El término “sicario” derivado del latín “sicarius” tiene sus raíces en la antigua Roma en época de Julio César, que originalmente se refería a un asesino que utilizaba una pequeña daga llamada “sica” y se dedicaba a matar personas por dinero; una de las primeras manifestaciones de este fenómeno es la aparición de una secta terrorista denominada “sicarii”, formada por hombres de las clases bajas en la rebelión de los zelotes en Palestina, este movimiento se caracterizó por ejecutar acciones contra sus enemigos a plena luz del día, de preferencia durante las festividades en Jerusalén.
Estos delincuentes destruían templos, palacios de los gobernantes herodianos, quemaban los archivos públicos, los graneros y saboteaban las reservas de agua de Jerusalén. Posteriormente, el concepto de sicario reaparece en el Renacimiento, vinculado a los crímenes del momento de los Borgia, en esa Florencia deslumbrante y maquiavélica; lo que quedó plasmado en los bajos fondos de la novela del siglo XIX. Visto con esta perspectiva histórica, el sicario de hoy no es más que el resurgir de viejas formas de violencia utilizadas previamente en muchas partes del mundo. A lo largo del tiempo, el sicariato ha evolucionado y ha sido influenciado por factores socioeconómicos y políticos en diferentes contextos.
Desde una perspectiva psicoanalítica, se visualiza cómo la violencia y la agresividad se desarrollan en la psique del sicario, quien es a menudo un joven que ha crecido en un entorno hostil, carente de normas sociales firmes y con una función paterna debilitada. Este entorno fomenta la identificación del joven con figuras de autoridad dentro de organizaciones criminales, donde la violencia se convierte en un medio de supervivencia y de expresión de la belicosidad, y el psicoanálisis indica que es una manifestación de la pulsión de muerte, una fuerza psíquica que lleva al sujeto a la destrucción tanto de otros como de sí mismo. En el sicariato, este impulso se canaliza a través de la acción homicida, donde el acto de matar se convierte en una forma de descarga psíquica.
El sicariato ha surgido como un problema destacado en varias regiones, particularmente en América Latina, y se define de igual forma por la contratación de personas para ejecutar asesinatos por “encargo”, un fenómeno que se ha intensificado desde la segunda mitad del siglo XX. Este tipo de crimen no solo representa un acto de violencia, sino que también está profundamente vinculado a estructuras de poder, corrupción y la desconfianza en las instituciones de justicia. Lo que diferencia al sicariato de otros homicidios es su alto grado de profesionalismo, que abarca desde la selección y la asignación de la tarea criminal, hasta las actividades de inteligencia necesarias para llevar a cabo el “encargo” y la posterior confirmación del crimen según lo planificado.
En Colombia, el sicariato es un oficio criminal que tiene antecedentes de más de 70 años, las muertes por mandato comenzaron durante la época de “La Violencia” en los años 40 y 50, cuando los integrantes de un partido político iban de pueblo en pueblo a asesinar a sus contradictores; en ese momento quienes realizaban esa tarea criminal los conocían como “pájaros”. El fenómeno del sicariato se ha desarrollado en el país en un contexto de violencia estructural, en el cual el sicario es una figura instrumentalizada dentro de un sistema de poder que mercantiliza la muerte.
Como resultado de un ejercicio de análisis de los registros de criminalidad presentados en el país, consolidados por parte de la Policía Nacional de Colombia, se puede observar que en el delito del homicidio la modalidad más recurrente es el sicariato, entre los años 2022 y el primer semestre de 2024 en Colombia se presentaron 21.569 casos de sicariato (DIJIN, 2024); en donde las principales motivaciones se han asociado fundamentalmente al narcotráfico, economías ilegales, disputas territoriales y factores sociales.
El fenómeno del sicariato es un desafío complejo que requiere un enfoque integral y colaborativo. Las propuestas académicas presentadas buscan abordar las raíces del problema, enfocándose en la prevención, la investigación y la formulación de políticas públicas efectivas.
Perspectivas criminológicas y sus factores de riesgo
Al ser el sicariato un fenómeno de violencia que se ha arraigado en la sociedad contemporánea, representa un desafío significativo para la criminología y la intervención social. Este tipo de delito, se ha vinculado estrechamente con empresas delictivas, que afecta particularmente a los jóvenes en contextos de vulnerabilidad. La criminología, como ciencia que estudia el comportamiento criminal y la reacción social ante este, proporciona herramientas valiosas para comprender las causas y consecuencias del sicariato, así como para orientar estrategias de prevención y actuación.
El estudio criminológico del sicariato permite entender cómo la estructura psíquica del asesino está influenciada por su entorno social y las relaciones familiares particularmente en lo que respecta a la función paterna y el complejo de Edipo, y en la mayoría de casos se inicia desde una edad muy temprana. El acto criminal del sicario no es solo una transgresión de la ley, sino también una manifestación de una forma mental particular que busca satisfacción en la violencia.
Las teorías criminológicas ofrecen un marco para analizar las conductas delictivas en niños y adolescentes, y destaca la importancia de la edad como un factor determinante en la propensión a delinquir. Esta dinámica refleja una compleja interacción entre la búsqueda de autonomía y la frustración ante las limitaciones impuestas por los adultos. A medida que los adolescentes enfrentan emociones como el fracaso, la impulsividad y la obtención de nuevas experiencias, se vuelven más susceptibles a la violencia.
