La intolerancia en la actualidad es la suma de la exacerbación de pasiones y discursos cerrados en nuestro país. Estamos en una época en la que poseer pensamientos contrarios en lo político, lo religioso, lo económico, lo deportivo e incluso en los gustos como el vestir y el tipo de música que se escucha, produce enconos y termina en agresiones.
De forma permanente se observa poca resiliencia, falta de mediación y diálogo para resolver los conflictos.
La intolerancia deja cicatrices en las personas y en la sociedad, porque genera consecuencias en tres frentes: los individuos que son objeto de esta; la sociedad en donde se concentra; y los grupos que la fomentan. Dejando heridas que permanecen abiertas en el tiempo.
El ser humano se encuentra en confrontación constante por compartir su existencia en el mismo espacio vital con sus congéneres, por lo que en un principio todos poseemos comportamientos intransigentes.
La intolerancia se ha enquistado como una enfermedad social, muchas veces con la excusa de tener ritmos de vida ajetreados y sumado a la frustración que genera vivir en una época llena de cánones que impone la nueva sociedad.
La intolerancia es la abdicación del esfuerzo individual y colectivo por obtener una convivencia que permita contar con los niveles mínimos de sosiego.
Es un ejercicio que forma para la no violencia como desarrollo personal y grupal
Aceptar que el Otro sea él mismo, que piense distinto, sienta diferente y se manifieste como lo desee, y que se eduque para vivir en comunidad no es una tarea fácil y requiere de la integración de muchas entidades y la sociedad. Se debe desarrollar el concepto de “prescripción social”, para autorregularnos y colocarnos en el lugar del Otro, a través de una mirada comprensiva y flexible.
Es necesario usarla como herramienta para la atención de la convivencia ciudadana, y tener una sociedad que se relacione por intermedio del civismo, integrado por valores y actitudes que permitan vivir con respeto, tolerancia, solidaridad, equidad, honestidad, entre otros, los cuales son imperativos en la creación de una adecuada sociabilidad.
No significa que exista la necesidad de tomar una posición pasiva, en donde el ignorar sea empleado como herramienta de confrontación, por el contrario, la interacción toma protagonismo cuando la diversidad entra en juego.
Es un ejercicio que forma para la no violencia como desarrollo personal y grupal, que facilitan unas relaciones más armónicas.
Teniendo en cuenta que la salud social se determina principalmente por factores comunales, económicos y ambientales, es en estos donde debemos buscar las soluciones de una manera holística.
Aplicar un método de “prescripción social” implica un enfoque que posea como objetivo resaltar e ilustrar los beneficios que tiene la sana convivencia para aliviar las dolencias y aflicciones sociales.
Publicada en: https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/prescripcin-social