La vida de cada ciudadano en Colombia se puede analizar desde condicionantes psicosociales, espaciales y normativos que cumplen un papel en la regulación del comportamiento de los habitantes. Estos permiten observar un renacer en la convivencia del país; al contar con reducción en las tasas de criminalidad, progreso en la inversión en los espacios públicos, y un desarrollo de políticas sociales pensadas en el bienestar colectivo, lo que se traduce en un mejoramiento de la armonía en comunidad.
Por lo cual, el resultado de los procesos urbanos emergentes surgen en el país con unas nuevas realidades que deben enfrentar problemáticas sociales y territoriales; con consecuencias en la planeación espacial urbana, la distribución geográfica, la polarización, la desigualdad y la exclusión social, la pérdida de identidad, y las nacientes experiencias de vivir en la ciudad por parte de sus habitantes. Este análisis permite crear innovadoras formas de responder y de evaluar la construcción colaborativa y los efectos de apropiación de la ciudadanía.
De la misma forma, constituidas y consolidadas las nuevas realidades urbanas, como el crecimiento urbano, los procesos de migración, la concentración de la población rural en centros urbanos y su expansión sobre el territorio, la metropolización de las ciudades, entre otros factores; dificultan el normal establecimiento de la comunidad y exige de nuevos mecanismos sociales de control.
El crecimiento exponencial de las ciudades en Colombia las hace más diversas y pobladas, lo que conlleva a una mayor cantidad de encuentros en los mismos espacios entre personas de múltiples orígenes de valores y perspectivas diferentes; sin lazos sociales previos contrario a lo que sucedía en el pasado cuando era posible reconocerse fácilmente en lugares habituales. Las nuevas condiciones de las ciudades modernas llevan a que la sociedad sea más flexible y tolerante.
Así, el gran número de experiencias recientes demuestran que es posible planificar ambientes que promuevan prácticas culturales para el bien general. Hallar la solución a los fenómenos de violencia y criminalidad requiere transformaciones de las instituciones encargadas de la prevención social, de las autoridades que diseñan las normas y las que imparten justicia, y educan a los ciudadanos; cambios que dependen de profundos estudios sobre las formas incivilizadas de actuación, especialmente de las condiciones que influyen en estas; para no centrarse únicamente en castigar al individuo.
La experiencia en Colombia observada particularmente desde la gestión misional de la Policía Nacional, como instrumento para mantener la seguridad a través de la vigilancia y la prevención, demuestra el valor de la vida pública urbana como resultado de un diseño social en el que los ciudadanos participen activamente. En consecuencia, la institución policial se ha constituido en referente para otras entidades por los logros alcanzados en el diseño de estrategias de seguridad, innovación y convivencia.
La ciudad como un organismo único con sus dinámicas políticas, sociales y económicas es el escenario en donde los conflictos son más frecuentes, incluso con episodios de alteraciones significativas del orden público. Para hacer frente a estos nuevos retos es necesario continuar con la labor comunitaria de las instituciones con responsabilidad en la seguridad para afrontar de manera profesional el mantenimiento de la tranquilidad en las nuevas realidades urbanas, y evitar las conductas desviadas y asociales que impidan a la población llevar a cabo sus actividades básicas; al cumplirse las reglas y normas que regulan el comportamiento de las personas y, en conclusión, obtener una mejor convivencia.