La apuesta fundamental para el inicio del proceso de paz con el grupo insurgente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), fue lograr entender qué estaba ocurriendo en el territorio colombiano en medio de la violencia generalizada en 5 décadas, para buscar los puntos de acuerdo que nos condujera a originar respuestas que sean sustentables y sostenibles al interior de la sociedad que ha sufrido graves fracturas en su tejido social y obteniendo la mediación en los puntos que eran considerados como irrenunciables por cada una de las partes.
La reconciliación debe estar acompañada con el derecho de saber la verdad, superar la impunidad, brindar perdón y obtener justicia, reparación y restitución.
El país posee una historia muy antigua de violencia, hechos lamentables y horrorosos que dan cuenta desde el asesinato y decapitación de ciudadanos inermes, al desplazamiento de poblaciones completas, la desaparición de miles de compatriotas y la indiferencia de muchos con el dolor de la comunidad.
Sin tener la menor duda, que en Colombia el conflicto armado se desbordó en toda su dinámica de enfrentamiento entre los agentes generadores de violencia, porque la inmensa mayoría de personas afectadas fueron civiles quienes de manera constante en los años del conflicto fueron vinculados a los proyectos armados por diferentes medios desde la adhesión o la victimización.
La construcción de paz territorial necesita convertirse en un proceso eficaz mediante una acción pública desde todo
Este conflicto al encontrarse arraigado en el pensamiento social colombiano llevó finalmente a la sociedad a reflexionar sobre la necesidad de transformar el entorno y cerrar el ciclo de la violencia, avanzando hacia una construcción de paz identificando las variables y mecanismos que permitieron orientar la reconciliación por medios no violentos deteniendo la degradación y la barbarie.
Por lo tanto, suscrito el acuerdo de paz debe iniciarse el proceso de reconciliación generando un cambio social relacionado con los valores y creencias que los grupos poseen en la transición de las nuevas dinámicas sociales del pos-acuerdo.
La construcción de paz territorial necesita convertirse en un proceso eficaz mediante una acción pública desde todo nivel: local, regional y nacional. Con una visión desde los diversos territorios, con apego a las particularidades y en donde se presenten las soluciones a las respuestas a sus necesidades puntuales.
Por lo tanto, la reconciliación es necesaria construirse como un proceso incluyente y llegando al esclarecimiento del origen que generó el conflicto, encontrando las zonas grises causantes de la violencia y emprendiendo todos los esfuerzos en superar el odio, la reparación y restitución de las víctimas y la integración con los victimarios en aras de garantizar la convivencia pacífica y el fin de la guerra.
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