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Por mano propia

En las últimas semanas se registraron varios actos de violencia que deben llevarnos a reflexionar. En Bogotá un ciudadano murió y otros resultaron gravemente heridos en dos linchamientos debido a rumores de supuestos secuestros a menores de edad. En Medellín se presentó un hecho similar, que dejó a un individuo en cuidados intensivos.

Acciones parecidas se repiten alrededor del mundo, por ejemplo tres personas fueron asesinadas en Ecuador por parte de una turba que los acusaba de un supuesto robo; en la India, una muchedumbre linchó a cinco sujetos después que fueran difundidos comentarios a través de mensajes que generaron sospechas sobre ellos.

La legítima defensa está caracterizada en la mayoría de los códigos penales en el mundo. Entendida como la acción en donde un ciudadano repulsa una agresión con la finalidad de proteger la vida y los bienes tanto de sí mismo como de un tercero. Lo cual no tiene similitud alguna con la denominada “justicia por mano propia”, ya que sencillamente es un delito y cuando su resultado es la muerte del presunto delincuente, es un asesinato.

Los linchamientos que se presentan superan el concepto de la venganza, ni siquiera en tiempos que la legalidad aceptaba la “Ley del Talión” —mandato que autoriza el “ojo por ojo, diente por diente”— se empleaba así. En esa época remota, la acción tan solo se hacía efectiva por el ofendido. Muy contrario a los hechos actuales, en donde particulares que no han sido afectados participan en los ajusticiamientos.

Sin lugar a equivocaciones la confianza en sus instituciones también es fundamental. El sistema judicial debe ser más oportuno, efectivo y cercano

Para plantear una solución en primer lugar se debe establecer si la acción presentada fue un legítimo acto de defensa propia o bien uno de justicia por mano propia, analizando si la agresión efectivamente sucedió y si se emplearon los medios equiparables para contrarrestarla. Es fundamental dar prioridad al principio que la vida es el bien más preciado.

Esto debe conducir a que el ciudadano, lo primero que debe aportar a la seguridad ciudadana es reconocer y seguir las normas de convivencia por autocontrol, emplear la mediación para resolver pacíficamente los conflictos cotidianos y mejorar la empatía, respetar la vida y la integridad de sus congéneres.

Sin lugar a equivocaciones la confianza en sus instituciones también es fundamental. El sistema judicial debe ser más oportuno, efectivo y cercano, permitiendo una colaboración de la comunidad con la justicia y así disuadirlos de usar la justicia por mano propia.

Se debe impulsar la pedagogía en donde el ciudadano dé cumplimiento al artículo 32 de la Constitución, conduciendo al delincuente sorprendido en flagrancia ante los estrados judiciales, este es el mejor sustituto de la barbarie y se recupera el papel activo que se debe poseer para construir la sociedad en la que se desea vivir.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/por-mano-propia

Guardianes del orden

Para mantener el buen gobierno de los pueblos se requiere de un sinnúmero de bastiones, la Policía Nacional de todos los colombianos como una Institución constitucional, es una de esas columnas que sostienen la estructura del Estado.

La historia moderna de Colombia está directamente vinculada con la actividad de policía, como respuesta a la problemática social, cultural, política y económica que se ha desarrollado en el país en los últimos años.

La historia de un servicio de policía en Colombia se remonta desde la misma época precolombina a la consolidación de la victoria patriota posterior al “Grito de Indepedencia”, en donde se establecieron diferentes figuras policiales encargadas de la legalidad y el orden.

En su evolución han surtido complejos fenómenos como la lucha por el poder por parte de grupos mayoritarios, la militarización de la Institución, la violencia bipartidista, la criminalidad, las organizaciones subversivas y el narcotráfico; lo que ha generado grandes retos a la Institución y de la misma forma inmensos avances para la convivencia y seguridad del país.

La Policía Nacional fue creada bajo el decreto 1.000 del cinco de noviembre de 1891, en el gobierno del presidente Carlos Holguín Mallarino y organizada por el comisario francés Marcelino Gilibert.

