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Nuevos gobiernos locales

Un millar de alcaldes y 32 gobernadores se han posesionado en este Año Nuevo, para el periodo 2020-2023. En medio de emotivas ceremonias alrededor de nuestra geografía, algunos asistieron a eucaristías religiosas, otros hicieron recorridos a pie o en bicicleta por sus ciudades. En sus discursos, los mandatarios han hecho énfasis en los problemas que van a contrarrestar durante su gestión en estos cuatro años de mandato. La gran mayoría han llamado a la unión ciudadana, lo que es un avance para la convivencia pacífica.

Lo primero que deben realizar las autoridades locales al posesionarse, es incorporar en el Plan de Desarrollo Departamental o Municipal líneas de acción con indicadores medibles, por medio de las cuales atiendan las problemáticas de violencia, delincuencia, inseguridad y criminalidad que se presentan en su territorio.

Es vital, como primeras autoridades de policía, propendan en sinergia un trabajo coordinado, integral y corresponsable con todas las entidades del Estado para garantizar los derechos de los ciudadanos. Empleando las competencias, funciones, herramientas e instrumentos vigentes que invita a las administraciones departamentales y municipales a poseer una estrategia de seguridad ciudadana.

Es fundamental que los gobernadores y alcaldes, aprendan de las lecciones exitosas en relación con los temas asociados con la seguridad ciudadana, hay múltiples ejemplos en ciudades de Colombia y América Latina, en donde se han implementado procesos de gestión territorial de la seguridad, los cuales han disminuido los indicadores de violencia y criminalidad.

El derecho a la seguridad es y debe ser atendido como fuente de Derechos Humanos, el cual permite dar garantía de cumplimiento a otros derechos

Igualmente, como responsables del manejo del orden público y la gestión territorial no pueden delegar este liderazgo, debiendo priorizar estos conceptos en su agenda pública. Así, como dar cumplimiento a los lineamientos del Gobierno Nacional en la Política Marco de Convivencia y Seguridad Ciudadana. Al igual, de forma periódica deberán rendir cuentas de los resultados de impacto en la convivencia pacífica de su comunidad.

Mandatarios, cuenten con su Policía Nacional mediante la asesoría técnica en materia de gestión territorial, para fortalecer la gobernabilidad local y responder efectivamente a todas las variables de inseguridad, en la formulación y construcción del Plan Integral de Convivencia y Seguridad Ciudadana, como política pública de seguridad local, la cual determinará el horizonte estratégico de sus administraciones en esta materia.

Planes a los cuales se les debe invertir los recursos necesarios para implementarlos y además fortalecer las instituciones encargadas de la seguridad pública. Recordemos, el derecho a la seguridad es y debe ser atendido como fuente de Derechos Humanos, el cual permite dar garantía de cumplimiento a otros derechos.

A modo de colofón

La vida evoluciona mediante la realización de ciclos. Lo que nos indica que los procesos vitales: comienzan, se desarrollan y finalizan, aunque en la práctica la gran mayoría de nuestros proyectos nunca terminan realmente, se transforman. Por tal motivo, es conveniente el cierre y la evaluación de las etapas vividas, ya que incide de manera directa en lo que se hará en un futuro.

Es necesario después de comprender lo anterior, realizar los correspondientes balances, como una valoración de las vivencias propositivas y también adversas, que se presentaron en determinado periodo. Concluyendo, ¿qué se aprendió y qué no?, ¿qué aportó a nuestro crecimiento y cómo contribuyó al diario vivir?

Es así, que estas festividades decembrinas, representan el nacimiento y la terminación de un ciclo. Primero, el Año Viejo, es el final de un periodo que necesitamos dejar atrás (imágenes, percepciones, conductas y posiciones) para permitir los cambios que deseamos cultivar en nosotros y en nuestro entorno.

Segundo, el Año Nuevo, es entonces el inicio de una fase en la vida, siendo el momento en el cual debemos aprovechar para elaborar una evaluación del año que termina, diseñar los propósitos y las metas a lograr en la etapa venidera e incluso en los años siguientes.

A modo de colofón, debemos hacernos varias preguntas: ¿cuáles fueron los objetivos que me planteé al comienzo del año?, ¿se cumplieron a cabalidad?, y otras como ¿he influido en los demás positivamente? ¿he invertido en mi desarrollo personal? Y desde luego la pregunta final ¿cuáles son mis metas para el Año Nuevo?

