A partir del inicio de nuestra historia republicana al final de la campaña libertadora, han surgido en nuestro país diferentes manifestaciones de violencia y criminalidad, desde las más comunes como el hurto, hasta los delitos asociados en la actualidad con el ataque a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, pasando por el cruel y doloroso acto del homicidio.
Adicionalmente hemos sufrido por varias épocas fenómenos relacionados con subversión, terrorismo, secuestro, extorsión y narcotráfico, los cuales han conmocionado a la sociedad colombiana; y siempre la Policía Nacional de Colombia ha estado ahí para confrontarlos.
Como profesionales de policía estamos preparados para dominar los miedos y actuar con coraje y fuerza de voluntad superando los desafíos y dando la cara a las adversidades, siempre perseverando y sin permitirnos duda alguna.
La valentía nos hace ir más allá, dejando atrás los prejuicios personales y enfrentando las situaciones diarias que conllevan el ejercicio de la profesión, la gran mayoría de las cuales implican riesgo a la vida propia y el deber de asistir y cuidar la integridad de los demás; esto nos ha motivado a poseer tenacidad y un valor entusiasta hacia la responsabilidad en el servicio policial garantizando la tranquilidad de todos los habitantes en el territorio colombiano.
En el desarrollo de nuestra actividad profesional surge el sacrificio supremo, el dar la vida por los ciudadanos, así nos hemos comprometido cada uno de los 180 mil hombres policías que integramos la Institución y lo ratificamos en el juramento solemne que todos los uniformados realizamos: “…llegar hasta el sacrificio en cumplimiento de nuestro deber para con la patria y para con el pueblo…”.
A lo largo de estos 126 años de historia han existido un sinnúmero de héroes integrantes de la institución policial, víctimas de los oscuros agentes del desorden y la violencia. Recordemos la crónica de la trágica muerte, a palo y piedra, de Julio Martín agente de cuarto rango, ocurrida el 17 de enero de 1893 en una revuelta de artesanos, quien es conocido por convertirse en el primer mártir de la Policía Nacional de Colombia e igualmente a los 11.000 uniformados asesinados en la cronología institucional.
Nos encontramos afligidos, los victimarios nos han marcado en el alma, pero esto nunca nos va a desanimar, vamos a continuar nuestra vocación, no solo para entregar a los criminales a la justicia, sino hasta desterrar de nuestro país la estela de la delincuencia y el terror.
Sentimos el dolor entre las lágrimas y el llanto por la evocación del ser amado, hombre o mujer policía asesinado, expresado por sus padres, parejas e hijos transitando el camino del sufrimiento; llenémoslos de condolencias y rodeémoslos de amor.
En honor a la memoria de nuestros héroes de la Policía Nacional de Colombia, quienes ofrendaron su vida en cumplimiento de su deber, elevemos una oración y ofrezcámosles un minuto de silencio. Un momento sagrado para el recuerdo de aquellos que ganaron la paz y de cuya fuerza y esperanza sale nuestra fe en el mañana.
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