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Balance positivo

Es necesario poner en contexto a toda la comunidad en general acerca de los avances y resultados de la puesta en marcha del nuevo Código Nacional de Policía y Convivencia, CNPC, -Ley 1801 de 2016- después de cuatro meses de entrar en vigencia.

Por información del Centro de Observación para la Convivencia y Seguridad Ciudadana, de la Dirección de Seguridad Ciudadana, han sido atendidos por los cuadrantes a nivel nacional 116.551 comportamientos contrarios a la convivencia. En promedio por hora se presentan 44 comportamientos contrarios a la convivencia y se aplican 73 medidas correctivas.

Se impusieron 192.901 medidas correctivas, de las cuales 90.316 son comparendos pedagógicos, recordemos que por disposición del Gobierno Nacional, estos primeros seis meses solo se impondrán de ésta clase.
Los comportamientos contrarios a la convivencia más atendidos son: consumir bebidas alcohólicas, sustancias psicoactivas o prohibidas en el espacio público con 23.741 registros; portar armas de alguna clase con 10.299 registros; reñir, incitar o incurrir en confrontaciones violentas que puedan derivar en agresiones físicas con 9.368 registros; realizar necesidades fisiológicas en el espacio público con 7.385 registros; e invadir el espacio público con 6.209 registros.

Se observan resultados importantes al respecto de la disminución en los delitos de homicidio y lesiones personales, específicamente frente a los siguientes aspectos: ha decrecido el homicidio en la modalidad de riña en un 11% (-144 casos); el 50% de los departamentos y metropolitanas de policía reportan una reducción del homicidio en la modalidad de riña, especialmente el Distrito Capital con 20% (-64 casos); Cundinamarca con 34% (-20 casos); Huila con 65% (-20 casos); 
Cali con 9% (-18 casos); Antioquia con 31% (-16 casos); y se presenta disminución del 15% (-129 casos) de los homicidios cometidos mediante el empleo de arma corto punzante.

Al respecto de las lesiones personales han decrecido en un 26% (-10.148 casos), asimismo en la modalidad de riña en un 27% (-9.687 casos). Igualmente el 91% de los departamentos y metropolitanas de policía reportan reducción de las lesiones personales en la modalidad de riña, especialmente el Distrito Capital con 31% (-1.986 casos); Cundinamarca 41% (-1.135); Valle de Aburra con 26% (-635 casos); Antioquia con 35% (-449 casos); Villavicencio con 36% (-386 casos); y se presenta disminución del 19% (-1.239 casos) de las lesiones personales cometidas mediante el empleo de arma corto punzante.

Sin lugar a dudarlo la aplicación del CNPC, ha aportado en el mejoramiento de la cultura ciudadana, solucionando los constantes brotes de intolerancia, desacuerdos y los conflictos relacionados con la convivencia, que son las principales causas de violencia en el ámbito nacional. Invito cada día a conocer más este “manual de convivencia”, que contribuirá a contar con una mejor calidad de vida para todos, debemos emplear sus herramientas de conciliación y mediación, ya que son fundamentales para que las personas en conflicto decidan voluntariamente resolver sus desavenencias armónicamente.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/balance-positivo

Homo homini lupus

El origen de los servicios de policía, como se conocen actualmente, se encuentra evidenciado en: primero, con la aparición del Estado como una institución política en las comunidades modernas, el cual tiene el monopolio del uso de la fuerza; y segundo, la urbanización y la evolución de las ciudades, resultado del proceso de industrialización. Igualmente bajo premisas de Aristóteles, quien basándose en el hecho de que el hombre es un animal cívico y conformó la sociedad, respondiendo a su naturaleza y al interés común de reunión para salvaguardar la vida, convirtiéndose este en uno de los principales objetivos de los Estados.

Es así, como la misión de la Policía Nacional, es prevenir la comisión de delitos y comportamientos no acordes con la convivencia, para garantizar un clima en que toda la comunidad obtenga los niveles mínimos de seguridad, tranquilidad y el disfrute de los derechos. Entonces, para propender por el respeto de las normas y el cumplimiento de los deberes ciudadanos se diseñó un modelo del servicio de policía, con la finalidad de contribuir a la construcción de una cultura de convivencia ciudadana, mediante el direccionamiento estratégico de la oferta de valor de la Institución. 