Abracemos el cambio y los nuevos proyectos como a un nuevo amigo

Igualmente, la invitación es tomarnos el tiempo necesario para agradecer a todas las personas que confiaron en nosotros durante todo este año, reconocer el trabajo de aquellos que se encuentran a nuestro lado construyendo un proyecto de vida, quienes en ningún momento se desanimaron y con pasión vencieron las dificultades y disfrutaron el cumplimiento de la tarea.

Es momento de emprender nuevos proyectos, el principal objetivo de cerrar fases es colocarnos en paz con el pasado inmediato, logrando que las adversidades no nos afecten y con la obligación de alejarlas de nuestro presente. Todo al final se resume en un comienzo, el cual debe tener toda nuestra atención y máximo interés.

Las nuevas experiencias no tienen por qué asustarnos, es común que implique un desencuentro inicial, pero con el avance de su puesta en marcha se comenzará a revelar sus bondades. Salir de la zona de confort siempre debe poseer un toque de aventura y suponer aprendizajes, sorpresas y, por supuesto, adaptaciones.

Abracemos el cambio y los nuevos proyectos como a un nuevo amigo. Los ciclos que se iniciarán son oportunidades para poner en práctica lo aprendido y para ampliar nuestro conocimiento de la vida.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/a-modo-de-colofon

Tregua en Navidad

Es época de reflexión. Hoy deseo compartir un evento fundamental para la historia universal. El territorio europeo entre 1914 y 1918 fue escenario de una de las contiendas violentas que más vidas cobraría hasta entonces, conocida inicialmente como la Gran Guerra y recordada en la memoria como la Primera Guerra Mundial. En este diciembre se cumplen 101 años del fin de esas confrontaciones, sin embargo, las huellas del terror infringido a la humanidad permanecen como cicatrices en el alma de millones de seres.

Uno de sus episodios más recordados se presentó finalizando 1914. Solo habían transcurrido los primeros meses desde el inicio de la guerra, era el mes de diciembre y sus días permanecían con el cielo cubierto de nubes grises y las bajas temperaturas ofrecían dificultades extremas.

Sin embargo, para el día de navidad una luz de esperanza brilló, espontáneamente los soldados aliados y alemanes quienes batallaban en los frentes de Bélgica y Francia, dejaron a un lado sus uniformes para intercambiarse regalos, cantar villancicos y jugar un partido de fútbol justo en la línea de fuego. Hecho que fue conocido como “Tregua de Navidad”.

Este ejemplo, nos permite recordar que la navidad debe vivirse como el renacimiento del amor y la toma de conciencia, para compartir con más humildad y consideración, cualidades espirituales que nos permitirán tener el corazón abierto para ser humanos llenos de luz interior.

Valoremos a aquellos que viven en soledad estas fiestas, como muchos de nuestros policías de Colombia

Es necesario comprender que el amor racional es el sentimiento que nos diferencia de los otros seres de la naturaleza, logrando el equilibrio perfecto entre la armonía de la celebración de las fiestas de fin de año y la entereza intelectual, psicológica y espiritual, para obtener un reencuentro con nuestra propia esencia.

La vivencia de los soldados de la Primera Guerra Mundial, quienes confraternizaron y compartieron con sus enemigos, nos demuestra que no es necesario grandes manifestaciones materiales para celebrar la navidad. Se puede comenzar desde lo más sencillo, como un abrazo, para transmitir alegría y paz a quienes nos rodean.

Recordemos lo halagados que nos sentimos cuando recibimos una palabra agradable o de gratitud de otra persona, en especial de un ser querido. Valoremos a aquellos que viven en soledad estas fiestas, como muchos de nuestros policías de Colombia, alejados de sus familias a raíz de su vocación, la cual cumplen con orgullo y compromiso.

Volvamos a ser niños, a vivir esas emociones por medio de los pequeños y agradezcamos todo lo que tenemos y lo que no nos hace falta:  salud, abundancia, familia, amistades, profesión. En fin, que sea una oportunidad para demostrar lo que somos, seres llenos de amor, comprensivos, generosos y con deseos de trascender en la sociedad. ¡Feliz navidad! ¡Dios y Patria!

