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El Akitu

Como balance de la Nochebuena y para avizorar los eventos de la noche de Fin y Nuevo Año, me corresponde manifestarles que con grandes esfuerzos institucionales se cumplieron los objetivos establecidos dentro del Plan Integral “Por una Navidad Segura y en Paz”, al respecto de brindar una navidad con el mayor sosiego posible.

En forma general, los colombianos dieron una gran muestra de civismo y se vivió una de las navidades más tranquilas de los últimos tiempos, informó nuestro Director de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional.

La Policía Nacional atendió 116.602 llamadas a través de las líneas de emergencias, de las cuales 7.422 correspondieron a cuadros de intolerancia que fueron atendidos oportunamente por los cuadrantes. Por tercer año consecutivo en esta fecha, no se presentaron muertes en accidentes de tránsito por conductores en estado de embriaguez. La Dirección de Tránsito y Transporte realizó 1.812 pruebas, de las cuales 30 resultaron positivas. Es decir, apenas 2% de las personas requeridas marcaron algún grado de alcohol.

Aunque se muestra un positivo balance en cifras, es desafortunado que se presenten aún víctimas fatales en especial en estas fechas de fin de año, que deben ser para enarbolar la vida y la convivencia pacífica de todas las comunidades.

Es así que la Policía Nacional viene desarrollando su Plan Estratégico Institucional “Comunidades Seguras y en Paz-Visión 2030” en donde se busca afrontar de manera diferencial y focalizada las necesidades de todos los colombianos, en materia de seguridad y convivencia.

Por esto contamos entre otras herramientas, con una nueva modalidad de servicio de policía el “Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes”, la cual genera un servicio integral que responde a las exigentes demandas actuales de seguridad, brindando responsabilidad individual a los uniformados a quienes se les asigna una jurisdicción específica, determinada por unas características geográficas y de atención del fenómeno delictivo y de riesgos sociales.

Igualmente con una metodología científica aplicada a los cuadrantes mediante procesos, procedimientos y herramientas de planeación, seguimiento y evaluación, que interactúan con las capacidades de las diferentes especialidades del servicio de policía como, policía judicial e inteligencia, con el fin de prevenir y contrarrestar los hechos de violencia y criminalidad que más afectan al ciudadano. Contando en la actualidad con más de 4.858 cuadrantes en servicio en todo el país.

Justamente como en El Akitu, festival babilónico, rito con más de cuatro mil años, que funge como primer registro antiquísimo de la celebración del Año Nuevo en el equinoccio vernal, debemos entender que como seres humanos, somos indudablemente sociales, siempre hemos usado rituales individuales o colectivos, porque dan significado a la existencia.

Arraigado en la cultura popular, nos indica que cada cierto período mediante ágapes y convites, realizamos ceremonias para marcar las etapas que dan importancia a nuestras vidas y ésta desde luego es una de ellas, pero invitamos a vivirla con moderación y con respeto al otro.

Esperamos que esta gala nos sirva para reflexionar sobre las acciones realizadas en el año que se despide y desde luego hacia el porvenir, recapitulemos lo bueno y lo malo del presente período y realicemos resoluciones en el Año Nuevo, las cuales con una estrategia planificada lograremos ver cumplidas finalizando el 2017. Feliz Año, Dios y Patria.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/el-akitu

El infortunio de Dioniso

Tengo hoy que compartir en este espacio y con relación de los actuales convites de fin e inicio de año, una preocupación creciente al respecto del consumo de alcohol. Esta es una sustancia psicoactiva, catalogada como una droga que genera dependencia, la cual deprime el sistema nervioso central, reduce notablemente las inhibiciones y desde luego deteriora el juicio, consumirlo en demasía puede conducirnos a un estado de coma e incluso la muerte.

Desde tiempo antiquísimos los cereales fermentados, el zumo de algunas frutas y la meloja, han sido empleados por el hombre para fabricar alcohol, igualmente en los inicios de la civilización egipcia se conocía las bebidas avinagradas con la única finalidad de enajenar la mente. En China en el año 7000 a. de C. ya existían evidencias de la fabricación de menjurjes embriagantes, muy similar en la India entre los años 3000 y 2000 a. de C. en donde se destilaba una bebida a base de arroz, llamada “sura”.

