Hoy Colombia se encuentra ante la necesidad de enfrentar grandes retos que tienen un carácter no solamente de nivel local, sino regional, y principalmente del orden nacional, los cuales requieren soluciones a partir del planteamiento de acciones interinstitucionales.
Por tal motivo, los nuevos mandatarios locales elegidos la semana anterior tienen una oportunidad histórica de formular de forma responsable las políticas públicas apremiantes para las ciudades y departamentos con crisis en seguridad, infraestructura, salud y desarrollo, inclusión de minorías, movilidad sostenible, migración y gobernalidad; exigencias que no serán fáciles de cumplir, pero tampoco imposibles.
De la misma forma, las autoridades administrativas elegidas son responsables de centrarse exclusivamente en llevar a sus ciudades y departamentos a otra etapa de desarrollo y bienestar, y gobernar para la totalidad de sus comunidades y no solamente para quienes votaron por ellos; un reto más a superar en la gerencia pública con altos estándares de calidad.
Las brechas a romper en sus administraciones deben desarrollarse desde las sesiones de empalme con una hoja de ruta para solventarlas, y desplegada a partir del 1 de enero cuando los nuevos gobernantes se posesionen formalmente; retos basados en sobrepasar los diversos diagnósticos elaborados sobre las problemáticas locales según cada territorio.
Colombia necesita un plan estratégico desarrollado desde las regiones que evidencie en un mediano plazo una mejoría en estos entornos
Una de las primeras tareas a realizar por sus administraciones, en medio del actual panorama económico, político y social que vive Colombia, es la ejecución transparente de los recursos mediante una correcta contratación pública, y así recuperar la confianza de la ciudadanía en este aspecto.
Es necesario, que en medio del compromiso con el buen gobierno, alcaldes y gobernadores precisen la forma de afrontar los temas relacionados con la paz territorial, particularmente en los entornos que han sido azotados por el conflicto, el miedo y la barbarie. La construcción de paz, como un proceso para superar el uso de la violencia es una apuesta central para la resolución de las diferencias.
Igualmente, se espera que los recién elegidos se ubiquen en sintonía con la gente y a través de un liderazgo colectivo generen cambios que vayan en línea con la agenda global, es decir, deberán contribuir a alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible trazados por Naciones Unidas para 2030, cuya misionalidad es dar por finalizada la pobreza, proteger la Tierra y garantizar paz y prosperidad para la humanidad.
Aunque el panorama puede parecer pesimista en varias regiones, Colombia y sus ciudadanos han llegado a un punto alto de sensibilidad sobre la urgencia de soluciones, evidenciado en el viraje político que demanda a las autoridades recién elegidas el cumplimiento de los compromisos que enarbolaron en las campañas que los eligieron.
Finalmente, los retos más importantes a solventar son los relacionados con lograr un desarrollo sostenible; garantizar el acceso a agua potable; promover economías de mercado éticas; prepararse ante las enfermedades emergentes; y desescalonar la inequidad social; problemáticas que afectan directamente a la convivencia y seguridad ciudadana.
En conclusión, hoy se cuenta con los recursos y las ideas para abordar dichos desafíos y existe un mayor grado de acuerdo sobre cómo crear un futuro incluyente, Colombia necesita un plan estratégico desarrollado desde las regiones que evidencie en un mediano plazo una mejoría en estos entornos.
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