La matanza en Parkland (Florida) con 17 víctimas, es la más sangrienta en un establecimiento educativo en Estados Unidos, desde la masacre en la escuela de Sandy Hook (Connecticut) en 2012, donde murieron 28 personas en su mayoría niños, reviviéndose el debate social acerca del porte y la adquisición de armas de fuego por parte de personas civiles.
Es imposible determinar el número de armas de fuego en manos de civiles, debido a una variedad de factores como el comercio ilegal y los conflictos. Sin embargo, se estima en 650 millones de armas la reserva global en poder de los ciudadanos, según Small Arms Survey, de las cuales 310 millones están disponibles para los estadounidenses; India es la segunda reserva con 46 millones. En Colombia, la Policía Nacional en 2017 incautó un total de 24.077 armas de fuego, 90% de estas son ilegales.
Las evidencias dan razones para realizar un control al porte de armas, porque las leyes restrictivas muestran resultados a la hora de frenar las masacres. En Australia, por ejemplo, ocurrieron cuatro incidentes de disparos masivos entre 1987 y 1996. Después de eso, la comunidad se volcó contra la propiedad de armas y se aprobaron leyes más estrictas. Australia no ha vuelto a presenciar algo similar.
Igualmente en Japón finalizada la II Guerra Mundial, se acogió al pacifismo como filosofía. El objetivo de su actual ley de armas es tener el menor número de estas en circulación, lo cual dio como resultado menos muertes por heridas de bala. Para comprar un arma allí, se requiere de mucha preparación y tomar dos exámenes, uno escrito y otro de polígono, y superar varias pruebas de salud mental y drogas.
De otra parte, existen argumentos para el uso de armas por parte de civiles como el que un ciudadano armado puede neutralizar a un tirador, las estadísticas no respaldan esta teoría. En la mayoría de los casos que un civil detuvo a un pistolero, lo hizo mediante el combate físico. Los civiles armados y no entrenados pueden causar más daño que el que pretenden evitar. De la misma manera, las armas son contraproducentes en el hogar, la seguridad se reducirá en vez de mejorar y hay alta probabilidad de una lesión; de cada 100 balas disparadas en casa que han impactado a alguien, 96 han herido a un miembro de la familia y 4 a un intruso.
Los estudios destacan entre los factores sociales que muchos adquieren un arma de fuego pensando que en caso de necesidad, no vacilará en usarla. Se necesita cierta fuerza de voluntad para dispararle a otra persona, incluso hay personas entrenadas que lo dudan. Si se esgrime el arma y se titubea es posible que se sufra una lesión o en el peor escenario, fallecer. El uso civil de armas no se aproxima a ser la solución para enfrentar una acción de riesgo.
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