Ya en la literatura griega surgieron evidencias de diferentes advertencias contra los excesos de la  ingesta de licor y su primer elixir alcohólico fue un fermento de miel y agua, los babilónicos adoraban a una diosa del vino tan antigua que data del año 2700 a. de C. mientras tanto en nuestros territorios la reina era la “chicha”, producida a base de maíz, uvas y otras frutas, ingerida por los indígenas habitantes de Los Andes. Otras civilizaciones nativas americanas también desarrollaron durante la época precolombina un sinnúmero de bálsamos para beberrones.

En América, poseemos el segundo lugar en el lamentable ranking de consumo per cápita entre todas las regiones que monitorea la Organización Mundial de la Salud, OMS, después del viejo continente, de la misma manera la región posee el índice de abstención más bajo de consumo durante la vida, como lo vemos es sumamente preocupante y será difícil de cambiar en un corto plazo.

En un año en el mundo se producen por su dispendio aproximadamente 3,3 millones de muertes, según la OMS, lo que significa un 5,9% del total de las defunciones del planeta, generando también cerca de 200 enfermedades y trastornos, el grupo etario más afectado son las personas de 20 a 39 años. Se ha determinado una relación causal entre el consumo nocivo de alcohol y enfermedades infecciosas como la tuberculosis y el VIH/sida y más allá de las consecuencias sanitarias, el alcohol produce pérdidas sociales y económicas valiosas. Tanto para las personas y la sociedad en general.

Es ineludible que las autoridades atiendan la sugerencia realizada por muchas voces, como responsables para formular, aplicar, vigilar y evaluar las políticas públicas necesarias para lograr la interdicción en el consumo de licor.

Se necesita que se regule la comercialización a niños, niñas y adolescentes, restringir cada vez más la disponibilidad de bebidas alcohólicas, expedir normas aún más estrictas sobre la conducción de vehículos en estado de embriaguez, en otros países el solo hecho de manejar con el mínimo grado de ebriedad, ya es un delito, imponer una tributación sumamente alta a estas bebidas y otorgar tratamientos accesibles a las personas que padecen el trastorno por el abuso del alcohol.

El infortunio final lo debe sufrir Dioniso, dios del vino, y así aportaremos para salvar la vida de más de 3 millones de personas al año en el mundo.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/el-infortunio-de-dioniso

La diosa Salus

En China en el siglo IX, por lo que podemos considerar un curioso accidente, fue descubierta la pólvora, por un alquimista quien buscaba el elixir de la eterna juventud. En ese momento, el primer explosivo de la historia, siendo utilizado en usos ceremoniales y religiosos.

Cuenta la tradición oral que su empleo se expandió desde Japón a toda Europa, por intermedio de un monje peregrino, quien enseñó su formula al abad en un monasterio en donde una noche solicitó posada.

El religioso quien lo alojó, en la mañana siguiente le observó debajo de sus vestiduras eclesiásticas, un rabo peludo: era el diablo en persona quien venía a cundir el pánico. 

En América, las culturas prehispánicas ya practicaban formas de manipular el fuego en cultos místicos y con la llegada de los conquistadores, también la pólvora, dispuesta para doblegar a los pobladores del continente; incluso dentro del propio territorio descubrieron yacimientos de salitre y azufre, para fabricar pólvora.

Posteriormente, Messía de la Cerda, virrey de la Nueva Granada, de 1761 a 1772, creó la Real Fábrica de Pólvora de Santa Fe, y desde esa época en toda Colombia por el fuerte arraigo cultural que nos caracteriza, es usada especialmente en las festividades de fin de año, fiestas patronales, convites de quince años y diferentes aniversarios.

La llegada de diciembre estimula el uso de pólvora, la cual se asocia con el incremento de lesiones por quemaduras, causadas en las actividades relacionadas con su cadena logística, pero sobre todo por la manipulación y uso inadecuado, principalmente en niños, niñas y adolescentes, generando graves consecuencias como incapacidad y muerte; vale anotar que sus altos costos de atención afecta de forma general el sistema de salud. 

