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El desafío de la movilidad: visión del transporte público en la capital

La movilidad urbana en Bogotá se encuentra en un punto de inflexión crítico. La capital es el centro de la vida económica, política y cultural de Colombia, y enfrenta retos en materia de transporte que refleja las complejidades del crecimiento urbano y las tensiones de su desarrollo.

En el transporte público en Bogotá, como en la mayoría de ciudades colombianas, se evidencian una serie de brechas que impactan negativamente la calidad de vida de sus habitantes. La congestión vehicular, la informalidad en el servicio, la falta de cultura ciudadana, la evasión del pago del pasaje en el transporte masivo y la violencia a conductores y usuarios son actuaciones comunes que deterioran la experiencia del servicio y generan un ambiente inseguro

En el mismo contexto, el alto volumen de vehículos particulares, sumado a la ineficiencia en la gestión del tráfico y la falta de alternativas de movilidad sostenible, incrementa los tiempos de los viajes, la contaminación ambiental y el estrés de los usuarios de los diferentes medios de transporte; aspectos que impactan la satisfacción en la circulación vial en la capital.

La dinámica del transporte público refleja el pulso de la ciudad misma, y evidencia una serie de desafíos que enfrenta el sistema los cuales van más allá de asuntos logísticos, como el de transportar personas de un punto a otro, lo que es síntoma que la infraestructura de movilidad necesita una transformación. 

Este panorama no es solo un obstáculo a la movilidad, sino una manifestación de los conflictos sociales y ambientales que vive la capital colombiana. Los problemas del transporte público en Bogotá no solo afectan la movilidad urbana, sino que también tienen un impacto significativo en la convivencia y seguridad ciudadana de los habitantes de la capital.

Como posibles soluciones, las autoridades del Distrito Capital tienen que estar en la capacidad de desarrollar sistemas inteligentes de gestión del tráfico, mediante el uso de tecnologías diseñadas para innovar en la mejora de la seguridad vial, la eficiencia del tráfico y la sostenibilidad ambiental. 

Abordar los desafíos del transporte público en Bogotá requiere un enfoque integral que combine acciones en materia de seguridad ciudadana, infraestructura, cultura ciudadana y gestión de la movilidad…

Ciudades en el mundo como Estocolmo, Barcelona, Londres, Hong Kong y Curitiba han puesto en marcha medidas eficientes para la gestión del tráfico vehicular. Esta clase de experiencias en Bogotá aportaría a transformar su sistema de movilidad, al generar un impacto positivo en la calidad de vida de los ciudadanos. Por ejemplo, han implementado sensores y cámaras para recopilar datos en tiempo real sobre el tráfico y la velocidad de los vehículos, lo que automatizaría los cambios de patrones de los semáforos, y a la vez realizaría un monitoreo de carriles para mejorar la circulación vehicular y reducir la congestión.

Al mismo tiempo, han establecido centros de control de tráfico, como sistemas de vigilancia inteligentes para la movilidad, que facilita a los conductores y a las autoridades de tránsito aumentar el seguimiento a las alertas y riesgos, y proporcionar advertencias sobre condiciones de emergencia, como accidentes o mal tiempo, permitiéndole a los usuarios de la vía y a las autoridades tomar medidas preventivas. 

Es necesario, proyectar a largo plazo un sistema de transporte público extenso y eficiente, que incluya tranvías, articulados, metro y un sistema de bicicletas y patinetas públicas, opciones que estén entre todos interconectados. Además, incrementar la priorización del transporte público por vías principales sobre el uso del vehículo particular, y cada vez más promover el uso de viajes compartidos y la movilización de carros eléctricos, al igual que la creación de zonas de bajas emisiones y el uso de inteligencia artificial para orientar a los conductores.

Otro punto a tener en cuenta para ayudar a aliviar el tráfico capitalino, está en la modificación de los horarios de entrada y salida de los empleados de empresas privadas y públicas para descongestionar las horas pico. A su vez, establecer el teletrabajo segmentado o continuo también podría ser una vía a explorar, y en cuanto a los modelos de movilidad que ya están operando, el desafío consiste en su evaluación y actualización permanente. Por ejemplo, en las troncales de TransMilenio ajustar las rutas expresas, para eliminar paradas innecesarias y liberar los vagones del sistema. 

