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E-topí­a: ciberseguridad

El planeta experimenta la urbanización más rápida en la historia de la humanidad. Hoy más del 50% de la población mundial vive en áreas citadinas y para el 2050 se incrementará a cerca del 70%, hasta llegar a más de 6.000 millones de personas, según las Naciones Unidas (2014).

Las ciudades modernas se transforman en el epicentro principal de la vida y economía actual, siendo cada vez más dependientes de las tecnologías de la información (TIC) y creciendo al mismo ritmo, está la “internet de las cosas”, una red de gente, dispositivos y sistemas interconectados. En 2020 se espera más de 50.000 millones de equipos enlazados a internet y 4.700 millones de usuarios de la red para 2025.

Es así, que definimos a la nueva ciudad como e-topía (ciberciudad), término desarrollado por William Mitchell (1999) para comprender a la urbe como un organismo que funciona de manera inteligente, creando entornos virtuales e interconexiones digitales en la ciudad.

Junto con el crecimiento del valor económico de las TIC para las ciudades, los hackers y otros criminales aceleran sus irrupciones en todo el mundo con: malware (software malicioso) y spam (correo no deseado); tácticas de “phishing” (suplantación de identidad); estafas y fraudes en línea, ataques de denegación de servicio (DDoS) y botnets (infección masiva a ordenadores) esto pone a las ciudades y sus comunidades en el blanco permanente de ataques informáticos.

Se estima que el costo aproximado para la economía global del crimen informático es desde el 2014 de US$400.000 millones, lo que equivale al PIB de 160 naciones juntas. Ganancias demenciales que indican la gravedad del problema, por ejemplo el narcotráfico presenta réditos de US$320.000 millones anuales (ONU, 2015). En el caso del cibercrimen el 80% de sus actos proceden de organizaciones altamente especializadas y con grandes economías criminales.

El más reciente ciberataque se presentó el anterior 12 de mayo, realizado a escala mundial, infectando a más de 200.000 equipos en 150 países, con un malware de tipo ransonware, encargado del secuestro de datos, denominado WannaCry, con el propósito de solicitar cuantiosos rescates.

Es importante dar a conocer los resultados del informe realizado por Verizon Risk Team (2014), donde se encontró que el 97% de los incidentes de violación de redes desde el 2013, pudieron haber sido prevenidos por medio del uso de controles y prácticas de seguridad simples, como el utilizar contraseñas seguras en sus servicios en línea y actualizar el software de los equipos.

Para concluir, los dirigentes en la ciudad requieren hacer de la seguridad cibernética una prioridad, para la protección de datos, sistemas e infraestructura vital para la operatividad y estabilidad de las metrópolis y sus habitantes. La estrategia fundamental debe contar con una serie de principios claros que propicien un marco de decisión en la identificación, gestión y mitigación de riesgos de seguridad, por medio de la creación de un enfoque estructurado, pensando integralmente sobre las vulnerabilidades e implementando prácticas sólidas para detectar, disminuir y comunicar amenazas, para salvaguardar los recursos.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/e-topa-ciberseguridad

Senectus

La ancianidad en las culturas primitivas significaba respeto y poder. Al no existir la escritura, los abuelos transmitían su conocimiento por intermedio de la tradición oral, convirtiéndose así en la memoria viviente de las comunidades. Desde la Grecia Clásica las personas mayores contaban con gran prestigio y consideración, al igual que en la sociedad hebrea, de acuerdo al texto veterotestamentario, los patriarcas eran objeto de veneración y consulta.

Entre 2015 y 2050, el porcentaje de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 12% al 22% de la población, en la actualidad nos acompañan 125 millones de personas con 80 años o más, para 2050 serán 434 millones de ellas en todo el mundo (OMS, 2015). El índice de envejecimiento de la población, hoy es mucho más rápida que en el pasado.

En Colombia se tiene una esperanza de vida de 74 años y ampliándose a 20 anualidades más a partir de los 60 años de edad. En 2013, la población mayor (60 y más años de edad) era de 4.962.491 (10% del total de la población). Para el 2020 se proyecta un crecimiento de la población mayor en un 3,7%.

El envejecer (senectus) en nuestro territorio, se caracteriza por la transición en la reducción de la tasa de fecundidad, un incremento de la población en edad de trabajar y una disminución de la población infantil. Consecuencia del control de la natalidad y la depreciación de la morbilidad y mortalidad en los últimos 50 años. Es así, que en el país desde 1951 y hasta un futuro próximo en 2020, el índice de envejecimiento se cuadruplicará, al pasar de 12 a 49 personas de 60 años o más por cada 100 menores de 15 años, lo cual plantea un reto para el manejo social de ellas.

