajo de los caninos en la Policía Nacional.

No sabemos si el hombre vino al perro o al revés. Pero ambos aprovecharon tal situación: el hombre usaba al perro cazando, pastoreando y como vigilante contra enemigos; a cambio, el hombre le daba alimento. El perro fue probablemente el primer animal en ser domesticado y ha acompañado al ser humano durante unos 10.000 años. Por ejemplo, en el antiguo Egipto se evidencia su crianza en pinturas, murales y elementos decorativos; de hecho se embalsamaban y se ponían en las tumbas con sus dueños.

Los hombres han cruzado cientos de razas de perros. Pese a la gran diversidad, son miembros de la misma especie: Canis familiaris. Se comercializan para la compañía del humano y además es un excelente trabajador, gracias a sus habilidades sensoriales que son superiores a las de cualquier otro animal.

Al perro, se le ha asignado mil oficios a lo largo de los siglos. Sus capacidades y comportamiento social le ha permitido desempeñarse desde la asistencia a discapacitados, detector de drogas, explosivos y divisas, hasta convertirse en cosmonautas, la recordada perrita Laika fue enviada por los rusos a orbitar La Tierra en 1957.

No hay manera de determinar el primer servicio de perros policías (K9). Sin embargo, las policías europeas ya usaban sabuesos en el s. XVIII, pero no fue sino hasta la Primera Guerra Mundial que países como Bélgica y Alemania, comenzaron a usar perros para tareas específicas, como la guardia.

En Colombia, los primeros vestigios del uso del perro como animal de vigilancia se dan a través de grabados del s. XIX donde se muestra al “sereno”, vigilante nocturno, acompañado de tan noble animal. Posteriormente en 1913 fue fundada la sección de perros policía, con el fin de brindar seguridad a la ciudadanía. En 1962, la Policía Nacional creó el Centro de Adiestramiento de Perros, dando comienzo a lo que para la época fue considerado un servicio innovador.

Es así, como en estos 125 años de historia policial y con la necesidad de fortalecer nuestro servicio de seguridad y convivencia ciudadana, en esta nueva etapa de la historia de Colombia, entre otros, el servicio del canino y su guía será fundamental. Se requiere como en la oración del perro policía, rezada por su amo: nos unamos a ser fieles con todos los hombres, como lo es el perro con su compañero y nos dé el coraje de sacrificar todo por nuestra comunidad, hasta la vida misma, como lo haría él. Porque el obtener comunidades seguras y en paz, más que un anhelo institucional es un compromiso que adquiere la Policía Nacional con el país.

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E-topí­a: ciberseguridad

El planeta experimenta la urbanización más rápida en la historia de la humanidad. Hoy más del 50% de la población mundial vive en áreas citadinas y para el 2050 se incrementará a cerca del 70%, hasta llegar a más de 6.000 millones de personas, según las Naciones Unidas (2014).

Las ciudades modernas se transforman en el epicentro principal de la vida y economía actual, siendo cada vez más dependientes de las tecnologías de la información (TIC) y creciendo al mismo ritmo, está la “internet de las cosas”, una red de gente, dispositivos y sistemas interconectados. En 2020 se espera más de 50.000 millones de equipos enlazados a internet y 4.700 millones de usuarios de la red para 2025.

Es así, que definimos a la nueva ciudad como e-topía (ciberciudad), término desarrollado por William Mitchell (1999) para comprender a la urbe como un organismo que funciona de manera inteligente, creando entornos virtuales e interconexiones digitales en la ciudad.

Junto con el crecimiento del valor económico de las TIC para las ciudades, los hackers y otros criminales aceleran sus irrupciones en todo el mundo con: malware (software malicioso) y spam (correo no deseado); tácticas de “phishing” (suplantación de identidad); estafas y fraudes en línea, ataques de denegación de servicio (DDoS) y botnets (infección masiva a ordenadores) esto pone a las ciudades y sus comunidades en el blanco permanente de ataques informáticos.

Se estima que el costo aproximado para la economía global del crimen informático es desde el 2014 de US$400.000 millones, lo que equivale al PIB de 160 naciones juntas. Ganancias demenciales que indican la gravedad del problema, por ejemplo el narcotráfico presenta réditos de US$320.000 millones anuales (ONU, 2015). En el caso del cibercrimen el 80% de sus actos proceden de organizaciones altamente especializadas y con grandes economías criminales.

El más reciente ciberataque se presentó el anterior 12 de mayo, realizado a escala mundial, infectando a más de 200.000 equipos en 150 países, con un malware de tipo ransonware, encargado del secuestro de datos, denominado WannaCry, con el propósito de solicitar cuantiosos rescates.

Es importante dar a conocer los resultados del informe realizado por Verizon Risk Team (2014), donde se encontró que el 97% de los incidentes de violación de redes desde el 2013, pudieron haber sido prevenidos por medio del uso de controles y prácticas de seguridad simples, como el utilizar contraseñas seguras en sus servicios en línea y actualizar el software de los equipos.

Para concluir, los dirigentes en la ciudad requieren hacer de la seguridad cibernética una prioridad, para la protección de datos, sistemas e infraestructura vital para la operatividad y estabilidad de las metrópolis y sus habitantes. La estrategia fundamental debe contar con una serie de principios claros que propicien un marco de decisión en la identificación, gestión y mitigación de riesgos de seguridad, por medio de la creación de un enfoque estructurado, pensando integralmente sobre las vulnerabilidades e implementando prácticas sólidas para detectar, disminuir y comunicar amenazas, para salvaguardar los recursos.