El Instituto Nacional de Salud, ente encargado de realizar la vigilancia de las lesiones por quemaduras, nos informa que entre 2008 y 2013, se presentaron 6.585 lesiones en el país, correspondiendo por manipulación el 63% y como observadores el 21%, los casos desde el inicio del análisis aumentaron paulatinamente, presentando un leve descenso en el 2013. En el 2015 se reportó un total de 917 casos, el 42% correspondió a menores de 18 años y se registraron tres muertes. En el Quindío se registraron 20 quemados, tan solo uno menos que en el periodo anterior.

Por lo tanto, la forma correcta de evitar quemaduras por fuegos artificiales es la prevención y la implementación de políticas públicas, tomemos como ejemplo el Reino Unido que posee una legislación fuerte al respecto desde 1875, con un impacto positivo.

Invito a no manipular pólvora y presenciar de manera masiva las exhibiciones profesionales de juegos pirotécnicos que siempre nos han maravillado, para alejar de nuestras vidas a ese peregrino de rabo peludo quien pretende dañarnos la salud e invocar a la diosa Salus para nuestra protección.

El monolito de Hammurabi

En el Museo del Louvre, visitado por nueve millones de turistas al año, en la sala número 3 del ala Richelieu, en el área destinada a las antigüedades de Mesopotamia, se encuentra exhibido un monolito de diorita negra, de estructura cilíndrica y forma irregular, inscrito con caracteres cuneiformes, con más de 2 metros de altura, elaborado entre los años 1790 a 1750 a.C., descubierto en Susa, Irán, en exploración orientada por el ingeniero Jacques de Morgan en 1901.

En esta piedra tallada se esconde el Código de Hammurabi, uno de los primeros códigos de leyes escritos de la historia, en donde se establecían un conjunto de normas jurídicas expresadas por el Rey babilónico del mismo nombre, que tenían el carácter de sagrado al ser dictadas por los dioses, dadas a él por el dios Samash, deidad de la cultura paleobabilónica, representante del sol y la justicia.

En ella se entablaban reglas de todos los aspectos de la vida cotidiana, para evitar que se tomara la justicia por propia mano y aclarando lo licito de lo ilícito, hasta este momento de la historia no existían leyes escritas y los jueces no poseían regulaciones que usar, cada integrante de la comunidad actuaba como más le convenía, así desde la instauración del códice, quebrantarlo conllevaba como consecuencia la aplicación de sanciones tanto divinas como humanas y su finalidad era orientar el país y asegurar el bienestar de la gente.

Conocemos dos precedentes más, el primero son las normas sentenciadas por el rey Ur-Namma, durante los años 2100 al 2050 a.C., en donde se establecía a cada crimen un castigo específico, contemplando compensaciones económicas como pago a ciertos crímenes y el segundo corresponde al código elaborado por el rey Lipit-Itshtar de Isin, en los años 2112 al 2046 a.C., que hacía referencia al manejo de propiedades, alquileres, tratos con esclavos, relaciones familiares, herencias, difamaciones, cuidado y trabajo de las tierras agrícolas y daños causados por animales.

Ya en suelo patrio contamos con un Código Nacional de Policía, que se acerca a los 50 años de vida, el cual vio su nacimiento jurídico bajo el gobierno del 49º Presidente de la República, Carlos Lleras Restrepo, quien con la Ley 1355 de 1970, estableció la actual moribunda norma, diseñada para las realidades de esa época y sin duda diferentes a las actuales, por lo que fue necesario elaborar un nuevo código nacional de policía que se adecuara a la Constitución Política, a las dinámicas y cambios sociales de este siglo XXI.

Finalizando el primer semestre del presente año se expide la Ley 1801, como el nuevo Código Nacional de Policía y Convivencia, el cual entrará en vigencia en dos meses, en su cuerpo señala los comportamientos contrarios a la convivencia que pueden incurrir los habitantes del territorio colombiano, así como las medidas preventivas a emplear, indicándoles también a las autoridades los correspondiente procedimientos para desarrollarlo, convirtiéndose como la herramienta con la cual se edificará la paz y estableciendo como fin único la sana coexistencia e instrumento fundamental con el que contarán los habitantes de la geografía nacional para resolver los conflictos, que perturban la armonía y para prevenir que sus consecuencias trasciendan a ley penal.