Se requiere con urgencia una acción de toda la ciudadanía y sus instituciones con respecto al envejecimiento de la población. Es necesario plantear cambios fundamentales, no solo en lo que hacemos, sino en la forma misma en que concebimos el envejecimiento. Habrá que crear, sistemas integrales de atención a largo plazo con respuestas coordinadas de muchos sectores y de varios niveles del Estado.

Recordemos que la vida del hombre sigue un ciclo como la naturaleza: en la primavera florece los años de infancia y juventud; en el verano se vigoriza con la madurez y la lucha por dominar la fuerza del universo; en el otoño el ser comienza a declinar; y en el invierno proclama el final de los años, pero al mismo tiempo anticipa el advenimiento de una nueva primavera y el resurgimiento de una vitalidad palpitante. El fruto que surge del ciclo es el conocimiento y la experiencia, la cual no se encuentra ni en las enciclopedias ni en la información web actual. Ellos, sabios que han usado lo aprendido para el bien y el provecho de la humanidad, manteniendo una dignidad incólume que les hace merecedor de la admiración de todos.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/senectus

Pandillas: guerras de pavimento

 Este nuevo ciclo que se encuentra viviendo nuestro país, está enmarcado en el logro de la paz, por la finalización del conflicto armado con las FARC y el tránsito a un tiempo de posacuerdo. Sin embargo, la violencia de más de 50 años, protagonizada por actores en armas y desplegada en el territorio nacional, no empleaba la ciudad como su escenario principal; la sociedad apenas si ha extendido su mirada hacia los centros urbanos y su conflicto, por mantener la atención social y política en la terminación de la confrontación armada.

Se observa a nivel mundial con preocupación, la actuación de niños, niñas y adolescentes en actividades delincuenciales, específicamente en la violencia interpersonal. En Latinoamérica, este problema tiene la facilidad de seguir extendiéndose porque se presenta el fenómeno en el cual uno de cada cinco muchachos, entre 15 y 24 años ni estudia ni trabaja, siendo este el periodo en donde con mayor frecuencia los individuos infringen la ley (Banco Mundial, 2016).

Una vez visualizado el conflicto violento en las ciudades las pandillas cobran realce. El surgimiento de pandillas, esta asociado a una serie de condiciones de índole social, afectiva, familiar, cultural y de accesibilidad a la delincuencia organizada. La pandilla es una manera de habitar la ciudad, tomada por jóvenes vulnerables con la intención de sortear los complejos desafíos que trajo consigo el siglo XXI -planteado este espacio de tiempo por Eric Hobsbawn (2002), desde la caída del muro de Berlín-. Es lo que se ha llamado las guerras de pavimento.

En Colombia, el accionar de las pandillas es no pasar inadvertido, todo lo contrario, imponen su ley haciéndose visibles, recalcando a cada instante su determinación violenta para construir un poder social, ejerciendo un dominio sobre el territorio y desatando conflictos con diversos actores, hasta convertirse en estructuras delincuenciales. De ahí, más de la mitad de los homicidios cometidos tienen como asiento los centros urbanos y el 83% de las muertes violentas se presentan en casos de riña y sicariato, además se reporta en el contexto urbano un notable incremento en la participación de jóvenes en la criminalidad desde mediados de los noventa, según bases estadísticas del Centro de Observación para la Convivencia y Seguridad Ciudadana (2016) de la Policía Nacional.

Es por eso que el diseño de políticas públicas de cara al fenómeno de las pandillas, requiere entonces una buena cuota de voluntad política, la pandilla devela la crisis que sacude el proyecto de ciudad. ¿Y cómo se soluciona? Primero, el trabajo con la pandilla urge por políticas frente a la desigualdad en una doble dirección, de un lado la inequidad significa exclusión y cierre de las oportunidades básicas para una vida digna; y segundo, no solo políticas públicas de corte social y cultural pueden proporcionar salidas a la situación extrema que encarna la pandilla, se necesita trabajar con ellas para una reconstrucción profunda del tejido social que sostiene la vida urbana y su convivencia.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/pandillas-guerras-de-pavimento

Balance positivo

Es necesario poner en contexto a toda la comunidad en general acerca de los avances y resultados de la puesta en marcha del nuevo Código Nacional de Policía y Convivencia, CNPC, -Ley 1801 de 2016- después de cuatro meses de entrar en vigencia.

