Con 2.600 años de historia y una civilización asentada en 6.848 islas, hablar sobre Japón es un gran reto. Dueños de una cultura resultado del contacto con China y Corea, largos períodos de aislamiento con el mundo, y su posterior apertura a Occidente en la era Meiji a finales del s. XIX. Su idiosincrasia y sus conceptos difieren totalmente de los nuestros. Hoy es valioso volver la vista a esta sociedad para tomarla como ejemplo.
En Japón, las relaciones interpersonales están muy vinculadas al concepto de “honor” y “deber”. Conocido como giri, estosvalores inculcados desde el seno de la familia y visibles en la vida hogareña, empresarial y social de los japoneses; exteriorizan una serie de costumbres diferentes a la cultura individualista y liberal de los occidentales.
Es una sociedad en donde la convivencia pacífica predomina y la armonía es un estilo de vida. Son sociables y respetuosos con su entorno, con la naturaleza y aún más con las personas. Son criados para servir a la comunidad y construir el bien común. Se considera al Japón como un país con los menores índices de criminalidad y un lugar en el mundo con la mejor percepción de seguridad en todo su territorio, desde luego no significa que no exista delincuencia, pero sí es menor que otras regiones del planeta.
Japón es muy seguro porque, al contrario de otros países como América Latina, sus leyes son muy estrictas en lo referente a elementos directamente relacionados con la violencia y lo más notable es que cuentan con un sistema de administración judicial muy especializado y los niveles de impunidad son mínimos. En tanto, las escuelas de formación en el programa de reincorporación de sus delincuentes les permite volver a la sociedad de forma productiva.
La verticalidad en la sociedad y su disciplina, la forma cómo se les enseña a pensar y de apreciar el mundo y el gran valor que le dan al otro, es la esencia para entender la razón por la cual es especial la cultura japonesa. Ellos pensarán primero en la vergüenza de haber “decepcionado” a la comunidad y en el rechazo social que recibirán; el daño menor sería quedar en alguna cárcel.
En Colombia nos caracterizamos por ser creativos y echados para adelante pero con poca disciplina. A su vez, la creatividad se corroe en cultura de la ilegalidad, que muchas veces se confunde con ser “vivos”. Sin duda, debemos seguir el ejemplo del Japón y desde la calidez familiar y el ambiente educativo, comenzar ya a inculcar el sentido de honor y deber con la sociedad.
Así con el transcurrir de los años, el giri se convierta en la espina dorsal en la correcta interacción humana, con virtudes morales asociadas a la construcción de mejores comunidades, con un capital humano íntegro en el ser, el saber, el saber hacer y el convivir con el entorno y sus semejantes.
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