¡Síganme los buenos!

A casi dos décadas del atentado de las Torres Gemelas en Estados Unidos, la humanidad ya no es la misma, se ha originado en Occidente una obsesión con el miedo, especialmente el que genera el otro, el sujeto desconocido, el de otra cultura e incluso de una raza o nacionalidad diferente a la nuestra. Miedo que al inquistarse en la sociedad logra producir un mayor daño del que se pretende evitar, generando polarización entre la mayoría de personas.

De este concepto y con mucha frecuencia, surge la falacia de desear juzgar a los demás, teniendo la claridad que en el planeta no debemos establecernos como un tribunal ético que dictamine la escala de valores, evalúe las conductas y juzgue a las personas.

Significa esto que la sociedad en la que nos encontramos es víctima de una minoría dañina y que existe una mayoría que debe reaccionar, para no continuar siendo lacerada por las acciones de pequeños grupos de personas de características tóxicas.

Individuos que utilizan la mentira, la hipocresía y la falsedad para hacerla circular por diferentes medios dentro de la sociedad, causando estragos en el comportamiento de los ciudadanos.

Estas actividades que permanecen en el tiempo provocan violencia y divisiones en la sociedad, siendo aprovechadas por líderes codiciosos con la ambición de obtener beneficios por los conflictos creados. 

Es perentorio como buenos ciudadanos amar profundamente al país que nos vio nacer, identificarnos con la cultura de nuestra tierra y no anhelar la que no es afín a la nuestra…

Es ahí, cuando la sociedad debe reaccionar con una invitación como la de “¡síganme los buenos!”, frase acuñada por “El Chapulín Colorado” uno de los personajes más conocidos del comediante mexicano, Roberto Gómez Bolaños ‘Chespirito’, quien como un ser sensible e imperfecto resolvía de forma ingeniosa y divertida las adversidades que se le presentaban y nos invitaba a la movilización ciudadana, mediante la suma de esfuerzos que promueven el trabajo para la integración social, el fomento de la convivencia pacífica y la relación amena entre iguales en la comunidad. 

Es perentorio como buenos ciudadanos amar profundamente al país que nos vio nacer, identificarnos con la cultura de nuestra tierra y no anhelar la que no es afín a la nuestra, hay que demostrar siempre ese amor por nuestros congéneres.

Planificar cómo podemos ser cada día más útiles, cómo podemos servir adecuadamente al país, siempre con el compromiso de dar lo mejor de cada uno de nosotros, y entre otras responsabilidades formarnos en la profesión, la labor o la tarea que más nos guste, en la que seamos más felices y podamos ayudar positivamente.

Debemos siempre dejar la piel por Colombia, esta es la mejor forma de servir y de aportar a la construcción de la nación. Para salir de la crisis es hora de dejar de creer en actos caídos del cielo o de magia, solo sirven las propuestas y acciones bien encaminadas para plantear un pacto social por un nuevo país. 

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/sganme-los-buenos

Somos guayaba

El sabor, la cultura y las costumbres autóctonas son factores que hacen parte de la identidad de los colombianos. Somos uno de los países con mayor resiliencia en el mundo gracias a la perseverancia para afrontar las adversidades, manteniendo siempre la esperanza de resplandecer ante las dificultades.

A estas características se suma nuestra alegría, cada día encontramos una oportunidad para celebrar algún evento, en Colombia hay un día conmemorativo para casi todo. La idea es festejar, recordar o tomar conciencia de algo, elementos que nos distinguen en cualquier lugar del planeta. 

Las diferentes manifestaciones identitarias determinan la cultura de un pueblo, porque representan el hecho vital del hombre en las sociedades. Las distintas expresiones artísticas como los carnavales, ferias y fiestas, exteriorizan la forma de contar nuestra historia en el contexto en que habitamos.

Por lo tanto, la cultura es un legado y sirve de base para transmitir enseñanzas a las siguientes generaciones. Es sustancial conservar y apoyar las iniciativas culturales, para seguir sosteniéndonos no solo como sociedad, sino para preservar nuestra identidad.

