Los atentados recientes en Barcelona, París, Bruselas, Londres entre otras ciudades, muestran que nos encontramos ante una forma de violencia fuera de todos los parámetros conocidos. Reflejando adicionalmente un preocupante regreso del terrorismo transnacional cometido por organizaciones comprometidas con Al-Qaeda después del 11 de septiembre de 2001 (11-S). Se trata de una confrontación diferente a todas las anteriores, la cual requiere medidas prospectivas alejadas de los esquemas tradicionales que se utilizan en los conflictos clásicos y no solo actuaciones reactivas.
El fenómeno del terrorismo se ha extendido y agravado en Occidente según el reporte del índice de terrorismo global (2016) elaborado por el Institute for Economics and Peace. Su número de víctimas viene en constante aumento desde el 2010 y el impacto territorial ha tenido ahora un mayor alcance entre el 2015 y 2016, así se evidenció con la proliferación de atentados en diferentes lugares del mundo y principalmente contra miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), pasando en 2014 de ser 13 los países con registro de ataques a 28 naciones atacadas durante el 2015.
Los objetivos de los atentados en los últimos años, han sido primordialmente civiles y sin ningún valor militar, como el indiscriminado ataque terrorista en el paseo de Las Ramblas en Barcelona, perpetrado por miembros de Daesh, (transliteración de su acrónimo árabe), a quienes denominarlos de otra manera es otorgarles legitimidad. Al igual que los hechos del 11-S, con el atentado contra el World Trade Center y otros blancos, las acciones realizadas recientemente están marcando un antes y un después, y generando unas consecuencias psicológicas muy arraigadas en las sociedades que lo sufren.
Adicionalmente a lo descrito el costo económico global del terrorismo en 2015 fue de US$89 mil millones y en zonas en donde es mayor el impacto de la amenaza, como en el caso de Irak las cifras aún son superiores, para la economía iraquí el valor fue del 17% de su PIB en 2015.
Por su parte, la ciudadanía tiene la gran responsabilidad de emprender una cultura de colaboración para reducir la capacidad de los terroristas en cometer sus acciones y es deber de los Estados reconsiderar el concepto de seguridad actual y evaluar las potenciales amenazas, igualmente se requiere la aplicación de estrictas medidas disuasivas y el empleo de herramientas tecnológicas en lugares de masiva concurrencia de público, implementar controles en las fronteras y sus pasos aduaneros, desarrollar estrategias policiales y políticas de seguridad con el fin de contarrestar los nuevos riesgos, como el afianzamiento del Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes, la dinamización de las instancias de cooperación internacional y la optimización de la investigación criminal, actividades que la Policía Nacional de Colombia ya viene adelantando. Con esta respuesta íntegra y efectiva cambiará la forma de encauzar la lucha, demostrando que sí se puede tomar el control; vencer el miedo es nuestra meta y así se derrotará el terror.
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