Desde los 90 en foros internacionales se ha indicado la importancia de la prevención para disminuir el consumo de sustancias psicoactivas, por ser considerado un problema de salud pública global. La reducción de la demanda de drogas ilícitas y otras sustancias de abuso infiere evitar y prevenir su primer consumo. Comprendamos que el empleo de estupefacientes a una temprana edad atenta contra la salud, la integración de las familias, propicia la delincuencia, la violencia y pone en jaque el desarrollo.
Según cálculos, alrededor del 5% de la población adulta mundial, cerca de 250 millones de personas, han consumido sustancias psicoactivas al menos una vez en el último año. En Colombia según el “Estudio Nacional de Consumo de Drogas”, su uso en el último año pasó del 2.6% en 2008 al 3.6% en 2013, aproximadamente 1.7 millones de personas. En la misma investigación se identifica que las sustancias de mayor consumo son el tabaco y el alcohol, y hacen notar el aumento del empleo de drogas ilícitas.
Entre más factores de riesgo permitamos, habrá más probabilidades de iniciarse en el consumo de sustancias psicoactivas. Los riesgos en la familia son los más cruciales en la iniciación de las adicciones; conflictos y familias disfuncionales, ausencia de lazos afectivos y hasta ineficacia de los padres que muestran déficit o exceso de disciplina. La escuela también aporta al problema, al fomentar la competitividad y el individualismo, promocionar la pasividad y la dependencia del joven y especialmente la utilización de metodologías pasivas basadas en transmitir conocimientos enfocados en el contenido y no en necesidades del alumno.
La creación de políticas claras en prevención escolar es un reto para nuestra comunidad. Es fundamental prevenir la transición del consumo experimental a la adicción, elaborar material didáctico, dar espacios de formación a docentes, y la construcción y seguimiento de programas desde el nivel nacional al local, desde el preescolar a la universidad; involucrando a toda la comunidad, padres de familia, profesores y establecimientos. Los programas deben estar dirigidos a disminuir los factores de riesgo y a fortalecer los factores de protección.
La Policía en su portafolio de servicios aporta a la solución del problema mediante el Programa de Prevención de Educación para la Resistencia al Uso y Abuso de las Drogas y la Violencia (D.A.R.E), obteniendo resultados positivos en los colegios, interactuando con los menores por medio de modernos equipos y material didáctico con tecnología de punta para crear un ambiente ameno y lúdico en el cual no solo aprenderán a rechazar el consumo de drogas, sino que también se desarrolla conductas positivas como autodisciplina, resolución de conflictos y responsabilidad.
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