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Senectus

La ancianidad en las culturas primitivas significaba respeto y poder. Al no existir la escritura, los abuelos transmitían su conocimiento por intermedio de la tradición oral, convirtiéndose así en la memoria viviente de las comunidades. Desde la Grecia Clásica las personas mayores contaban con gran prestigio y consideración, al igual que en la sociedad hebrea, de acuerdo al texto veterotestamentario, los patriarcas eran objeto de veneración y consulta.

Entre 2015 y 2050, el porcentaje de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 12% al 22% de la población, en la actualidad nos acompañan 125 millones de personas con 80 años o más, para 2050 serán 434 millones de ellas en todo el mundo (OMS, 2015). El índice de envejecimiento de la población, hoy es mucho más rápida que en el pasado.

En Colombia se tiene una esperanza de vida de 74 años y ampliándose a 20 anualidades más a partir de los 60 años de edad. En 2013, la población mayor (60 y más años de edad) era de 4.962.491 (10% del total de la población). Para el 2020 se proyecta un crecimiento de la población mayor en un 3,7%.

El envejecer (senectus) en nuestro territorio, se caracteriza por la transición en la reducción de la tasa de fecundidad, un incremento de la población en edad de trabajar y una disminución de la población infantil. Consecuencia del control de la natalidad y la depreciación de la morbilidad y mortalidad en los últimos 50 años. Es así, que en el país desde 1951 y hasta un futuro próximo en 2020, el índice de envejecimiento se cuadruplicará, al pasar de 12 a 49 personas de 60 años o más por cada 100 menores de 15 años, lo cual plantea un reto para el manejo social de ellas.

Se requiere con urgencia una acción de toda la ciudadanía y sus instituciones con respecto al envejecimiento de la población. Es necesario plantear cambios fundamentales, no solo en lo que hacemos, sino en la forma misma en que concebimos el envejecimiento. Habrá que crear, sistemas integrales de atención a largo plazo con respuestas coordinadas de muchos sectores y de varios niveles del Estado.

Recordemos que la vida del hombre sigue un ciclo como la naturaleza: en la primavera florece los años de infancia y juventud; en el verano se vigoriza con la madurez y la lucha por dominar la fuerza del universo; en el otoño el ser comienza a declinar; y en el invierno proclama el final de los años, pero al mismo tiempo anticipa el advenimiento de una nueva primavera y el resurgimiento de una vitalidad palpitante. El fruto que surge del ciclo es el conocimiento y la experiencia, la cual no se encuentra ni en las enciclopedias ni en la información web actual. Ellos, sabios que han usado lo aprendido para el bien y el provecho de la humanidad, manteniendo una dignidad incólume que les hace merecedor de la admiración de todos.

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Pandillas: guerras de pavimento

 Este nuevo ciclo que se encuentra viviendo nuestro país, está enmarcado en el logro de la paz, por la finalización del conflicto armado con las FARC y el tránsito a un tiempo de posacuerdo. Sin embargo, la violencia de más de 50 años, protagonizada por actores en armas y desplegada en el territorio nacional, no empleaba la ciudad como su escenario principal; la sociedad apenas si ha extendido su mirada hacia los centros urbanos y su conflicto, por mantener la atención social y política en la terminación de la confrontación armada.

Se observa a nivel mundial con preocupación, la actuación de niños, niñas y adolescentes en actividades delincuenciales, específicamente en la violencia interpersonal. En Latinoamérica, este problema tiene la facilidad de seguir extendiéndose porque se presenta el fenómeno en el cual uno de cada cinco muchachos, entre 15 y 24 años ni estudia ni trabaja, siendo este el periodo en donde con mayor frecuencia los individuos infringen la ley (Banco Mundial, 2016).

Una vez visualizado el conflicto violento en las ciudades las pandillas cobran realce. El surgimiento de pandillas, esta asociado a una serie de condiciones de índole social, afectiva, familiar, cultural y de accesibilidad a la delincuencia organizada. La pandilla es una manera de habitar la ciudad, tomada por jóvenes vulnerables con la intención de sortear los complejos desafíos que trajo consigo el siglo XXI -planteado este espacio de tiempo por Eric Hobsbawn (2002), desde la caída del muro de Berlín-. Es lo que se ha llamado las guerras de pavimento.

En Colombia, el accionar de las pandillas es no pasar inadvertido, todo lo contrario, imponen su ley haciéndose visibles, recalcando a cada instante su determinación violenta para construir un poder social, ejerciendo un dominio sobre el territorio y desatando conflictos con diversos actores, hasta convertirse en estructuras delincuenciales. De ahí, más de la mitad de los homicidios cometidos tienen como asiento los centros urbanos y el 83% de las muertes violentas se presentan en casos de riña y sicariato, además se reporta en el contexto urbano un notable incremento en la participación de jóvenes en la criminalidad desde mediados de los noventa, según bases estadísticas del Centro de Observación para la Convivencia y Seguridad Ciudadana (2016) de la Policía Nacional.

Es por eso que el diseño de políticas públicas de cara al fenómeno de las pandillas, requiere entonces una buena cuota de voluntad política, la pandilla devela la crisis que sacude el proyecto de ciudad. ¿Y cómo se soluciona? Primero, el trabajo con la pandilla urge por políticas frente a la desigualdad en una doble dirección, de un lado la inequidad significa exclusión y cierre de las oportunidades básicas para una vida digna; y segundo, no solo políticas públicas de corte social y cultural pueden proporcionar salidas a la situación extrema que encarna la pandilla, se necesita trabajar con ellas para una reconstrucción profunda del tejido social que sostiene la vida urbana y su convivencia.

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