Abordar los desafíos del transporte público en Bogotá requiere un enfoque integral que combine acciones en materia de seguridad ciudadana, infraestructura, cultura ciudadana y gestión de la movilidad. La implementación de las soluciones propuestas contribuirá a enriquecer el estándar de vida de los ciudadanos, promover una movilidad segura y sostenible, y construir una ciudad con mejores condiciones de convivencia y habitabilidad. La evolución del transporte público en Bogotá es un proceso continuo que necesita de la innovación, el compromiso y la cooperación de los diferentes sectores de la sociedad.

Publicada en: https://www.kienyke.com/kien-opina/el-desafio-de-la-movilidad-vision-del-transporte-publico-en-la-capital

Innovación tecnológica y seguridad ciudadana

En un mundo cada vez más interconectado y digitalizado, el uso de la tecnología se ha convertido en una prioridad ineludible. A medida que enfrentamos retos complejos, como la delincuencia, el terrorismo, los desastres naturales y las crisis de salud pública se requieren respuestas ágiles y efectivas. En este contexto, la tecnología emerge como un aliado valioso, pero también plantea dilemas prácticos en su puesta en marcha.

La innovación tecnológica nos permite anticipar y prevenir amenazas antes de que se materialicen. Desde sistemas de vigilancia avanzados hasta algoritmos de aprendizaje automático mediante la inteligencia artificial, los avances tecnológicos incrementan las capacidades de las autoridades al detectar patrones sospechosos y actuar de manera proactiva.

Ciudades como Singapur, Copenhague y Londres se destacan como líderes en innovación en seguridad pública a nivel global. Estas urbes han implementado tecnologías inteligentes para mejorar la seguridad y el bienestar de sus habitantes, el uso de la tecnología les ha permitido automatizar tareas repetitivas y liberar recursos humanos para actividades más estratégicas y ampliar las competencias de sus instituciones.

Estas ciudades han demostrado cómo la tecnología tiene el potencial de optimizar la protección y el bienestar social al proporcionar datos precisos, motorizar la generación de respuestas y fomentar la colaboración entre diferentes actores. Capitales que han adoptado tecnologías de punta como el registro de iris y huellas dactilares, software de reconocimiento facial y de voz, elementos para precisar la identificación personal que han sido fundamentales en el cuidado de los ciudadanos. 

…Bogotá necesita superar este desafío mediante una combinación de enfoques de carácter estratégico, colaborativo y adaptativo. La tecnología es un instrumento poderoso…

Además, se optimizó la integración de información desde diferentes fuentes con la creación de modernos centros de monitoreo mediante la transformación digital, la automatización del tráfico con una red de sensores, cámaras y dispositivos GPS para el seguimiento del tránsito y la previsión de embotellamientos, e implementación de sistemas de videovigilancia avanzados y drones para el control, la prevención y la seguridad. Estos enfoques en la innovación tecnológica son un ejemplo inspirador para otras ciudades en el mundo, especialmente para las metrópolis colombianas.

Aunque, la tecnología de avanzada es una inversión considerablemente costosa de implementar y mantener en el tiempo. Las ciudades que van a la vanguardia en esta materia, encontraron formas sostenibles de financiar estas soluciones al asociarse con empresas privadas, y buscar fondos gubernamentales para priorizar inversiones estratégicas.

De la misma forma, fue necesario establecer metodologías sobre la interoperabilidad con amplios estándares para integrar diferentes sistemas tecnológicos como cámaras, sensores y bases de datos. Las ciudades colocaron en práctica estándares comunes para una comunicación efectiva, y puesto que, la tecnología también trae consigo riesgos cibernéticos, se establecieron sistemas contra ataques y vulnerabilidades al invertir en ciberseguridad, realizar auditorías regulares y mantenerse actualizado sobre las posibles amenazas.

