El homicidio más complejo se puede resolver incluso de la manera más ingeniosa. Por ejemplo, nos encontramos con las evidencias del que se puede catalogar como el primer asesinato de la historia.
En la Sierra de Atapuerca en el sitio denominado La Sima de los Huesos (España), -el mayor yacimiento de fósiles humanos de la historia-, se hallaron restos óseos de un joven homínido quien vivió hace más de 430.000 años y sus huesos gritan que fue asesinado. Estos presentan unas fracturas en la parte frontal del cráneo causadas con algún objeto contundente.
En este hecho especial surge, después de todos estos años, una prueba reina, un testimonio mudo, que al elaborarse los correspondientes modelos digitales, nos enseña que se cometió la acción, aún estando con vida el individuo.
La forma de un cráneo golpeado que posee carne, tiene una tipología determinada, en donde el hueso se convierte como un cuerpo elástico. Igualmente las fracturas presentadas son características en las lesiones de un enfrentamiento cara a cara, por tal motivo les confirmaba a los investigadores que el sujeto recibió los golpes antes o justo en el momento de la muerte. Además es importante complementar que los investigadores no han encontrado señales de cicatrización ni de recuperación del tejido óseo. Tal paliza fue mortal, definitivamente fue un asesinato.
En la Alejandría del s. XVI, contamos con el testimonio, tal vez más remoto, acerca de la utilización del conocimiento científico para la investigación de delitos. Siempre el ser humano ha tenido la necesidad de concluir y esclarecer los hechos criminales, especialmente aquellos que involucran segar la vida de otros. En el nacimiento de la criminalística contribuyeron sustancialmente los galenos, prioritariamente los médicos forenses.
En el país se abre la historia de la criminalística de manera oficial el 15 de octubre de 1914, con el magnicidio del general Rafael Uribe Uribe, héroe de la guerra de los Mil Días, quien fue agredido con hachazos en el pórtico del Capitolio Nacional por los artesanos: Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal. Los victimarios rápidamente fueron identificados y entregados a las autoridades.
El examen realizado al cuerpo del general y su correspondiente reseña fotográfica con las huellas de los asesinos, sin lugar a duda son las primeras evidencias de elementos materiales probatorios, utilizadas dentro una investigación criminal en el país.
Procedimientos que con el paso de los años fueron evolucionando y perfeccionando sus técnicas científicas. Lo que nos ha llevado a resolver los casos más complejos en estos 125 años y contribuir con la identificación de los restos de las víctimas de homicidio y desaparición en el marco de la finalización del conflicto armado en Colombia.
Ante este escenario, el señor Director General de la Policía Nacional, Gral. Jorge Hernando Nieto Rojas, en uno de sus cuatros horizontes institucionales propuestos, ha fundamentado la optimización de la investigación criminal que ayude a fortalecer los cimientos de una nueva etapa de la historia colombiana en donde disminuya la impunidad y los investigadores puedan, como en el caso de La Sima de los Huesos, comprender el testimonio mudo de las víctimas.
Porque más que un anhelo institucional es un compromiso histórico que adquiere la Policía Nacional con el país y la comunidad internacional.
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