Los colombianos pertenecemos a un país de gente acogedora, sonriente y sencilla, llena de tradiciones y costumbres arraigadas desde hace más de 500 años, tan antiguas como la guayaba, que era parte de la dieta de los indígenas de la época.

El sabor, la cultura y las costumbres autóctonas son factores que hacen parte de la identidad de los colombianos

Estas festividades decembrinas deben convertirse en un espacio de reflexión para la sociedad colombiana, se debe dejar en el pasado las muestras de intolerancia y la agresividad en el consumismo desenfrenado, encontrando en las usanzas una forma reconfortante para revitalizarnos.

Esta es, una reflexión orientada a fortalecer a las comunidades, no solo referidas a la cohabitación de personas en un entorno, sino en una colectividad de saberes, tradiciones y artes que les den solidez al pueblo y a sus individuos.

Diciembre debe ser un ejemplo de compromiso de todos, la empresa privada, los gobiernos locales y otras entidades para apoyar las costumbres en el país.

Entonces, en este mundo dominado por las tecnologías de la información y las comunicaciones, es de vital importancia no dejar de lado nuestro verdadero sentido de ser y con ello nuestros valores, para trabajar en proteger y mantener el patrimonio cultural, que constituye la herencia de bienes tangibles e intangibles de la identidad colombiana.

No debemos perder nuestro arraigo, en esta bella tierra en que nacimos, crecimos y compartimos nuestra esencia con la familia, los amigos y los vecinos. Nuestros valores, modos de conducta e historia debe ser interiorizado por todos para conservar la identidad social, es época para reconstruir las tradiciones, especialmente cuando se hace en medio de la convivencia pacífica. 

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/somos-guayaba

Nunca más

La Constitución Política de Colombia garantiza al pueblo la libertad de reunirse y manifestarse de manera pública y pacífica. Es una herramienta legítima para que la ciudadanía solicite la reivindicación de cualquier derecho que considere le ha sido vulnerado.

Durante el presente año, han existido diversos capítulos de manifestación social que han llamado la atención de la comunidad en general, en donde se han presentado delitos como la perturbación en el servicio del transporte público, colectivo u oficial, obstrucción a vías públicas, desmanes a bienes privados y públicos y asonadas, lo que cuestiona si es el modo correcto para la defensa de los derechos ciudadanos.

La semana que termina presentó una movilización social a nivel nacional convocada desde varios sectores del país. El gobierno nacional por intermedio de las diferentes instituciones del sector defensa, no ha escatimado esfuerzos para proteger y garantizar que la comunidad exprese sus requerimientos al Estado.

Pero, en medio de estas jornadas de protesta pacífica en donde la comunidad se pudo manifestar libremente, varios vándalos hicieron su aparición generando disturbios en distintas ciudades del país, obligando a decretar un toque de queda en Cali y en Bogotá. Además, se registraron multimillonarios daños a la infraestructura de estas ciudades y un sinnúmero de uniformados de la Policía con graves lesiones.

Nunca más el disenso debe confrontar a la sociedad y la violencia no debe ser parte de este derecho

La Policía Nacional de todos los colombianos, en cuanto a la protesta social solo se encuentra dando cumplimiento a disposiciones de carácter administrativo para garantizar su tranquilidad. La Policía excepcionalmente, procede a usar la fuerza cuando exista un objetivo legítimo para contrarrestar conductas que pongan en peligro el orden y la seguridad pública de las personas, para garantizar la movilización ciudadana en nuestro país. Los hombres y mujeres policías trabajan incansablemente para mantener el orden público.

La protesta social en Colombia no está y no debe criminalizarse, pero en el desarrollo de esta, se hace necesario judicializar conductas relacionadas directamente con la extralimitación y el abuso de este derecho.

La Policía reconoce el valor de la protesta pacífica, pero existen unos pocos que ven en el derecho a la misma una opción de agitación basada en mentiras. Como colombianos, no debemos irnos al extremo en cada discusión, no nos debe costar aceptar que el mundo no está en grises y que en el medio hay muchos colores.

Nunca más el disenso debe confrontar a la sociedad y la violencia no debe ser parte de este derecho, es imprescindible empoderar a la sociedad civil para la democracia y para ello manifestarse es necesario. Aún así, vivir en un Estado Social de Derecho implica que como ciudadanos también debemos respetar la Ley.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/nunca-ms-1