Los sabios y el elefante

Algo tan antiguo como la historia, es el conflicto mismo. Los seres humanos siempre han buscado la forma de interactuar con los demás. No es fácil, todas las personas vemos los problemas y las actividades cotidianas desde aristas diferentes. 

La humanidad, se ve profundamente marcada en la búsqueda incansable de la respuesta del conocimiento de la naturaleza del ser humano. La violencia sin límites a la que llegamos los habitantes del planeta, hace a los hombres, pensar si realmente somos buenos o malos por naturaleza.

La Organización Mundial de la Salud, OMS, define la violencia como el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad; que cause o tenga muchas probabilidades de generar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.

Es necesario añadir que existen otras formas de violencia, como todas aquellas situaciones que impiden que la gente satisfaga sus necesidades fundamentales: alimentación, vivienda, vestido; igualmente la ignominia, la amenaza, el destierro, la desaparición forzada o la tortura. Estas ocasionan efectos devastadores para la convivencia en comunidad.

Existen tres clases de violencia, según Galtung: la violencia directa, aquella que es visible y se concreta con comportamientos agresivos y actos de violencia. La violencia estructural, -la peor de las tres- es la suma total de todos los choques incrustados en las estructuras sociales, hace referencia a situaciones de explotación, discriminación y marginación. Por último, la violencia cultural, que se concreta en actitudes del poco racionamiento ante ciertos eventos (simbolismos, religión, lenguaje, arte, etc.).

Afirmamos que desde el nacimiento nos encontramos con la necesidad de tener sentimientos de posesión hacia otras personas, el hombre hacia su esposa, los padres a los hijos y así sucesivamente. Desde luego, el comportamiento familiar influye en el crecimiento de los niños, ellos son como espon jas, absorben todo lo que se encuentra a su alrededor; ésta es la primera etapa de la violencia, la formación que nos da nuestra familia. 

Al considerar los posibles efectos que esta violencia puede tener sobre las víctimas, hemos de mencionar, toda una serie de efectos para su salud, tanto física como psicológica. Entre las consecuencias que podemos denominar físicas, se encuentran los casos de homicidio, lesiones a la integridad. También podríamos incluir en esta categoría los casos de suicidio a raíz de la situación de violencia vivida. Finalizando el 2016 se registró en todo el país un total de 11.987 homicidios, 3 cada dos horas y 86.098 lesiones personales, 20 cada dos horas; 89% de los lesionados se presentaron en casos de riña e intolerancia.

Con la antigua fábula hindú “Los sabios y el elefante” entenderemos las causas de la incomprensión que lleva a la violencia, en donde seis ilustrados invidentes, querían identificar con su tacto un paquidermo y cada uno lo describía de una forma distinta; esto les generó una crisis profunda, porque los desacuerdos suelen surgir por diferencias en la percepción, sobre lo que debe ser o no ser; lo que nos lleva a tratar de comprender que todos tenemos razón sobre nuestra realidad. Pero que en el consenso de ideas disímiles encontraremos la imperiosa necesidad de evitar el conflicto que tan arraigadamente se encuentra en la naturaleza humana. 

Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/los-sabios-y-el-elefante

PorJimmy Bedoya

Coronel(r) con más de 30 años de experiencia en seguridad pública, liderazgo, capital humano y control interno.