Bogotá, como otras ciudades de Colombia, se hallan en una encrucijada. Se debe aprovechar la tecnología para fortalecer su seguridad, pero también tiene que abordar estas brechas con determinación. La visión de una ciudad segura y resiliente está al alcance, pero depende de cómo sus autoridades orienten la navegación en este nuevo territorio digital. La tecnología no es un fin en sí misma, es un medio para un fin: la prevención del delito y promover un ambiente de confianza y cooperación entre los ciudadanos en una ciudad más segura y justa. 

En resumen, Bogotá necesita superar este desafío mediante una combinación de enfoques de carácter estratégico, colaborativo y adaptativo. La tecnología es un instrumento poderoso, pero su implementación exitosa requiere una adecuada planificación y una consideración constante de las implicaciones sociales. Es imperativo que la innovación tecnológica se desarrolle con una visión responsable, al asegurar que la infraestructura tecnológica creada sirva al bienestar y la seguridad de la ciudadanía, una tecnología mal orientada al final lo que logrará es que se convierta en una debilidad.

Aporte de la academia para la seguridad de Bogotá 

En un mundo donde los desafíos de seguridad son cada vez más complejos y multifacéticos, la academia no puede permanecer ajena a este debate. Es imperativo que las instituciones de  educación superior se involucren activamente, no solo a formar profesionales en el campo de la seguridad, sino también a contribuir con investigación y análisis crítico que enriquezcan las políticas y estrategias de seguridad ciudadana. 

Con esa finalidad, la Universidad Militar Nueva Granada realizó la semana anterior el “Primer seminario de análisis y propuesta académica sobre mejoramiento de la seguridad de Bogotá”, con la presencia de expertos en estrategia y prospectiva de la seguridad del orden nacional e internacional, con el propósito de interactuar y enriquecer el diálogo para crear un puente entre el saber académico y las necesidades prácticas de seguridad. 

El seminario se centró en los desafíos que enfrenta Bogotá en términos de criminalidad y violencia, y su objetivo principal era proponer soluciones basadas en el conocimiento académico y las estrategias propuestas desde el marco de la experticia de los panelistas para fortalecer la seguridad en la ciudad al comprenderla como un asunto de alta prioridad, el cual ha generado una considerable alarma tanto en la población y sus autoridades en la capital.

En el contexto del foro, se esbozaron como conclusiones cuatro panoramas futuribles para la seguridad en Bogotá. En un primer escenario alternativo se observa una disparidad en la aplicación de la autoridad y la colaboración entre sectores, junto con una infraestructura social y un ambiente que no es del todo propicio.

Al mismo tiempo, se establece un segundo escenario alternativo, en donde aunque existe cierta efectividad en la colaboración entre instituciones, se percibe una debilidad en la autoridad y en los indicadores de rendimiento institucional. Presentándose una comunicación estratégica que carece de eficacia y hay una excesiva dependencia de la tecnología, con una notable falta de cultura social.

…hacemos un llamado a todos los responsables de la seguridad en la capital para que adopten un enfoque proactivo y comprometido, implementando las estrategias y soluciones propuestas. Juntos, podemos trabajar hacia la creación de un entorno seguro y próspero…

A continuación, un panorama pesimista en el cual se destaca la inexistencia o fragilidad de los mecanismos de cooperación, donde prevalece la desconfianza y la apatía entre los entes implicados, y se crea un clima de pesimismo profundo, a menudo referido como un “océano rojo”.

Y finalmente, un panorama deseable que representa la situación óptima a partir de una coordinación e integración efectiva entre instituciones, en donde, bajo esos requisitos los procedimientos formales están bien definidos y se adopta un enfoque inteligente y proactivo hacia la seguridad.

Dicho seminario fue la oportunidad para que la academia en la capital tome ese impulso para realizar aportes a la discusión de la seguridad en la ciudad. Es fundamental desde lo vivenciado en este conversatorio, promover aún más la participación activa de académicos, sus universidades y sus observatorios en temas relacionados con la seguridad, lo que enriquecerá el campo de la convivencia ciudadana para abordar el problema a partir de una perspectiva técnica para encontrar soluciones acordes en esta metrópoli.