Por eso, al referenciar un sinnúmero de ejemplos alrededor del mundo y con 125 años de experiencia, se obtuvo como resultado el denominado Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes, MNVCC, como una nueva evolución en el servicio de policía que hasta el momento se ofrecía al país, orientado fundamentalmente para generar una corresponsabilidad entre autoridades y comunidad en general, haciéndolos parte integral y constitutiva de la seguridad, orientada por hombres y mujeres policías, líderes y ciudadanos ejemplares, que día tras día, propenden por una mejor convivencia.

En la actualidad la Policía Nacional de Colombia cuenta con cerca de 29.100 uniformados en 4.848 cuadrantes, cuando en sus inicios en el 2010, tan solo eran 6.053 policías en 1.577 cuadrantes, desplegados en 8 metropolitanas y ya hoy se extiende al 100% del territorio nacional. Un éxito inconmensurable del MNVCC, es el haber salvado cerca de 5.500 vidas desde su implementación en 2010, para ese año la tasa de homicidios por 100 mil habitantes era de 39,3 y al término de 2016 fue de 24,6 (recordemos, la tasa de homicidios en los 90´s era de 70 por 100 mil habitantes). 

Finalmente, en consideración de Hobbes, el hombre es el lobo para el hombre (homo homini lupus), concepto plasmado en su obra Leviathan, sin embargo Maquiavelo manifiesta en El Príncipe, que el Estado debe emplear las herramientas necesarias para mantener el orden en su territorio. Hoy ya no hablamos de lobos y ni depredadores, sino de conflictos y agresiones. Por eso la convivencia pacífica solo es posible con la participación y compromiso de todos los habitantes del territorio nacional; nuestros comportamientos deben contribuir a la generación de ambientes de respeto por los derechos y los deberes de todos, este es el principio de la construcción social.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/homo-homini-lupus

Fútbol: en blanco y negro

El deporte y principalmente el fútbol es una característica especial de nuestra civilización. En el arte rupestre, encontramos manifestaciones en donde se recrean hombres prehistóricos en juegos rudimentarios, igualmente en la obra homérica se relatan expresiones de juegos competitivos. De todas las actividades deportivas, desde la Edad Media, como parte de la cultura de Occidente; y durante la Grecia clásica hasta los albores de la Modernidad, se han desarrollado una serie de juegos que en la época industrial, se convertirían en la base del deporte moderno. El fútbol en particular cuenta con más de 200 años de historia.

El fútbol, es una de las competencias físicas que más generan pasión y convocan a gran parte del colectivo social. Sin lugar a exageraciones, no existe otro deporte que nos identifique más como país, nos reuna sin distingos políticos, raza, condición sexual o dogma religioso. Es uno de los fenómenos que forma parte de la cotidianidad del ciudadano de nuestro tiempo y sobre él, encontramos información disponible en todos los medios de comunicación alrededor del planeta, ayudando a entender su globalidad.

La violencia en las canchas de fútbol ha llegado a niveles en donde es cotidiano observar puntapiés, codazos, cabezazos y hasta mordiscos. Y las celebraciones tampoco han sido del todo pacíficas, por ejemplo: durante nuestro primer triunfo en la anterior Copa Mundo se presentaron hechos lamentables en Bogotá; en Chile, en las celebraciones de la misma, se incineraron autobuses y se generaron enfrentamientos con la policía. Además el deporte está asociado con los conglomerados denominados “barras bravas” en algunos países latinoamericanos, situación por la que se trabaja a diario para eliminar en el país y fortalecer un barrismo social.

Singularmente, el mismo deporte que provoca estas acciones en los estadios y fuera de ellos, es una herramienta para lograr todo lo contrario: para que individuos y comunidades vulnerables a la violencia, aprendan a vivir en paz. Existen sinnúmero de modelos en toda la región, desde el fortalecimiento de equipos infantiles en El Salvador, la gestión para construir un estadio por parte de un sacerdote en Honduras y en Colombia la creación de fundaciones que ayudan a las comunidades más frágiles, para que en el fútbol encuentren una opción de vida y se liberen de la intimidación del narcotráfico y las pandillas.

