El sicariato en Colombia es un aterrador oficio que tiene más de 70 años, las muertes por encargo comenzaron durante la época de “La Violencia” en los años 40 y 50, cuando los integrantes de un partido político iban a los pueblos a asesinar a sus contradictores; quienes cobraban por ese “trabajo” los llamaban “pájaros”.
En los 60 el fenómeno se urbanizó, los sicarios se agruparon en bandas para cometer una seguidilla de delitos, en donde además empezaron a ser contactados para el cobro de deudas entre delincuentes por un porcentaje de la misma. Después, el término sicario ingresó a la cotidianidad colombiana en los 80, causando la muerte de innumerables dirigentes políticos, activistas y autoridades nacionales.
Como resultado de un ejercicio de análisis de los registros de criminalidad presentados en el país, consolidados por parte de la Policía Nacional, se puede observar que en el homicidio la modalidad más recurrente es el sicariato, siendo la que más muertes violentas ha dejado en el país durante los últimos cinco años, con más de 30.000 casos lo que es un 50% del total de los asesinatos presentados.
Panorama que se hace aún más crítico, ya que al revisar las estadísticas de los homicidios violentos, se evidencia que la mayor parte de los muertos son jóvenes entre los 14 y 29 años, grupo que en el país ha incrementado su participación en el ejercicio de la violencia.
A lo largo del s. XXI un sinnúmero de fenómenos sociales han acrecentado el conflicto urbano
A lo largo del s. XXI un sinnúmero de fenómenos sociales han acrecentado el conflicto urbano y el narcotráfico ha sido el principal agente generador del sicariato, descrito en dos situaciones específicas: primero, por la pérdida de valores y la generación de comportamientos, en donde prevalece el deseo del enriquecimiento fácil, un equivocado concepto del poder como símbolo de prestigio y el empleo de acciones violentas como medio para lograr los objetivos.
Segundo, por la desestabilización institucional que se ha producido en la administración de justicia y el poco respeto del Estado de Derecho, ocasionando deterioro en las instituciones a las que les corresponde brindar respuestas para contrarrestar el problema.
De manera adicional se presenta la siguiente connotación, el sicario es en la gran mayoría de casos, un niño que no supera los diecisiete años de edad, quien ha sufrido una brusca evolución hasta convertirse en un “joven asesino a sueldo”, obrando por cuenta propia, para obtener venganza, rebusque o por sellar rencillas.
En un trasfondo, la aceptación de la justicia por mano propia y los actos de intimidación, nos debe llevar a hacernos varias preguntas: ¿en el conflicto urbano de los últimos veinte años, es el sicario uno de los principales actores de la violencia, como integrante de una realidad oscura y silenciosa? ¿Qué tan legitimada está la violencia como fuente de solución de conflictos?