La historia moderna de Colombia está directamente vinculada con la actividad de policía

La Institución con este fundamento, inició un crecimiento y una evolución histórica, en donde mediante diferentes reformas y periodos de modernización institucional, finalmente recibe el más grande reconocimiento de todos los tiempos, al ser establecida su actividad en la Constitución Política de 1991, la cual le dedica varios apartes, en los que se definen conceptos importantes de su filosofía, organización y funciones.

Que sea el momento de evocar con admiración, respeto y sincera gratitud la memoria de todos los policías que ofrendaron su vida en el cumplimiento de su deber en estos 127 años de existencia. Uniformados a quienes se les debe honrar e imitar, hombres y mujeres que construyeron los cimientos de nuestro estado de derecho y ofrecieron lo mejor de sí al servicio de Colombia.

Son miles los policías que a diario entregan todo su cuerpo y alma, para cumplir con su sacra misión. Desde el histórico sereno, guardián del orden y vigilante de la noche que recorría las calles, anunciando las horas y encendiendo los faroles, para alejar el miedo de la ciudad.

Por último, felicitar en su aniversario de manera muy especial a nuestra Policía Nacional, deseándole que perdure en el tiempo como ese bastión que fortalece la democracia para el bienestar de todos los colombianos y leal a la Oración Patria que invoca: “y llegado el caso, ¡morir por defenderte!”.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/guardianes-del-orden

Himno patriótico

En los diferentes estadios de fútbol en donde Colombia participó en la Copa Mundo Rusia 2018, se escuchaba decir de sus contrincantes, que los colombianos al entonar su Himno Nacional “parecían listos para correr a través de una muralla de piedra”, por la emoción y el entusiasmo con la que salía de sus gargantas el himno patrio.

El interpretar el himno de Colombia, siempre debe llenarnos de orgullo y alegría, en especial cuando se hace en grandes eventos fuera del territorio nacional.

Desde el inicio de la historia republicana de Colombia surgió la iniciativa de sus gobernantes de establecer una serie de símbolos patrios propios. Así entonces en los albores de la nación, en la “Época del Terror”, en el intento de la corona española por recuperar sus territorios coloniales, en donde se decapitó a la sociedad colombiana participante del “Grito de Indedependecia”, se entonaban canciones patrióticas que eran interpretadas a escondidas pero con entusiasmo por los revolucionarios.

Antes de establecerse el actual himno nacional de Colombia, el congreso de la república legisló al respecto en diferentes ocasiones. Con antelación se habían realizado varios intentos en la creación de un tema marcial para ser utilizado como símbolo patriótico de los colombianos, pero ninguno de ellos había tenido la aceptación popular.

Con sentimiento patrio, el himno nacional es la marcha marcial del símbolo de la soberanía

No fue hasta que Rafael Núñez, varias veces presidente de Colombia, redactara en 1850 la oda “Himno Patriótico” para conmemorar la independencia de Cartagena, en donde se exaltaban estos hechos históricos y la expresión filosófica del pensamiento republicano, versos que complacían los sentimientos de los nacionales de la época.

Varios años después, aunque en un primer momento se negó en componer la melodía del himno, al final asintió y fue compuesta por el reconocido músico italiano Oreste Síndici. Siendo presentada ante público en ceremonia oficial el 6 de diciembre de 1887, en el salón de grados del Palacio de San Carlos.

Posteriormente bajo la Ley 33 del 18 de octubre de 1920, fue sancionada por el presidente Marco Fidel Suárez, declarándose oficialmente como el himno nacional de Colombia y uno de sus símbolos patrios.

Para los colombianos, su himno nacional es el más hermoso del mundo. Para el imaginario popular es el segundo himno más bello después de la Marsellesa. Sin embargo, no existe clasificación alguna de los himnos.

