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El monolito de Hammurabi

En el Museo del Louvre, visitado por nueve millones de turistas al año, en la sala número 3 del ala Richelieu, en el área destinada a las antigüedades de Mesopotamia, se encuentra exhibido un monolito de diorita negra, de estructura cilíndrica y forma irregular, inscrito con caracteres cuneiformes, con más de 2 metros de altura, elaborado entre los años 1790 a 1750 a.C., descubierto en Susa, Irán, en exploración orientada por el ingeniero Jacques de Morgan en 1901.

En esta piedra tallada se esconde el Código de Hammurabi, uno de los primeros códigos de leyes escritos de la historia, en donde se establecían un conjunto de normas jurídicas expresadas por el Rey babilónico del mismo nombre, que tenían el carácter de sagrado al ser dictadas por los dioses, dadas a él por el dios Samash, deidad de la cultura paleobabilónica, representante del sol y la justicia.

En ella se entablaban reglas de todos los aspectos de la vida cotidiana, para evitar que se tomara la justicia por propia mano y aclarando lo licito de lo ilícito, hasta este momento de la historia no existían leyes escritas y los jueces no poseían regulaciones que usar, cada integrante de la comunidad actuaba como más le convenía, así desde la instauración del códice, quebrantarlo conllevaba como consecuencia la aplicación de sanciones tanto divinas como humanas y su finalidad era orientar el país y asegurar el bienestar de la gente.

Conocemos dos precedentes más, el primero son las normas sentenciadas por el rey Ur-Namma, durante los años 2100 al 2050 a.C., en donde se establecía a cada crimen un castigo específico, contemplando compensaciones económicas como pago a ciertos crímenes y el segundo corresponde al código elaborado por el rey Lipit-Itshtar de Isin, en los años 2112 al 2046 a.C., que hacía referencia al manejo de propiedades, alquileres, tratos con esclavos, relaciones familiares, herencias, difamaciones, cuidado y trabajo de las tierras agrícolas y daños causados por animales.

Ya en suelo patrio contamos con un Código Nacional de Policía, que se acerca a los 50 años de vida, el cual vio su nacimiento jurídico bajo el gobierno del 49º Presidente de la República, Carlos Lleras Restrepo, quien con la Ley 1355 de 1970, estableció la actual moribunda norma, diseñada para las realidades de esa época y sin duda diferentes a las actuales, por lo que fue necesario elaborar un nuevo código nacional de policía que se adecuara a la Constitución Política, a las dinámicas y cambios sociales de este siglo XXI.

Finalizando el primer semestre del presente año se expide la Ley 1801, como el nuevo Código Nacional de Policía y Convivencia, el cual entrará en vigencia en dos meses, en su cuerpo señala los comportamientos contrarios a la convivencia que pueden incurrir los habitantes del territorio colombiano, así como las medidas preventivas a emplear, indicándoles también a las autoridades los correspondiente procedimientos para desarrollarlo, convirtiéndose como la herramienta con la cual se edificará la paz y estableciendo como fin único la sana coexistencia e instrumento fundamental con el que contarán los habitantes de la geografía nacional para resolver los conflictos, que perturban la armonía y para prevenir que sus consecuencias trasciendan a ley penal.

El conocimiento y aplicación de esta ley permitirá generar las condiciones de seguridad y tranquilidad que son tan anheladas por todos los colombianos y así como se indicaba en el prólogo del Código de Hammurabi “…éstas son las leyes de la justicia que el rey ha instaurado… para que el fuerte no pueda oprimir al débil, para dar justicia al huérfano y a la viuda, he inscrito mis preciosas palabras en mi estela y la he instalado en Babilonia ante mi estatua”, siguiendo el antiquísimo ejemplo  debemos mantener el estado social derecho establecido por la Constitución y hacer sagrada esta norma.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/el-monolito-de-hammurabi

Vestidos de levitón

Deseo en este aniversario 125 de la Policía Nacional de Colombia, compartir con ustedes la evolución de nuestra institución, podemos afirmar que el servicio de Policía en el país se remonta a la época prehispánica con los Güechas, hombres del Zipazgo ubicados en Bacatá, lo que es hoy Bogotá, integrantes de la confederación Muisca y por sus características físicas y personalidad recia, se desempeñaban como guardianes de su territorio.

Años después los Reyes Católicos organizaron en América una policía rudimentaria para ayudar al arresto de malandrines, denominándolos Alguaciles, encargados de velar por la seguridad a través de la vigilancia y control de todo cuanto significaba incomodidad a la convivencia, como además el control de juegos prohibidos y el de registrar escondites tomados como refugio por forajidos después de cometer algún delito.

Mientras tanto en Europa un acontecimiento debería modernizar el concepto de Policía, el 2 de septiembre de 1667, en París, primera ciudad en la región que instaló un servicio de alumbrado público, mediante un sistema que consistía en farolas públicas, encendidas por faroleros, quienes recorrían las calles para ponerlas en funcionamiento en horas nocturnas y asignados por el Rey Luis XIV a la Prefectura de Policía, él mismo no tardó mucho tiempo en instituir el alumbrado público a todas las ciudades de Francia, incrementando de esta forma, la sensación de seguridad en todo el país y sin pensarlo generó un paso importante para el avance de la Policía en Colombia.

En 1791, se creó una junta de Policía durante el gobierno del Virrey Ezpeleta, con la tarea de recoger mendigos, construir caminos, vigilar el aseo, supervisar el embellecimiento de las calles y vigilar el alumbrado público, sus integrantes fueron designados como serenos, con funciones similares a los faroleros parisienses.

Ya en la historia republicana, los generales Santander en 1819 y Bolívar en 1826, el primero inició la organización legal y política del país, expidiendo leyes señalando funciones a la fuerza pública y creando la policía secreta, también el Libertador emite normas dándole responsabilidades explícitas a los jefes de policía, indicándoles que deberían cuidar: la vida, el honor y los bienes de los ciudadanos.

Finalmente en 1861 en el gobierno de Mariano Ospina, crea una primera Policía del orden nacional, en 1880 se organiza la Policía de Cundinamarca y en 1890 bajo el gobierno de Carlos Holguín se sanciona la Ley 23 para constituir la Policía en Bogotá y posterior extensión a todo el país, encargando de esta tarea al comisario francés Marcelino Gilibert, quien con sus cualidades y una labor loable, concreta para el 5 de noviembre de 1891 fuera expedido el decreto 1.000, por el cual se crea la Policía Nacional actual, sustituyendo a partir del momento los cuerpos de Policía existentes como los departamentales, municipales y de serenos.

Serenos, personajes del pasado, obreros y artesanos que se convertían en figuras representativas de la presencia del policía, quienes con su sencillez natural y campesina, tenían el carácter de agentes del orden público, tranquilizaban las horas de sueño, recordemos su indumentaria curiosa, vestían levitón de gran tamaño, casco metálico colonial y una chipa de rejo al cinto, para lograr encender los faroles, que como en París, era la principal acción para apartar las penumbras de la noche que invitaban al desorden y así desde aquella época a la actual, tener una Colombia segura y en paz.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/vestidos-de-levitn