Por información del Centro de Observación para la Convivencia y Seguridad Ciudadana, de la Dirección de Seguridad Ciudadana, han sido atendidos por los cuadrantes a nivel nacional 116.551 comportamientos contrarios a la convivencia. En promedio por hora se presentan 44 comportamientos contrarios a la convivencia y se aplican 73 medidas correctivas.

Se impusieron 192.901 medidas correctivas, de las cuales 90.316 son comparendos pedagógicos, recordemos que por disposición del Gobierno Nacional, estos primeros seis meses solo se impondrán de ésta clase.
Los comportamientos contrarios a la convivencia más atendidos son: consumir bebidas alcohólicas, sustancias psicoactivas o prohibidas en el espacio público con 23.741 registros; portar armas de alguna clase con 10.299 registros; reñir, incitar o incurrir en confrontaciones violentas que puedan derivar en agresiones físicas con 9.368 registros; realizar necesidades fisiológicas en el espacio público con 7.385 registros; e invadir el espacio público con 6.209 registros.

Se observan resultados importantes al respecto de la disminución en los delitos de homicidio y lesiones personales, específicamente frente a los siguientes aspectos: ha decrecido el homicidio en la modalidad de riña en un 11% (-144 casos); el 50% de los departamentos y metropolitanas de policía reportan una reducción del homicidio en la modalidad de riña, especialmente el Distrito Capital con 20% (-64 casos); Cundinamarca con 34% (-20 casos); Huila con 65% (-20 casos); 
Cali con 9% (-18 casos); Antioquia con 31% (-16 casos); y se presenta disminución del 15% (-129 casos) de los homicidios cometidos mediante el empleo de arma corto punzante.

Al respecto de las lesiones personales han decrecido en un 26% (-10.148 casos), asimismo en la modalidad de riña en un 27% (-9.687 casos). Igualmente el 91% de los departamentos y metropolitanas de policía reportan reducción de las lesiones personales en la modalidad de riña, especialmente el Distrito Capital con 31% (-1.986 casos); Cundinamarca 41% (-1.135); Valle de Aburra con 26% (-635 casos); Antioquia con 35% (-449 casos); Villavicencio con 36% (-386 casos); y se presenta disminución del 19% (-1.239 casos) de las lesiones personales cometidas mediante el empleo de arma corto punzante.

Sin lugar a dudarlo la aplicación del CNPC, ha aportado en el mejoramiento de la cultura ciudadana, solucionando los constantes brotes de intolerancia, desacuerdos y los conflictos relacionados con la convivencia, que son las principales causas de violencia en el ámbito nacional. Invito cada día a conocer más este “manual de convivencia”, que contribuirá a contar con una mejor calidad de vida para todos, debemos emplear sus herramientas de conciliación y mediación, ya que son fundamentales para que las personas en conflicto decidan voluntariamente resolver sus desavenencias armónicamente.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/balance-positivo

Homo homini lupus

El origen de los servicios de policía, como se conocen actualmente, se encuentra evidenciado en: primero, con la aparición del Estado como una institución política en las comunidades modernas, el cual tiene el monopolio del uso de la fuerza; y segundo, la urbanización y la evolución de las ciudades, resultado del proceso de industrialización. Igualmente bajo premisas de Aristóteles, quien basándose en el hecho de que el hombre es un animal cívico y conformó la sociedad, respondiendo a su naturaleza y al interés común de reunión para salvaguardar la vida, convirtiéndose este en uno de los principales objetivos de los Estados.

Es así, como la misión de la Policía Nacional, es prevenir la comisión de delitos y comportamientos no acordes con la convivencia, para garantizar un clima en que toda la comunidad obtenga los niveles mínimos de seguridad, tranquilidad y el disfrute de los derechos. Entonces, para propender por el respeto de las normas y el cumplimiento de los deberes ciudadanos se diseñó un modelo del servicio de policía, con la finalidad de contribuir a la construcción de una cultura de convivencia ciudadana, mediante el direccionamiento estratégico de la oferta de valor de la Institución. 

Por eso, al referenciar un sinnúmero de ejemplos alrededor del mundo y con 125 años de experiencia, se obtuvo como resultado el denominado Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes, MNVCC, como una nueva evolución en el servicio de policía que hasta el momento se ofrecía al país, orientado fundamentalmente para generar una corresponsabilidad entre autoridades y comunidad en general, haciéndolos parte integral y constitutiva de la seguridad, orientada por hombres y mujeres policías, líderes y ciudadanos ejemplares, que día tras día, propenden por una mejor convivencia.