El conocimiento y aplicación de esta ley permitirá generar las condiciones de seguridad y tranquilidad que son tan anheladas por todos los colombianos y así como se indicaba en el prólogo del Código de Hammurabi “…éstas son las leyes de la justicia que el rey ha instaurado… para que el fuerte no pueda oprimir al débil, para dar justicia al huérfano y a la viuda, he inscrito mis preciosas palabras en mi estela y la he instalado en Babilonia ante mi estatua”, siguiendo el antiquísimo ejemplo  debemos mantener el estado social derecho establecido por la Constitución y hacer sagrada esta norma.

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/el-monolito-de-hammurabi

Vestidos de levitón

Deseo en este aniversario 125 de la Policía Nacional de Colombia, compartir con ustedes la evolución de nuestra institución, podemos afirmar que el servicio de Policía en el país se remonta a la época prehispánica con los Güechas, hombres del Zipazgo ubicados en Bacatá, lo que es hoy Bogotá, integrantes de la confederación Muisca y por sus características físicas y personalidad recia, se desempeñaban como guardianes de su territorio.

Años después los Reyes Católicos organizaron en América una policía rudimentaria para ayudar al arresto de malandrines, denominándolos Alguaciles, encargados de velar por la seguridad a través de la vigilancia y control de todo cuanto significaba incomodidad a la convivencia, como además el control de juegos prohibidos y el de registrar escondites tomados como refugio por forajidos después de cometer algún delito.

Mientras tanto en Europa un acontecimiento debería modernizar el concepto de Policía, el 2 de septiembre de 1667, en París, primera ciudad en la región que instaló un servicio de alumbrado público, mediante un sistema que consistía en farolas públicas, encendidas por faroleros, quienes recorrían las calles para ponerlas en funcionamiento en horas nocturnas y asignados por el Rey Luis XIV a la Prefectura de Policía, él mismo no tardó mucho tiempo en instituir el alumbrado público a todas las ciudades de Francia, incrementando de esta forma, la sensación de seguridad en todo el país y sin pensarlo generó un paso importante para el avance de la Policía en Colombia.

En 1791, se creó una junta de Policía durante el gobierno del Virrey Ezpeleta, con la tarea de recoger mendigos, construir caminos, vigilar el aseo, supervisar el embellecimiento de las calles y vigilar el alumbrado público, sus integrantes fueron designados como serenos, con funciones similares a los faroleros parisienses.

Ya en la historia republicana, los generales Santander en 1819 y Bolívar en 1826, el primero inició la organización legal y política del país, expidiendo leyes señalando funciones a la fuerza pública y creando la policía secreta, también el Libertador emite normas dándole responsabilidades explícitas a los jefes de policía, indicándoles que deberían cuidar: la vida, el honor y los bienes de los ciudadanos.

Finalmente en 1861 en el gobierno de Mariano Ospina, crea una primera Policía del orden nacional, en 1880 se organiza la Policía de Cundinamarca y en 1890 bajo el gobierno de Carlos Holguín se sanciona la Ley 23 para constituir la Policía en Bogotá y posterior extensión a todo el país, encargando de esta tarea al comisario francés Marcelino Gilibert, quien con sus cualidades y una labor loable, concreta para el 5 de noviembre de 1891 fuera expedido el decreto 1.000, por el cual se crea la Policía Nacional actual, sustituyendo a partir del momento los cuerpos de Policía existentes como los departamentales, municipales y de serenos.

Serenos, personajes del pasado, obreros y artesanos que se convertían en figuras representativas de la presencia del policía, quienes con su sencillez natural y campesina, tenían el carácter de agentes del orden público, tranquilizaban las horas de sueño, recordemos su indumentaria curiosa, vestían levitón de gran tamaño, casco metálico colonial y una chipa de rejo al cinto, para lograr encender los faroles, que como en París, era la principal acción para apartar las penumbras de la noche que invitaban al desorden y así desde aquella época a la actual, tener una Colombia segura y en paz.

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