El aprendizaje social sugiere que los jóvenes imitan comportamientos violentos observados en su entorno, lo que les lleva a adoptar conductas delictivas. Este proceso de socialización se ve agravado por la pertenencia a grupos subculturales que normalizan la violencia y ofrecen un sentido de identidad. En este contexto, los jóvenes sicarios suelen provenir de entornos de escasos recursos, donde las opciones legítimas son limitadas, lo que los empuja a recurrir a medios no formales para alcanzar sus objetivos económicos. Los jóvenes, al sopesar sus opciones, pueden optar por la violencia como un medio para lograr sus metas, especialmente cuando perciben que las oportunidades legales están cerradas para ellos.
Es crucial reconocer que no todas las conductas violentas de niños y adolescentes son consecuencia de la pertenencia a determinados grupos sociales. Factores individuales, familiares y sociales también desempeñan un rol fundamental en la promoción de estas prácticas. Por lo tanto, es necesario adoptar un enfoque integral que contemple la diversidad de factores que influyen en el sicariato. Por lo cual, este fenómeno es el resultado de una interacción compleja entre factores sociales, económicos y psicológicos. La criminología proporciona un marco teórico que permite entender las motivaciones detrás de estos comportamientos y su relación con el contexto en el que se desarrollan.
Propuestas para enfrentar el fenómeno del sicariato
Para abordar esta problemática, es fundamental implementar estrategias de prevención que incluyan programas educativos, oportunidades laborales y apoyo psicosocial para jóvenes en riesgo. Solo a través de un enfoque multidisciplinario y colaborativo se podrá enfrentar eficazmente el desafío del sicariato y ofrecer un futuro más prometedor a las nuevas generaciones.
El fenómeno del sicariato, ha generado una preocupación creciente en la sociedad colombiana y en el ámbito académico. La complejidad de este delito, que se entrelaza con el narcotráfico, las estructuras criminales y sus economías, requiere un enfoque multidisciplinario para su comprensión y abordaje. A continuación, se presentan algunas propuestas académicas que buscan enfrentar este flagelo desde diversas perspectivas.
- Prevención y educación integral
Una de las propuestas más relevantes es la implementación de programas de prevención y educación integral dirigidos a jóvenes en riesgo. La criminología sugiere que la intervención temprana puede ser efectiva para reducir la propensión a la delincuencia. Estas acciones deben incluir:
-Educación sobre habilidades socioemocionales: fomentar el desarrollo de aptitudes de autocontrol, resolución de conflictos y manejo de la frustración puede ayudar a los jóvenes a enfrentar situaciones adversas sin recurrir a la violencia.
-Concienciación sobre los desenlaces del sicariato: informar a los jóvenes sobre las implicaciones legales, sociales y personales de involucrarse en actividades delictivas puede disuadirlos de optar por el sicariato como una vía de escape.
-Actividades extracurriculares: fomentar la participación en deportes, artes y otras acciones recreativas puede proporcionar alternativas positivas y un sentido de pertenencia, para alejar a los jóvenes de grupos delictivos.
2. Investigación y análisis criminológico
La investigación académica es fundamental para comprender las dinámicas del sicariato y desarrollar estrategias efectivas, entre otras se destacan las siguientes:
-Estudios longitudinales: realizar investigaciones que sigan a jóvenes en riesgo a lo largo del tiempo para identificar factores que contribuyen a su involucramiento en el sicariato. Esto permitirá desarrollar intervenciones más precisas y adaptadas a sus necesidades.
-Análisis de redes criminales: investigar la estructura y funcionamiento de las organizaciones criminales involucradas en el sicariato puede ayudar a desarticularlas y a entender mejor cómo delinquen, lo que facilita la formulación de políticas públicas más efectivas.
-Colaboración interdisciplinaria: fomentar la colaboración entre criminólogos, sociólogos, psicólogos y otros profesionales para abordar el fenómeno desde múltiples ángulos. Esto puede incluir la creación de grupos de trabajo que integren diversas disciplinas en el análisis del sicariato.
3. Políticas públicas y estrategias de intervención
El diseño e implementación de políticas públicas efectivas son cruciales para combatir el sicariato. Al respecto se podría realizar los siguientes puntos:
-Fortalecimiento de la justicia y el sistema penal: mejorar la capacidad de la organización judicial para procesar casos de sicariato de manera eficiente y justa, y asegurar que los responsables sean llevados ante la justicia.
-Programas de reintegración social: desarrollar iniciativas que ofrezcan a los jóvenes que han estado involucrados en el sicariato oportunidades de educación y empleo, al facilitar su reintegración a la sociedad y reducir la reincidencia.
-Intervenciones comunitarias: promover la participación de la comunidad en la prevención del sicariato, e incentivar la creación de redes de apoyo que ayuden a los jóvenes a encontrar alternativas a la violencia.
El fenómeno del sicariato es un desafío complejo que requiere un enfoque integral y colaborativo. Las propuestas académicas presentadas buscan abordar las raíces del problema, enfocándose en la prevención, la investigación y la formulación de políticas públicas efectivas. A través de la educación, el análisis criminológico y la intervención social, es posible construir un futuro en el que el asesinato por encargo deje de ser una opción viable para los jóvenes y se promueva una cultura de paz y respeto por la vida. La colaboración entre académicos, profesionales y comunidades es esencial para enfrentar este problema y ofrecer alternativas significativas a las nuevas generaciones.