Una de las conclusiones en esta iniciativa, es que se exige delinear escenarios que contengan una introspección crítica sobre su estado actual y con prospectiva desarrollen los esquemas requeridos para un porvenir más seguro. Como también, establecer estrategias que incluyan el fin de los espacios de violencia y crimen, el desmantelamiento de organizaciones delincuenciales y economías criminales, así como la creación de entornos públicos confiables, propender por una educación integral y de calidad, y desde luego a corto, mediano y largo plazo, una atención holística a los niños, niñas y adolescentes, para garantizar su educación, el cuidado médico, la nutrición y la recreación, el cierre de brechas sociales y promover oportunidades para que los jóvenes construyan sus proyectos de vida y se conviertan en ciudadanos integrales. 

En vista de los desafíos actuales y futuros que enfrenta nuestra ciudad, el “Primer seminario de análisis y propuesta académica sobre mejoramiento de la seguridad de Bogotá” ha sentado las bases para un diálogo constructivo y una colaboración efectiva entre la academia, las autoridades y la comunidad. Es esencial que las estrategias y conocimientos compartidos en este foro no se queden en el papel, sino que se traduzcan en acciones concretas y medidas prácticas. 

Por lo tanto, hacemos un llamado a todos los responsables de la seguridad en la capital para que adopten un enfoque proactivo y comprometido, implementando las estrategias y soluciones propuestas. Juntos, podemos trabajar hacia la creación de un entorno seguro y próspero para todos los habitantes de Bogotá. La seguridad es una responsabilidad compartida, y cada uno de nosotros tiene un papel crucial que desempeñar en la configuración de un futuro más seguro y equitativo para nuestra capital.

Publicada en: https://www.kienyke.com/columnista/jimmy-bedoya

Tras las telas del pasado: la anamnesis de Platón

Platón, en su diálogo con Menón, propone el concepto de la anamnesis como una forma de conocimiento que permite mediante documentos históricos y la memoria de la sociedad el reconocimiento o la reminiscencia del pasado, según él, la anamnesis es conocer y recordar las ideas como una verdadera realidad, inmutable y eterna las cuales han influido directamente en la vida presente.

De lo anterior, surgen varios interrogantes cuando observamos al Presidente Gustavo Petro exhibir la bandera del M-19 en actos oficiales, ¿acaso el primer mandatario busca recordarnos que la historia no es lineal, que los conflictos y las ideologías persisten? ¿O es un juego de espejos, donde el presidente se refleja en los hechos del pasado? Sin lugar a dudas se pueden generar muchas respuestas desde diversas miradas en el país.

Para comenzar, las banderas son un símbolo por excelencia, son más que simples telas ondeando al viento, son portadoras de significados profundos que representan la identidad, la historia, los valores y la unidad de una nación, una entidad o una organización. Además, en momentos de crisis o celebración, las banderas se convierten en un punto de encuentro para la solidaridad y el orgullo, y entrelazan su afinidad corporativa. 

El presidente Gustavo Petro ha generado controversia al mostrar orgullosamente la bandera del M-19 en eventos públicos. Aunque algunos lo vean como un gesto de reconocimiento histórico, otros lo critican por glorificar un grupo insurgente que estuvo involucrado en muertes, masacres y secuestros.

…el Presidente puede estar buscando fortalecer su base de apoyo y consolidar su posición de poder, en el simbolismo de este gesto; lo que sí es indudable es que tiene un potencial de influir en la opinión pública…

La bandera del M-19 representa una parte turbulenta de la historia colombiana, y su uso en eventos públicos es un tema polémico. Algunos consideramos que mostrarla es un recordatorio de los conflictos pasados, mientras que otros creen que es un símbolo de resistencia y cambio. En cualquier caso, la decisión del Presidente ha generado reacciones diversas en las redes sociales y entre los ciudadanos.

Es necesario recordar al Presidente de la República que en los hechos violentos del M-19 él participó al ser miembro activo de este grupo guerrillero, y que la historia debe ser vista como un conjunto complejo de circunstancias que se entrelazan y que influyen de manera ostensible, y los cuales afectan el presente de Colombia, por lo tanto, al exponer la bandera del desmovilizado M-19, podemos entender que busca establecer una conexión con los sectores populares que lo apoyaron para su elección a la presidencia, y al mismo tiempo diferenciarse de los partidos tradicionales que lo han criticado.