Con sentimiento patrio, el himno nacional es la marcha marcial del símbolo de la soberanía; gozo de alegría por tener una patria libre por la sangre y las lagrimas derramadas de todos los héroes de la gesta libertadora, y que en vibrante sinfonía musical envuelve la grandeza de la nación siempre valiente.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/himno-patritico

Tribus urbanas

Este fenómeno comienza a ser estudiado en los años 30 en la Escuela de Chicago en donde profundizaron en los problemas urbanos presentes. Pero no fue sino hasta 1988 cuando el sociólogo francés Michel Maffesoli, definió una “tribu urbana” como la reunión de pequeños grupos de los habitantes más jóvenes de las ciudades, para expresarse de una forma diferente y como un modo de alejarse de la cotidianidad que les incomodaba.

Con intereses en su mayoría de veces ajenos a los del resto de la comunidad, con el fin de intensificar sus experiencias particulares y obtener un punto de encuentro.

En Colombia, todos sus habitantes de una u otra forma hacen parte de una tribu. Cada individuo es integrante de un determinado colectivo: un estrato social, hinchas de un equipo de fútbol, residentes de un barrio o localidad e incluso el apasionarse con un ritmo musical sirve como diferenciador.

Determinándose “microculturas” urbanas que se asientan a lo largo y ancho de la geografía del país. Para fundar personalidades propias que establecen variadas culturas sociales.

En la actualidad el país tiene un potencial de 12´700.000 jóvenes entre los 14 y 28 años, de los cuales el 77% reside en áreas urbanas. En ciudades que por su infraestructura y dimensiones sociales, son un enorme “laboratorio” con una vida intensa en donde desarrollan su actividad social.

Construyendo los jóvenes modelos societales, nuevos valores e imaginarios

Siendo el lugar en el que las contradicciones de la modernidad y las conflictividades surgen en cada esquina y se convierten en asuntos irreconciliables y tan citadinos que se superponen en el paisaje de la ciudad, haciéndose visibles por la descomposición y pérdida de principios en la familia, la academia y la política. Construyendo los jóvenes modelos societales, nuevos valores e imaginarios bajo el fenómeno de tribu urbana.

La sociedad y las autoridades no comprenden la evolución en la que esta inmersa la juventud el día de hoy. Las tribus son sin duda el lugar del contacto físico, un espacio para la reunión de los cuerpos y sus sentidos, en el cual el joven puede, acceder y encontrarse junto a otros, para construir una identidad personal y colectiva, convirtiendo la tribu en su familia y la urbe en su hogar.

Las tribus urbanas formulan su propio planteamiento de orden social, construyen un paradigma de ciudadanía intercultural, en donde algunos casos la violencia puede ser el centro de su unidad para manifestarse contra las reglas establecidas.

En conclusión, algunas personas justifican las tribus urbanas por ser el único medio de los jóvenes de visibilizarse, otros tan solo las toleran por ser un periodo temporal de la juventud y por último existen los que las condenan totalmente, rehuyendo a la participación asertiva con los jóvenes.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/tribus-urbanas

Violencia y fútbol

Hace tan solo unas semanas previo a un partido de fútbol, alrededor de un emblemático estadio colombiano, fueron colgados del cuello varios muñecos vestidos con camisetas de un equipo de fútbol y esparcidos panfletos con mensajes intimidantes contra sus hinchas.

Posteriormente se presentó otro acto de violencia, en los parqueaderos del mismo estadio aparecieron guindadas extremidades de ave, haciendo referencia a los simpatizantes de un equipo local. Hechos que fueron repudiados por la comunidad en general, las autoridades locales y la gran mayoría de aficionados al fútbol a nivel nacional, lo que conlleva a realizar una reflexión al respecto, más allá de lo deportivo.

Como el deporte más popular del planeta, el fútbol es una actividad física que va más allá de la diversión o salud y de su práctica aficionada o profesional. El fútbol crea sentimientos de euforia en sus aficionados en el mundo entero y de la misma forma los hace enloquecer.

Resultando afectada muchas veces la vida, la integridad y la propiedad privada de los ciudadanos, tanto de aquellos que hacen parte del espectáculo, como de los que no tienen nada que ver. El fútbol se convierte así en una identidad cultural.

