La gran mayoría de niños alrededor del mundo observan a las personas adultas como un referente a seguir, especialmente a sus padres quienes se convierten en sus superhéroes. Seres que son capaces de hacer cosas realmente increíbles por sus hijos para protegerlos de todas las adversidades; a su lado, no hay fantasmas ni peligros que les acechen.
Por tal motivo desde el instante en que se decide ser padres es imprescindible pensar cómo nos gustaría educar a nuestros hijos.
Superhéroes o no, lo que necesitan los niños es una serie de figuras de referencia que les ayuden a orientar sus decisiones, mientras ellos ganan experiencia para tomarlas por sí mismos. Para que los menores consideren a los adultos como un modelo a seguir, lo primero que se debe tener en claro es que ningún adulto es un superhéroe.
En un principio, las personas adultas pueden engañar a los niños, pero después poco a poco ellos se darán cuenta de la verdad, lo que logra como respuesta que se desencanten del entorno familiar y pierdan la confianza que han depositado en los adultos.
Es necesario comprender que deben prevalecer los modelos de referencia para estas pequeñas personas en instrucción, y no tanto de críticos que les recalquen sus debilidades y que no se percaten de sus fortalezas y las oportunidades que poseen.
La gran mayoría de niños alrededor del mundo observan a las personas adultas como un referente a seguir, especialmente a sus padres quienes se convierten en sus superhéroes
De tal manera, debemos persistir cada día en ser un modelo positivo para ellos, para que crezcan con más fortaleza interior, mayor sensibilidad y libres de prejuicios. Siendo congruentes en las acciones que mostramos y recalcando que primero que todo somos humanos, así en su vida adulta no tendrán que descubrir cómo se rompe mito alguno.
La mejor lección de vida para los menores, es que observen la solidaridad de sus padres hacia a la sociedad y motivar que los niños se involucren en actividades altruistas. Es necesario como adultos, conversar con ellos acerca de los diferentes problemas éticos que se les presentarán a lo largo de la vida, para que sepan cómo afrontarlos y guiarlos en las soluciones más idóneas.
Además, para inculcar el valor del respeto, los adultos que rodean a los infantes deben aplicarlo en su trato a los demás, y por supuesto con los mismos menores, escuchando sus inquietudes y aceptando nuestros propios errores.
Los niños no nacen buenos ni malos y nunca debemos rendirnos en la responsabilidad de su formación, especialmente desde el hogar. Es tarea de los adultos ayudar a que se conviertan en seres respetuosos y responsables para sus comunidades y dispuestos al servicio de los demás y lo fundamental es que sean buenos ciudadanos.
De esta forma les brindaremos a los niños herramientas para desarrollar empatía, que les permita obtener como resultado que sean personas más felices y que ayuden a ser felices a sus congéneres.
Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/menos-crticos