Desde una perspectiva alternativa, es posible que el Presidente esté buscando algo más que simplemente activar la memoria social. Tal vez, su objetivo sea despertar una serie de sentimientos difusos y aprobatorios dentro de la sociedad, este acto puede ser interpretado como una forma de afirmar su identidad y desafiar las narrativas dominantes y establecer su propia versión de los eventos históricos. 

Al hacerlo, no solo está reafirmando su autoridad, sino que también está enviando un mensaje claro a la sociedad sobre su voluntad de resistir las influencias externas y mantenerse fiel a sus propias convicciones. Además, el Presidente puede estar buscando fortalecer su base de apoyo y consolidar su posición de poder, en el simbolismo de este gesto; lo que sí es indudable es que tiene un potencial de influir en la opinión pública y moldear el curso de los eventos políticos.

En cuanto, a lo que sea el objetivo deseado por el Presidente el ondear y presentar la bandera del M-19, ha generado una polémica que divide aún más al país. Este guiño puede ser visto como un acto de rebeldía, de nostalgia o de reivindicación, pero también como una falta de respeto, de sensibilidad o de coherencia. Lo que no puede ser ignorado es el significado histórico y simbólico de esa bandera, que representa la violación de la ley y el orden. La bandera del M-19 no es solo un pedazo de tela, sino una memoria viva que nos interpela a reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro.

Reflexiones urbanas: Bogotá y La Plata

En el vasto lienzo de América Latina, dos ciudades emergen con historias y contextos diversos: La Plata (Argentina) y Bogotá. Cada una con sus encantos y desafíos, urbes que se entrelazan en una danza de urbanismo, arquitectura y vida cotidiana. En esta ocasión me referiré al desarrollo de La Plata, ciudad con un enfoque innovador en sus espacios urbanos que ofrece soluciones frescas y adaptadas a las necesidades de su comunidad, para invitar a repensar la planeación de la capital de Colombia.

La Plata, situada a 56 km al sudeste de Buenos Aires, es un referente mundial en diseño y organización de ciudad. Su origen se remonta al siglo XIX al ser erigida como capital de la provincia de Buenos Aires, bajo la tutela del visionario gobernador Dardo Rocha. Esta metrópoli se destaca por su trazado geométrico, arquitectura holística y estilo europeo. La Plata se estructuró a partir de las nuevas reglas –de esa época– en higiene urbana y edilicia, marcando un hito en la historia del urbanismo regional.

Esta ciudad Argentina se levantó como un ejemplo temprano de planificación y configuración espacial. Sus diagonales, como hilos de un tejido urbano, guían a los viajeros sin perderlos entre sus calles. En contraste, Bogotá creció de manera acéfala. Sus calles, sin un patrón predefinido, reflejan la complejidad de una ciudad a la cual se le ha impuesto una evolución abarrotada para cumplir con las exigencias del tiempo y de su población.

La Plata no fue simplemente construida según el vaivén de las necesidades de sus habitantes, la arquitectura y su patrimonio urbano tienen una amplia influencia internacional, evidenciada en sus edificios emblemáticos, como la majestuosa Catedral y el Museo de La Plata; en esta ciudad cada fachada cuenta una historia cultural. En Bogotá, la arquitectura es ecléctica. Desde las casas coloniales de La Candelaria hasta los altos edificios que se han construido en los últimos años, nuestra capital es un mosaico de estilos y épocas.

Los espacios públicos de La Plata con su infraestructura pública crea un entramado citadino. Parques y plazas se entrelazan con las avenidas, como oasis de aire fresco en medio del bullicio. Los planificadores, inspirados por las teorías ambientalistas, crearon un entorno que respira. La Plata no solo es una ciudad de piedra y acero, sino también de árboles y césped donde los ciudadanos encuentran refugio y contemplación.