En el país, con la participación de todos los responsables de la práctica del fútbol se construyó el “Plan Decenal de Fútbol 2014-2024”, el cual tuvo como base la encuesta “El Poder del Fútbol”, realizada por el Centro Nacional de Consultoría. Plan que es un aporte fundamental para la reconciliación que todos anhelamos, una apuesta colectiva para erradicar la violencia y un insumo para los diseñadores de las políticas públicas para fortalecer la seguridad, comodidad y convivencia, relacionadas tanto con su práctica profesional, aficionada y recreativa. Queda en manos de todos impulsarlo como herramienta de transformación social para estos 10 años.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/futbol-en-blanco-y-negro

Madre y mujer policía

En el presente mes que inicia se elogia a las mujeres que son mamás. Con el Día de las Madres, fecha convertida en una actividad comercial y con un alto despliegue de mercadotecnia, pero que es muy especial por lo que significa una madre en el desarrollo de la sociedad. En Colombia se celebra en el mes de mayo en su segundo domingo, desde 1914.

Es mi deber dedicarles esta columna a las más de 16.000 mujeres que integran la Policía Nacional, quienes en un alto porcentaje son madres de familia. La rutina de una madre que es miembro de la Policía Nacional, es aún más difícil a la de las demás mamás. Su día normal inicia desde la madrugada, preparan con mucho amor el desayuno a sus hijos y sus compañeros, tan solo comparten con ellos una o dos horas en la mañana; para luego tener que despedirse y ausentarse por casi 18 horas diarias. Ser mamá y prestar su servicio como policía, arriesgando su integridad, es una ardua labor y ésta la realizan sin llamamientos ni miramientos, aunque los dos roles necesitan gran atención y tiempo. Debemos reconocer en todas nuestras uniformadas que son madres, unas mujeres valerosas de carne y hueso, que viven sacrificios, que sienten y aman.

Tienen que alejarse de los momentos especiales de sus hijos a raíz de su profesión, muchas no logran ver como aprenden a caminar y como dicen sus primeras palabras; y algunas incluso no alcanzaron a verlos crecer, por dar su vida en defensa de los colombianos. ​Pero pese a todo, su labor es doblemente aplaudida, por la comunidad en general y por su propia familia. Ellas dejan ver el amor de unas mujeres con vocación, que sobrepasa las adversidades por el valor que le dan a su trabajo; saben que todo lo compensa, entienden que desde su profesión como policías, protegen y defienden a diario a otros niños y niñas en nuestro territorio, actividad invaluable ya que se trata de forjar un mejor futuro para nuestra sociedad. 

Recordemos a las primeras mujeres que fueron incorporadas a la Institución cuando transcurría el año 1953. El ingreso a la Policía de mujeres nos ha permitido, por ejemplo, que contemos con expertas pilotos de aviones y helicópteros, además que ocupen altos cargos en las diferentes direcciones de la Institución y ostenten los más altos rangos en la jerarquía. Hacen parte actualmente de todas las especialidades que tiene la Policía e incluso contamos con una sección femenina del Escuadrón Móvil Antidisturbios.

Que sea el momento para hacerles un reconocimiento, es prioritario que sigan haciendo parte de esta gran familia; todos los hombres que portamos el verde oliva nos sentimos inmensamente orgullosos de que en cada momento siempre ponen todo su esfuerzo, dedicación y sacrificio para lograr el cumplimiento de su deber. Por favor continúen siendo ese ejemplo de amor, disciplina y profesionalismo que las caracteriza, para tener cada día más: “comunidades seguras y en paz”.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/columnista/337/jimmy-j-bedoya-ramirez?page=51

Seguridad ciudadana

Geneva Declaration en su informe Global Burden of Armed Violence Report, calcula que cada año desde 2007, un promedio de 508.000 personas mueren violentamente en el mundo -tanto en situaciones de conflicto como de no conflicto-. Además cerca de 1.500 millones de personas viven en algún país afectado por la violencia, los conflictos y los altos niveles de criminalidad.

Ningún otro país de la región ha sufrido una violencia tan intensa y persistente en los últimos cien años, como Colombia; la cual ha sido intensificada por la producción y tráfico de alucinógenos, generando problemas sociales e incrementando los índices delincuenciales, especialmente las tasas de homicidio. Por otra parte como propulsores de esta violencia y criminalidad se encuentran: los altos índices de desempleo entre los jóvenes, una creciente desigualdad en los ingresos, deficiencias en el sistema judicial, un desarrollo urbano rápido o mal planificado y la pobreza urbana, igualmente crisis en la gobernanza e instituciones débiles que no han podido hacer frente o prevenir estos problemas.