Sin embargo, tampoco debemos permanecer impasibles ante el odio y afirmar que no se puede cambiar nada

En ciertos momentos, esta fiesta deportiva se ve opacada por las actitudes violentas de algunos aficionados dentro y fuera de las graderías de los estadios de fútbol, la violencia en los espectáculos futbolísticos en Colombia se presenta como un problema creciente en los últimos años.

En la hinchada, la violencia surge como un factor en el proceso de “desculturización” en la construcción del poder interno y el fanatismo como manifestación de deseos, frustraciones o esperanzas fallidas que se enquistan en esa agresividad innata de todas las especies animales y puede potencializarse en estos eventos deportivos.

En una explicación sociológica del comportamiento de los hinchas, se debe comprender el vínculo entre la identidad, la violencia y el fútbol, influenciados en los paradigmas patriarcales de la cultura futbolística que mantiene fuertes lazos con las ideologías de la masculinidad más clásicas.

Por lo tanto, la literatura científica apunta que los motivos más frecuentes para manifestarse violentamente en público es la protección que ofrece el grupo, su anonimato y la necesidad de buscar un espacio donde liberar las tensiones acumuladas.

Los hinchas buscan sensaciones fuertes en una sociedad monótona, lo cual no se debe impedir. Sin embargo, tampoco debemos permanecer impávidos ante el odio y asentir que no se puede innovar nada. Por lo tanto, se debe examinar nuevos enfoques, otras formas efectivas de actuar para alcanzar la paz en el “deporte rey”.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/violencia-y-ftbol

La caca de su perro

El episodio es conocido por la mayoría. Un vecino del barrio se encuentra caminando con su perro en el parque de la localidad. En el transcurso del paseo, su dócil mascota inicia a realizar sus necesidades fisiológicas y el propietario escudriña de reojo para que no se presenten testigos de las “gracias” de su fiel amigo. El que dice llamarse ser humano escapa de la olorosa escena, dejando atrás la sucia evidencia.

Una creencia popular reza “pisar caca, atrae fortuna”. Lo anterior se encuentra muy lejano de la realidad, el excremento de los perros que queda en el espacio público se convierte en un problema ambiental con consecuencias en la salud pública.

Un perro de tamaño promedio pesa unos 14 kilos, el cual defeca por día 600 gramos de excremento —18 kilos al mes—, heces que en gran parte no son recolectadas, las cuales terminan en la vía pública a donde los lleva su dueño o el paseador. Según censo realizado por el ministerio de Salud en 2017 en el país existen 4’900.000 perros, cifra con la que se puede dimensionar el problema.

La salud de las personas se ve afectada desde el mismo instante que la materia fecal toca el suelo. Después de 24 horas que el perro defecó, el medioambiente solidifica las heces, las convierte en polvo y de esta manera son dispersadas por el viento, contaminando el agua, los alimentos y el aire que se respira. Esto genera infecciones por parásitos (lombrices, amebas o bacterias), y enfermedades coronarias, hepáticas, de la visión, la piel y del sistema digestivo.

La salud de las personas se ve afectada desde el mismo instante que la materia fecal toca el suelo

Es obligatorio que el dueño recoja la deposición de su perro. La cual debe ser almacenada en forma apropiada. No recolectar los excrementos de las mascotas o no desecharlos correctamente, genera la imposición de un comparendo y el pago posteriormente de una multa de cuatro salarios mínimos diarios legales vigentes según la ley 1801 de 2016 —Código Nacional de Policía y Convivencia—.

Se debe recordar que el civismo es una actitud que consiste en la observación de unas pautas mínimas de comportamiento para poder vivir en colectividad, con base en el respeto al prójimo, hacia el entorno natural, los objetos y las instituciones públicas, sumado a una educación en valores, urbanidad y cortesía. 

Desde luego el tener una mascota en este país es un derecho, pero también conlleva una serie de deberes y compromisos con la comunidad. Es necesario que las mascotas disfruten en un espacio abierto para que interactúen con sus dueños. Pero de la misma forma todas las demás personas tienen derecho a disfrutar de un medioambiente saludable. Con civismo se tendrá una sana convivencia y se estará en armonía con la ciudad, para contar con ambientes 100% libres de caca de perro.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/la-caca-de-su-perro