La Constitución Política de Colombia ampara la igualdad entre todos los ciudadanos. Sin embargo, existen personas que piensan que no todos somos iguales ante la ley. En nuestro país cunde el fenómeno conocido como el “usted no sabe quién soy yo”, el cual ha sido protagonizado por un sinnúmero de personajes de nuestra geografía patria.
A raíz de diferentes intrusiones de nuestro pasado señorial y patriarcal, en donde los criollos -hijos de europeos en América- se autoproclamaban “blancos” y, por ende, “hidalgos”, mejor entendido como hijos de alguien importante, y por tal motivo creían que debían recibir respetos y reverencias especiales de mestizos, negros e indios, quienes hacían parte del resto de la sociedad. El día de hoy dieron vida a esos oscuros personajes que en nuestros días son conocidos como “doctores”, supuestamente hombres poseedores de un conocimiento superior, en especial de las normas, que en su raciocinio creen que cuanto más arriba se encuentran en la escala social, más fueros y libertades poseen, y más abusos se les puede tolerar. Desde el Grito de Independencia a la nueva Carta Magna, se ha buscado la igualdad de todos los ciudadanos, muchos han contravenido este contrato social y se ha potenciado que un mayor número de personas deseen tener el poder de desobedecer, fenómeno que permanece hasta nuestros días.
La doctrina del camino fácil, de “la avionada”, del no ser “el bobo”, el de tomar atajos y utilizar métodos poco convencionales y legales para salir adelante con lo que se propone, adicionalmente con actitudes muchas veces celebradas y bien vistas por parte de la sociedad, incluso incentivadas desde el núcleo familiar, convierte la realidad legal del país a una en donde prevalecen los abolengos.
El país aún tiene en la mente las imágenes de diferentes casos en donde importantes personalidades han querido transgredir las normas con la frase “usted no sabe quién soy yo”, desde hijos de dignidades de la vida pública, integrantes de diferentes instituciones, como en uno de los últimos casos en donde un excandidato a una corporación pública agredió a una uniformada integrante de la Dirección de Tránsito y Transporte de la Policía Nacional de Colombia, quien le hacía un llamado de atención por encontrarse contraviniendo una norma.
Aunque el desobedecer normas y la ilegalidad se encuentre intrínseco en nuestra sociedad, debemos esforzarnos para generar medidas que den fin a estas actitudes negativas, mediante el fortalecimiento del sistema de justicia, con una voluntad social por construir un territorio con nuevas estructuras culturales y cimentado en prácticas éticas. En nuestras manos se encuentra refundar el contrato social que ha marcado la vida desigual y excluyente de la sociedad actual.
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