En la actualidad la Policía Nacional de Colombia cuenta con cerca de 29.100 uniformados en 4.848 cuadrantes, cuando en sus inicios en el 2010, tan solo eran 6.053 policías en 1.577 cuadrantes, desplegados en 8 metropolitanas y ya hoy se extiende al 100% del territorio nacional. Un éxito inconmensurable del MNVCC, es el haber salvado cerca de 5.500 vidas desde su implementación en 2010, para ese año la tasa de homicidios por 100 mil habitantes era de 39,3 y al término de 2016 fue de 24,6 (recordemos, la tasa de homicidios en los 90´s era de 70 por 100 mil habitantes). 

Finalmente, en consideración de Hobbes, el hombre es el lobo para el hombre (homo homini lupus), concepto plasmado en su obra Leviathan, sin embargo Maquiavelo manifiesta en El Príncipe, que el Estado debe emplear las herramientas necesarias para mantener el orden en su territorio. Hoy ya no hablamos de lobos y ni depredadores, sino de conflictos y agresiones. Por eso la convivencia pacífica solo es posible con la participación y compromiso de todos los habitantes del territorio nacional; nuestros comportamientos deben contribuir a la generación de ambientes de respeto por los derechos y los deberes de todos, este es el principio de la construcción social.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/homo-homini-lupus

Fútbol: en blanco y negro

El deporte y principalmente el fútbol es una característica especial de nuestra civilización. En el arte rupestre, encontramos manifestaciones en donde se recrean hombres prehistóricos en juegos rudimentarios, igualmente en la obra homérica se relatan expresiones de juegos competitivos. De todas las actividades deportivas, desde la Edad Media, como parte de la cultura de Occidente; y durante la Grecia clásica hasta los albores de la Modernidad, se han desarrollado una serie de juegos que en la época industrial, se convertirían en la base del deporte moderno. El fútbol en particular cuenta con más de 200 años de historia.

El fútbol, es una de las competencias físicas que más generan pasión y convocan a gran parte del colectivo social. Sin lugar a exageraciones, no existe otro deporte que nos identifique más como país, nos reuna sin distingos políticos, raza, condición sexual o dogma religioso. Es uno de los fenómenos que forma parte de la cotidianidad del ciudadano de nuestro tiempo y sobre él, encontramos información disponible en todos los medios de comunicación alrededor del planeta, ayudando a entender su globalidad.

La violencia en las canchas de fútbol ha llegado a niveles en donde es cotidiano observar puntapiés, codazos, cabezazos y hasta mordiscos. Y las celebraciones tampoco han sido del todo pacíficas, por ejemplo: durante nuestro primer triunfo en la anterior Copa Mundo se presentaron hechos lamentables en Bogotá; en Chile, en las celebraciones de la misma, se incineraron autobuses y se generaron enfrentamientos con la policía. Además el deporte está asociado con los conglomerados denominados “barras bravas” en algunos países latinoamericanos, situación por la que se trabaja a diario para eliminar en el país y fortalecer un barrismo social.

Singularmente, el mismo deporte que provoca estas acciones en los estadios y fuera de ellos, es una herramienta para lograr todo lo contrario: para que individuos y comunidades vulnerables a la violencia, aprendan a vivir en paz. Existen sinnúmero de modelos en toda la región, desde el fortalecimiento de equipos infantiles en El Salvador, la gestión para construir un estadio por parte de un sacerdote en Honduras y en Colombia la creación de fundaciones que ayudan a las comunidades más frágiles, para que en el fútbol encuentren una opción de vida y se liberen de la intimidación del narcotráfico y las pandillas.

En el país, con la participación de todos los responsables de la práctica del fútbol se construyó el “Plan Decenal de Fútbol 2014-2024”, el cual tuvo como base la encuesta “El Poder del Fútbol”, realizada por el Centro Nacional de Consultoría. Plan que es un aporte fundamental para la reconciliación que todos anhelamos, una apuesta colectiva para erradicar la violencia y un insumo para los diseñadores de las políticas públicas para fortalecer la seguridad, comodidad y convivencia, relacionadas tanto con su práctica profesional, aficionada y recreativa. Queda en manos de todos impulsarlo como herramienta de transformación social para estos 10 años.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/futbol-en-blanco-y-negro