…una ciudad bien planificada no solo mejora la calidad de vida de sus habitantes, sino que también conduce al desarrollo económico y social sostenible, por lo tanto, La Plata se instituye como un pilar a imitar en la planificación urbana en América Latina…

Hoy, La Plata es un faro. Su organización ejemplar inspira a otras ciudades latinoamericanas. Desde la capital de Colombia nos debemos preguntar ¿Cómo podemos hilar pasado y futuro en el telar de la planificación de nuestra urbe? ¿Cómo equilibramos la modernidad con la memoria en Bogotá? La Plata nos recuerda que cada calle es un paso, cada plaza una marcha y cada entorno un maratón. Sigamos su ejemplo, hoy las autoridades del Distrito deben trazar y crear el destino de nuestra Bogotá para evolucionar desde los anaqueles de la historia.

Como lecciones para ambas ciudades, encontramos la necesidad fundamental de una exigencia en una planificación urbana estratégica a corto, mediano y en especial a largo plazo para crear ciudades prósperas y habitables. Bogotá puede aprender de la experiencia de La Plata en áreas como la gestión del espacio público, la movilidad con alternativas al transporte convencional y la inclusión social. Las dos ciudades deben continuar adaptando sus planes urbanos a las inquietudes cambiantes de sus habitantes y del contexto global.

Ahora bien, en cuanto a seguridad ciudadana, La Plata, aunque con exigencias y una situación diferente a la capital de Colombia, está comprometida con la seguridad y busca crear un ambiente acogedor para sus habitantes y visitantes, lo que podría servir como ejemplo para Bogotá en términos de convivencia ciudadana; La Plata al ser diseñada con una arquitectura geométrica y calles amplias, facilita la movilidad y la vigilancia. Bogotá podría aprender de este enfoque para mejorar la distribución de sus calles y la accesibilidad a sus áreas clave. 

A su vez, La Plata ha fomentado la participación activa de la comunidad en temas de seguridad. Las autoridades de Bogotá tienen que adoptar esta experiencia, involucrando a los ciudadanos en la toma de decisiones y en la prevención del delito, y al respecto de la coordinación entre autoridades, La Plata ha logrado una buena interacción entre la policía local, las autoridades municipales y otras instituciones. Bogotá tiene que fortalecer esta cooperación para abordar de manera más efectiva los desafíos de seguridad.

Finalmente, una ciudad bien planificada no solo mejora la calidad de vida de sus habitantes, sino que también conduce al desarrollo económico y social sostenible, por lo tanto, La Plata se instituye como un pilar a imitar en la planificación urbana en América Latina. Su historia, caracterizada por un diseño meticuloso, una visión de futuro y un enfoque integral, la convierte en un referente obligatorio para otras ciudades de la región que buscan modelos de desarrollo sostenible y equitativo.

Publicada en: https://www.kienyke.com/kien-opina/reflexiones-urbanas-bogota-y-la-plata-jimmy-bedoya

Bogotá: crimen, comunidad y cambio

En la agitada vida de una metrópoli como Bogotá, la seguridad se ha convertido en un tema de debate constante. La capital de Colombia no solo es el corazón político y económico de la nación, sino también un espejo de los desafíos en términos de seguridad del país. Colombia, según el índice global de crimen organizado 2023 elaborado por The Global Initiative Against Transnational Organized Crime, es el segundo país más afectado por el crimen en el mundo, solo superado por Birmania. Este dato nos da una idea de la magnitud del desafío que enfrenta Bogotá, la ciudad más grande del país y con una población de ocho millones de habitantes.

La capital ha experimentado un aumento en los delitos de alto impacto durante el 2023 y no se observa una mejoría en lo que va del 2024. En cuanto a hurtos en el 2023 se presentaron un total de 147.666 robos a personas de los 364.531 que ocurrieron en el país, el 41% de los casos se presentan en Bogotá. Otro dato preocupante es el incremento del 70% en las denuncias por extorsión durante el primer trimestre del 2024. Las autoridades locales han implementado estrategias para combatir la delincuencia, pero la ciudad aún enfrenta desafíos para frenar el crimen, especialmente en lo que respecta a los delitos callejeros y en mejorar la percepción de seguridad.

