Es época de reflexión. Hoy deseo compartir un evento fundamental para la historia universal. El territorio europeo entre 1914 y 1918 fue escenario de una de las contiendas violentas que más vidas cobraría hasta entonces, conocida inicialmente como la Gran Guerra y recordada en la memoria como la Primera Guerra Mundial. En este diciembre se cumplen 101 años del fin de esas confrontaciones, sin embargo, las huellas del terror infringido a la humanidad permanecen como cicatrices en el alma de millones de seres.
Uno de sus episodios más recordados se presentó finalizando 1914. Solo habían transcurrido los primeros meses desde el inicio de la guerra, era el mes de diciembre y sus días permanecían con el cielo cubierto de nubes grises y las bajas temperaturas ofrecían dificultades extremas.
Sin embargo, para el día de navidad una luz de esperanza brilló, espontáneamente los soldados aliados y alemanes quienes batallaban en los frentes de Bélgica y Francia, dejaron a un lado sus uniformes para intercambiarse regalos, cantar villancicos y jugar un partido de fútbol justo en la línea de fuego. Hecho que fue conocido como “Tregua de Navidad”.
Este ejemplo, nos permite recordar que la navidad debe vivirse como el renacimiento del amor y la toma de conciencia, para compartir con más humildad y consideración, cualidades espirituales que nos permitirán tener el corazón abierto para ser humanos llenos de luz interior.
Valoremos a aquellos que viven en soledad estas fiestas, como muchos de nuestros policías de Colombia
Es necesario comprender que el amor racional es el sentimiento que nos diferencia de los otros seres de la naturaleza, logrando el equilibrio perfecto entre la armonía de la celebración de las fiestas de fin de año y la entereza intelectual, psicológica y espiritual, para obtener un reencuentro con nuestra propia esencia.
La vivencia de los soldados de la Primera Guerra Mundial, quienes confraternizaron y compartieron con sus enemigos, nos demuestra que no es necesario grandes manifestaciones materiales para celebrar la navidad. Se puede comenzar desde lo más sencillo, como un abrazo, para transmitir alegría y paz a quienes nos rodean.
Recordemos lo halagados que nos sentimos cuando recibimos una palabra agradable o de gratitud de otra persona, en especial de un ser querido. Valoremos a aquellos que viven en soledad estas fiestas, como muchos de nuestros policías de Colombia, alejados de sus familias a raíz de su vocación, la cual cumplen con orgullo y compromiso.
Volvamos a ser niños, a vivir esas emociones por medio de los pequeños y agradezcamos todo lo que tenemos y lo que no nos hace falta: salud, abundancia, familia, amistades, profesión. En fin, que sea una oportunidad para demostrar lo que somos, seres llenos de amor, comprensivos, generosos y con deseos de trascender en la sociedad. ¡Feliz navidad! ¡Dios y Patria!