Por tal motivo, nuestra Policía Nacional de Colombia comprende el concepto de seguridad ciudadana, para establecer, fortalecer y proteger el orden civil democrático, eliminando todas aquellas amenazas de violencia en el territorio y logrando comunidades seguras y en paz. Ya que es necesario plantear un “contrato social” que impida que nos destruyamos los unos a los otros. Lo contrario a lo expuesto sería una “guerra de todo contra todos” o como lo plantea Hobbes: “la vida humana es solitaria, pobre, desagradable, brutal y breve”, a esto no le podemos apuntar.

Así, la seguridad ciudadana es la forma principal de la seguridad humana, al considerársele un bien público, lo que conlleva a salvaguardar eficazmente los derechos humanos inherentes a toda la población, primordialmente el derecho a la vida, la integridad personal, la inviolabilidad del domicilio y la libre locomoción, fortaleciendo la cohesión social y avanzando de manera concreta y realista en la edificación de una nueva sociabilidad.

De esta forma, la seguridad ciudadana no debe ser vista exclusivamente como la responsable en la reducción de los índices de criminalidad, violencia y temor, sino más bien como la encargada de amalgamar unas políticas públicas con un enfoque integral, sostenible, participativo y multidisciplinar. Esto implicará la inclusión de elementos para la mejora de la calidad de vida de la comunidad con un sistema de prevención, convivencia y seguridad ciudadana para la eliminación de los agentes facilitadores del crimen y una administración de justicia accesible, ágil y efectiva, más una educación basada en valores, respeto por el estado de derecho y los derechos humanos.

Entonces se requiere que las autoridades político-administrativas por intermedio de su liderazgo proactivo, logren una cooperación intersectorial entre los distintos organismos, para que se continúen apoyando medidas innovadoras para prevenir el delito y mejorar la seguridad. Las ciudades deben ser el lugar donde se definan las políticas y las prácticas de la seguridad ciudadana.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/seguridad-ciudadana-1

Los costos del crimen

El crimen y la violencia en América Latina y el Caribe, ALC, está considerado por la Organización Mundial de la Salud, OMS, en niveles epidémicos. Para dar un ejemplo, seis de cada diez robos en la región involucran violencia y tan solo el 10% de los homicidios son esclarecidos e igualmente las cárceles de la región poseen el hacinamiento más alto del globo.

El Banco Interamericano de Desarrollo, BID, en su estudio “Los costos del crimen y de la violencia” plantea entre otros, los siguientes interrogantes: ¿Cuán grandes son los costos del crimen y la violencia en ALC? y ¿Cómo se pueden reducir? Las valoraciones de dichos costos resultan necesarias para reflexionar sobre la magnitud del problema y plantear posibles soluciones.

Las estimaciones de los costos totales revelan que el delito les cuesta en promedio, a los países de ALC, un 3,55% del producto interno bruto, PIB, en algunas naciones, los costos del crimen duplican la media regional (principalmente Centroamérica) y en otras alcanzan a menos de la mitad. Esto representa, para toda la región, un costo de hasta US$261.200 millones anuales.

Estos costos se descomponen de la siguiente forma un 42% corresponde al gasto público (sobre todo en servicios represivos), un 37% a gastos privados, y un 21% a los costos sociales de la delincuencia, principalmente debido a la victimización. El tamaño de los costos relacionados con el crimen en ALC, es similar al que gastan esos países en infraestructura, es decir, contar con más y mejores carreteras, hospitales, escuelas, sistemas de transporte, espacios públicos, también representa el doble del costo promedio en los países desarrollados y es aproximadamente igual a los ingresos de la región que va al 30% de la población más necesitada.

Encontramos que los países que incurren en mayor gasto del PIB relacionado con el crimen son: Honduras (6,51%), El Salvador (6,16%) y Bahamas (4,79%). Mientras que Estados Unidos invierte (2,75%), Francia (1,87%) y Alemania (1,34%) en el combate a la inseguridad. En los casos de México y Brasil el costo de la inseguridad requiere seis veces más recursos, que lo que invierten en sus programas de lucha contra la pobreza.

Debemos entonces apuntalar el tema en las agendas nacionales e internacionales, identificar áreas para mejorar la asignación de recursos públicos y privados, diseñando mejores políticas de prevención del delito y control de la delincuencia. Teniendo en cuenta que el gran problema de inseguridad pública en la región no se resolverá con gastar más, ya que no existe la correlación que la criminalidad reducirá al ser mayor la inversión, sino es necesario saber para qué se gasta y evaluar el impacto logrado. Recordemos, sin transparencia y sin corresponsabilidad de todos los sectores, continuaremos quebrando la piñata con los ojos tapados.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/los-costos-del-crimen