Es trascendental explorar las diversas facetas de la seguridad en Bogotá y establecer un punto de vista multifacético para plantear posibles estrategias de mejora en la seguridad en nuestra capital. Es preciso observar las buenas prácticas realizadas en Colombia y alrededor del mundo, para que brinden una orientación a las autoridades capitalinas sobre este crucial tema y que fomenten una discusión constructiva sobre cómo podemos hacer de Bogotá un lugar más seguro para todos sus habitantes. Este enfoque debe abordar tanto las causas subyacentes de la criminalidad como sus manifestaciones más visibles. A continuación, propongo varios ejemplos de acciones concretas que podría la actual administración poner en marcha.

Es necesario plantear estrategias de prevención del delito a través del diseño ambiental, lo que implica planear y gestionar el entorno construido de la ciudad para reducir la oportunidad de cometer delitos. Por ejemplo, aumentar las condiciones lumínicas en calles y parques disuade a los delincuentes, ya que unos signos visibles de deterioro y negligencia en el ámbito urbano fomenta la delincuencia y el desorden.

Fundamental en la ciudad, incrementar la inversión en educación,  proyectar más oportunidades de empleo y una mayor cobertura de los programas sociales, reducirá la probabilidad que los jóvenes se involucren en actividades delictivas, y además contribuirá al desarrollo económico y comunitario de la urbe, mediante una estrategia integral en donde debe participar en pleno el gobierno local y una rendición de cuentas permanente a la sociedad civil, lo que lograría un impacto positivo en múltiples aspectos de la vida en la capital.

La seguridad no es solo una cuestión de políticas y planes, sino también de cómo los ciudadanos interactúan entre sí y con su entorno. La educación, el respeto mutuo, la responsabilidad cívica y la participación activa de la comunidad son aspectos claves de una cultura ciudadana fuerte y duradera

Como también, es imprescindible el fortalecimiento de la policía metropolitana, más allá de un incremento en su pie de fuerza, se requiere priorizar el servicio de vigilancia urbano en la ciudad, liberando a la policía local de una serie de eventos burocráticos, administrativos y operativos que no deberían estar realizando, así como capacitar a los uniformados en ejecutar procedimientos basados en evidencia como un enfoque de la práctica policial que incorpora procesos científicos, análisis e investigación para guiar la toma de decisiones en las operaciones policiales.

Es fundamental invertir en tecnología para ayudar a la policía a responder eficazmente en la lucha contra los delitos, y no es solo instalar cámaras de vigilancia, se requiere dotar a la ciudad con sistemas robustos de análisis de datos y predicción del delito, para identificar patrones y tendencias en la criminalidad, lo que permitirá a la policía proyectar dónde y cuándo es más probable que ocurran delitos y le indicará a la policía como gestionar sus recursos de forma más óptima.

También se requiere establecer programas de intervención comunitaria, que deban ayudar a prevenir el delito al abordar problemas latentes en la comunidad, como la violencia doméstica, el abuso de sustancias y la falta de oportunidades para los jóvenes, con una transformación profunda de comportamientos que permitan una cooperación ciudadana, para fomentar la participación de los ciudadanos en la seguridad de su comunidad, incluyendo la creación de grupos cívicos en el barrio y la promoción de la denuncia de delitos.

Es conveniente recordar que Bogotá es única, con su propio conjunto de desafíos y oportunidades. Las estrategias que funcionan en una localidad pueden no ser efectivas en otra, y viceversa. Por lo tanto, cualquier enfoque para mejorar la seguridad debe ser adaptado a las necesidades y circunstancias específicas de cada zona de la capital, y es fundamental recalcar que se requieren procesos de cultura ciudadana lo cual es una premisa esencial de la convivencia. La seguridad no es solo una cuestión de políticas y planes, sino también de cómo los ciudadanos interactúan entre sí y con su entorno. La educación, el respeto mutuo, la responsabilidad cívica y la participación activa de la comunidad son aspectos claves de una cultura ciudadana fuerte y duradera.

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